viernes, 24 de octubre de 2014

“Un poco de dignidad…”


Ante el seísmo de corrupción que azota a España uno llega a dudar, a plantearse si compensa emborrar o escribir una frase, un párrafo, un texto, pues ante la inmundicia que nos invade  la misma palabra pierde fuerza, eficacia, se contamina, y la mera denuncia queda en mera, en presunta, en nada, prescribe, ya que como ha afirmado recientemente el Presidente del Consejo del Poder Judicial, don Carlos Lesmes, la actual Ley de Enjuiciamiento Criminal está pensada más para el robagallinas que para el gran defraudador, o sea que carecemos de los medios necesarios para combatir la corrupción - recuerdo que esta Ley procesal en vigor se promulgo en 1.872 y así ha llegado hasta la actualidad, con pequeños cambios-.  Supongo que de entonces a acá se habrán producido algunas trnasformaciones en nuestra sociedad, así, por ejemplo,  hemos pasado de la época del ferrocarril(mediados del s. XIX) a la navegación informática(s.XX). ¿Quién o quiénes son los responsables de esta dejadez o es una dejadez interesada para proteger al corrupto?

Mientras, el paciente y sufrido pueblo español, asiduo de los comedores sociales, cliente de Cáritas y beneficiario de los dineros de sus mayores y amigos,   espera una luz, un aliento de esperanza, un acto de nobleza, alguien de quien fiarse,  pero nada nuevo aparece por el horizonte, sino disculpas, mentiras, silencios, acusaciones,  desplantes, manipulaciones , estrategias y un bisoño Podemos que aspira a convertirse en casta , que no quiere listas abiertas, sino poder vertical, jerarquía, camarilla, red, obediencia ciega y nueva bodeguilla.

Y el pueblo sólo reclama, pide, un poco de dignidad, de conciencia y un poquito de pan para llenar su estómago, pero hasta eso se le niega. En días tan tétricos, tan mustios, tan inapetentes aquellas palabras tan sugerentes de Don Antonio Machado cuando decía “ que no tiene una sociedad valores más altos que sus hombres preclaros”,  me saben a poco, es más, me confunden y  me entristecen y es que  compruebo con harto  dolor que esas personas preclaras que tanto bien podrían hacernos  están en paradero desconocido o secuestradas en nuestra sociedad, y una vez más la única respuesta que encuentro me la ofrece el pueblo, el prudente y confiado pueblo español, hombre o mujer, que madruga, se responsabiliza de un trabajo y saca adelante una familia con su esfuerzo y dedicación. Ahora que ha vuelto la cocina tradicional y que en los restaurantes más reputados triunfa el torto con o sin picadillo,  las migas, las sopas de ajo, la fabada, la paella y el cocido madrileño ... compruebo que la única dignidad que encuentro me la ofrece ese Juan o esa Juana española, que con su salario, quien lo tiene, mantiene un Estado donde una vez más sus dirigentes no están a la altura de la  dignidad que tienen sus ciudadanos. ¡Que buen vasallo si hubiese buen Señor!


                                                 José Antonio Noval Cueto.

sábado, 11 de octubre de 2014

“LIBERTAD…”


Hace unos días el Director de la Real  Academia de la Lengua, don José María Blecua, comunicaba que el próximo 17 de Octubre su majestad el rey Felipe VI presentará la nueva edición del Diccionario de la Real Academia, en su vigesimotercera edición, y que éste constará de 93.111 artículos o palabras seleccionadas, concretamente 8.680 palabras más que el vigente de 2.001. Prueba evidente de la vitalidad y arraigo de nuestro idioma.  Uno de los periodistas  le preguntó: ¿Cuál era su palabra preferida? Y éste, sin dudarlo, respondió :”Libertad”, pues supone presencia de la ley”.

No me he atrevido a usar ningún adjetivo que acompañe al título, pues quiero resaltar la esencia del concepto, que se deteriora , a veces,  de su múltiple e inadecuado uso, y buscar lo básico del término. Y en esa búsqueda no puede faltar  el Quijote y  uno de los consejos que el señor Quijano traslado a su criado Sancho  cuando le dice: “ La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos...por la libertad así como por la honra se puede y se debe aventurar la vida.”

Apenas actualizado el recuerdo cervantino viene a mi  cabeza esa frase que tantas veces hemos oído desde niños en nuestras parroquias y que decía: “La verdad os hará libres”, o dicho de modo más simple que la libertad debe estar basada en la verdad.  Y es aquí cuando me surgen las preguntas, las dudas, los interrogantes. ¿Hemos vivido en auténtica libertad desde 1.975 hasta la actualidad o ha sido una libertad formal, estereotipada, de pantalla?¿Se nos ha dicho toda la verdad? ¿O había varías verdades según el momento o  como decía el poeta “…también la verdad se inventa”?.  Estas  preguntas salen de mi garganta al ver el negro futuro de nuestros jóvenes que llegan a los 30 y no tienen trabajo, al comprobar que personas en la madurez de sus vidas y con una experiencia profesional envidiable son arrojadas a la cuneta, después de más de 25 o 30 años de trabajo, o al observar la desolación de muchos mayores que por ayudar a sus hijos o nietos no tienen dinero para las medicinas del mes.  Se nos dice que son tiempos difíciles, que la crisis internacional diezmó las arcas del Estado,pero aquí viene la desolación, el fraude, y es que la crisis no azota  a todos por igual y es más parece que fue la oportunidad que tuvieron algunos desalmados, no importa la  ideología,  para robar, esquilmar y divertirse con  el dinero  de todos y dejarnos sin leche en el biberón, pero, repito, aquí no pasa nada, no hay legislación y si la hay  favorece a los de siempre. De cuanto digo hay portadas en la prensa todos los días y ya casi ni nos asombramos, pero en nuestro interior preguntamos ¿cómo hemos podido caer tan bajo? ¿ quién defiende nuestra honra de pueblo, de españoles, de personas dignas y trabajadoras o es que rige la ley de la selva, el que la coge para él? .

