El verano se nos escapa de las manos. Parece que pasa el
tiempo más de prisa y más aún en agosto, donde tan pronto llega el deseado
puente de Begoña o de la Asunción como llega su fin, y en todo el mes multitud
de fiestas, de romerías, en todo el territorio asturiano. Se ha celebrado como
se merece el centenario de las Fiestas de El Carbayu o Virgen del Buen Suceso y
se ha homenajeado y recordado al alma mater de las mismas, Manolito “el Pegu”,
fallecido el pasado 24 de abril. Ha concluido la Feria de Muestras de Gijón –
auténtico termómetro de la pujanza comercial e industrial de la región- con récord de visitantes,
concretamente con 748.884, y la apoteósica
Feria Taurina de El Bibio, que va a más, evidenció la maestría, temple y buen
hacer del diestro Juan Ortega, que con su magistral dominio del capote y al
grito de “eeee…toro bonito”, en su primer toro de la tarde, de nombre
“Andarín”, de 523 kgr- de la ganadería
Núñez del Cubillo- dio un recital
de arte y oficio e hizo a los espectadores levantarse del asiento y airear los
pañuelos blancos al terminar su faena con una estocada perfecta, sin dolor,
instantánea. En la grada alegría, breves comentarios y opiniones certeras como
la de mi vecino, asturiano afincada en Canarias, que me recuerda que la premisa
taurina es: ”parar , templar y mandar”, y cerca de mí el pudor, la ternura y las atenciones de una joven pareja que sigue
atenta la corrida. La banda de música es más silenciosa que otras veces e hizo
que me plantease la pregunta, de difícil respuesta, de si el toro acomete mejor
con música o sin ella y qué tipo de música…pasodobles, rancheras, tangos…En
resumen, una buena tarde de toros- con fuerzas muy justas- y un lleno hasta la
bandera, y en la que no se descuido nada, ni hasta los nombres de los toros, que
en su día, no muy remoto, generó malos entendidos, polémicas y llevó a
decisiones traumáticas, autoritarias, en contra del sentir general. En esta
ocasión los nombres de los toros fueron: “Barredor”, “Andarín”, “Dudosito”,
“Manzanita”, Farfonillero” y “Tortolito”.
No quiero terminar este apartado sin reconocer que los artículos o
crónicas taurinas, en los que se funden imágenes, palabras y experiencia son de
alto contenido literario, de los que no abundan, deleite para el lector. De
libros permitidme que os recuerde dos muy interesantes:” Historia de una taberna”,
de Antonio Díaz Cañabate, y el de Manuel Chaves Nogales” Juan Belmonte, matador
de toros”.
El pasado 20 de agosto, miércoles, algo lluvioso, a las 14.00
h. tenía una cita, un encuentro, con mis amigos y compañeros de Lugones, que en
compañía del sacerdote don José María Fernández de la Riva, antiguo párroco de
San Félix de Lugones, nos reunimos en La Tarulona”, pequeño café-taberna, sita
en la calle Federico García Lorca, aledaña al parque de la Paz o parque de la
Manzana Central de Lugones. Éramos once, alguno, como Luis Fernando, venido de
Panamá; otros de zonas próximas(Oviedo, Gijón, Pola de Siero) y la mayoría
residentes en Lugones. Fue una tarde espléndida, en la que no faltó nada. La
ensalada templada, con jamón y queso parmesano, excelente y el cachopo estaba
de concurso, buena textura y mejor sabor, y otro tanto se puede decir del
postre. Del encuentro quedó foto que nos inmortaliza y entre tanto, según iba
la comida, surgía espontáneamente el “Viva la parroquia de San Félix” “Viva
Lugones” y “Viva don José María”. Se cantó la marsellesa - donde José María
había estado en Francia como capellán de emigrantes- y en las múltiples reuniones
de la Iglesia, de vez en cuando, se entonaba- ahora en alguna plaza de toros
del sur de Francia también -. Se habló de ciclismo y de las carreras en la
calle La Estación por el Carbayu – entre nosotros estaba José Enrique Cima- y Quini (Valle), que nos comentó sus
aventuras ciclistas en el reciente tour de Francia. Se habló de la Academia San
José, de la apertura del Instituto en Lugones, en el año 1970, y todos
coincidimos señalar que fue uno de los hitos más importantes en el progreso de
Lugones, del que se cumplen ahora cincuenta y cinco años – la pandemia impidió
celebrar el cincuenta aniversario- ; de
familia, hijos y nietos – la mayoría
estamos casados , llevamos más de cuarenta años de matrimonio-, y de su
dispersión por Madrid, Río Janeiro , Salvador
de Bahía…; de la gesta del Real Oviedo
al subir a Primera, de Fonciello y su ejemplar vecino, Cazorla, y hasta del
Papa León XIV y su importante misión en el mundo actual. En esta conversación
no podía faltar nuestra solidaridad y apoyo para las víctimas de los incendios que
contemplan desesperados, como lo construido con mucho esfuerzo a lo largo de
toda una vida desaparece incomprensiblemente en un golpe de fuego. Uno de nosotros,
Ángel, es uno de los afectados, allá en su tierra extremeña. Ahora también en
Asturias, en las zonas de Cangas del Narcea, Degaña, Picos de Europa…
Después del café y chupitos y antes que empezaran las cartas
a embarajarse, - el subastau-, hacía las cinco y media de la tarde, nos fuimos
don José María y yo.
¡Mereció la pena! Nunca es tarde para expresar el
agradecimiento que nos ha hecho la parroquia de San Félix a todos nosotros, en
la persona de Don José María, que a sus más de noventa años sigue en actividad
en la parroquia de San José de Gijón mientras las fuerzas se lo permitan. ¡Que
el Señor siga enviando operarios como usted a la mies! ¡Muchas gracias, Don
José María, por el mucho bien sembrado y sembrando!
José Antonio Noval Cueto.
P.D …No me gusta en el
viaje
hallar, en los
rincones , la tristeza,
los ojos sin
amor o la boca con hambre…”
(Pablo
Neruda)
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