Siempre he defendido la Transición como uno de los periodos más importantes de la historia reciente de España y he sido uno de aquellos jóvenes entusiastas que contribuyó ,en la medida de sus posibilidades, a hilvanar una España para todos, donde la ley regulara nuestra convivencia y donde la fraternidad fuera auténtica, y donde el débil tuviera la máxima protección y amparo, pero los hechos son contrarios y temo que una vez más nos  hayan engañado, pues lo que estamos viendo un día sí y otro también deja poco espacio para la esperanza, para la ilusión, y yo no me resigno a vivir en una sociedad corrupta, putrefacta, hedionda, donde el hombre/ mujer no sean el elemento a proteger . Una vez más se demuestra que querer transformar la sociedad sin cambiar a las personas es esfuerzo inútil. La respuesta de José Mª Blecua me traslada a aquellos versos de A. Machado que dicen “Bueno es recordar las palabras viejas que han de volver a sonar”, y eso es lo que yo aún espero, que suene una libertad llena de verdad y de futuro..



                             José Antonio Noval Cueto.

"Esta España nuestra”


Tenía previsto que mi pluma no dedicase ni una letra al caso catalán, que nos tiene saturados a todos y que obliga a muchos, entre los que me encuentro, a cambiar de canal o de emisora de radio con la vana pretensión de escuchar noticias nuevas o argumentos más saludables, y en esas estaba el pasado día 26 de setiembre ,- fecha de la comparecencia del exmuy honorable Jordi Pujol  en el Parlamento catalán-, cuando desde una emisora de radio se comunican los disturbios que se están produciendo en la localidad valenciana de Algemesi entre los partidarios de la tradicional becerrada de las fiestas de la localidad y los antitaurinos, venidos de muchos localidades, para reventar la fiesta. Días antes el Ayuntamiento tuvo que inactivar la red social municipal (Facebook) ante los más de 200 comentarios vejatorios contra los vecinos de Algemesi y municipio.

Mientras el becerro mugía en los corrales el Señor Pujol confesaba que no había sido un político corrupto, que ya era rico antes de entrar en política, denunciaba una conspiración moral contra él y su familia, y recordaba que “si vas segando la rama de un árbol, al final cae toda la rama y todos los nidos que hay en ella…”, podría entrecomillar más palabras suyas, pero creo que estas son suficientes para ilustrar lo que quiero decir. Y es que apreciados lectores no sé por qué ese día 26, estas dos noticias se cruzaron en mi cabeza y quise establecer entre ambas alguna relación, sorprendiéndome la violencia antitaurina en la tierra del toro, y la  queja  airada de Pujol a sus denunciantes, los portavoces del pueblo catalán, cuando Cataluña es la autonomía más corrupta y la región donde viven más personas sin techo y donde recientemente han fallecido 10 personas por legionella. No hace mucho el escritor Javier Marías decía que la secesión catalana era una cortina de huma para encubrir otros temas  .¿Será cierto? ¿No sería más útil centrar todos los esfuerzos y recursos en mejorar la gestión y trasladar una cierta ilusión a los hijos de la miseria?

Se acerca el 9 de noviembre y el señor Mas tiene presupuestados 9 millones de euros para celebrar la consulta. El Gobierno, después de utilizar todos los resortes jurídicos disponibles, promete diálogo y yo me pregunto qué clase de diálogo se puede ofrecer a quien después de 6 pactos de financiación, cesión de importantes impuestos y demás prebendas, cuando se aproximan las elecciones  airean el latiguillo de  “España nos roba”.

Han pasado 60 años de la declaración unilateral de independencia pronunciada por Lluis Company un 6 de octubre de 1934 y algunos bisoños políticos creen que se puede contentar a un nacionalismo insaciable que quiere más y más y más, y eso sin entrar a valorar las necesidades  personales y minutas de los supuestos salvadores de la patria. Quizás lo  único que se pueda negociar sea la devolución de alguna competencia infradotada según ellos…

El pasado 26 de setiembre el día nos ha ofrecido los ingredientes típicos del otoño hispano: política y toros. En Algemesi toreaba el pueblo en estado puro, y en el  Parlamento catalán, sus representantes, los portavoces políticos, pero con la diferencia que al toro catalán aún le esperan más tardes de dolor y sangre.


                            José Antonio Noval Cueto.