Si de todos es sabido que no se saca la misma interpretación del
Quijote a los diecisiete años que a los cincuenta, lo mismo nos ocurre con los
acontecimientos del día a día que producen en nosotros diferente valoración
según la edad que tengamos y hasta según la alimentación que nos demos,pues supongo
que las personas que son carnívoras tengan una visión más agresiva de la
realidad que las personas que se deleitan con los pescados de temporada, que suelen
tener una digestión más favorable y una visión más apacible del momento, ya que la edad cambia hasta nuestros hábitos alimenticios.
Uno de los videos que más encanta a nuestros nietos es el de “Había
una vez un circo”, que recoge las estupendas canciones de los payasos de toda
la vida, Miliki,Fofó … y al verlo un día, no sé por qué, quizás por deformación
profesional, quizás por compromiso con mis lectores o por otros motivos que se
me escapan, esa canción me
recordó la vida política actual – ya que el año va cargado de citas
electorales- . Lejos de mi querer convertir la política en circo, pues es y
debe ser algo más, pues de ella depende nuestro futuro como personas y como
pueblo, pero lo cierto y preocupante es
que no somos capaces ni siquiera de hacer reír a un niño, objetivo de todo
payaso, y basta para ello recordar que la pobreza infantil alcanza al 26,7% de
los niños asturianos, más de 35.000 niños.
Los aficionados y amantes del Circo buscamos alegría,
evasión, risas y una dosis de esperanza que nos anime a cumplir con nuestras
obligaciones diarias y futuras, y que nos aferre a la vida y a las bondades de
la misma. El Circo electoral también tiene que trasladar esperanzas,
promesas, pero propuestas que puedan ser realizables, posibles, y ya los
políticos han empezado a desgranar algunas, así Pedro Sánchez promete que va a
incorporar a su programa electoral la elección por medio de listas abiertas, algo
que en su día aireó el llamado movimiento del 11-M y la misma Esperanza
Aguirre, pero que de momento no brota. Teresa Rodríguez, la candidata de
Podemos en Andalucía denuncia la ausencia de control laboral de las
empresas que trabajan para la Administración,
algo que no parece preocupar a nadie y lo cierto es que asistimos a bajas
temerarias del 40% y no contentos con esta rebaja, la propia empresa encarga el
trabajo a otra o sea se subroga .¿Es posible? ¿Cómo se obtiene el deseable y
lógico beneficio empresarial? ¿Quizás a base de obras mal ejecutadas y salarios
de miseria?¿Estamos legalizando y permitiendo nuevamente la esclavitud en el
siglo XXI? Albert Rivera nos dice que “el
talento tiene que ser el motor de cambio de nuestro país” y el Presidente Rajoy,
que lo cifra todo en la recuperación económica, dice en plena campaña andaluza
que se crearán 575.000 nuevos empleos en la región.
En el recinto ferial y en la tradicional caseta de tiro han
quedado derribados dos aspirantes a la Presidencia de la Comunidad de Madrid,
el Sr. Tomás Gómez y su oponente el Sr. Ignacio González, se desconocen las
causas o motivos, pero se habla de aparato, de opacidad, de dedo, y se nos
quiere hacer creer que en 60 días un candidato, por mucha metafísica que sepa y
para más independiente, puede ganar las elecciones en la Comunidad de Madrid.
Defender esto es dudar de la inteligencia de nuestros vecinos. Creo que una vez más la ciudadanía y la
política van por caminos diferentes. No hace mucho en esta misma columna decía
que los partidos tradicionales, clásicos, aún estaban a tiempo de recuperar el
terreno perdido, de enderezar el rumbo, pero para ello era y es fundamental
conectar con el ciudadano, con el vecino y esto pasa por considerarle juicioso,
preocupado y patriota y de ello tenemos pruebas muy recientes como la
excelente reacción ciudadana ante la demanda de sangre en el HUCA. Vecinos así
merecen nuestro máximo respeto y aplauso.
Las personas juiciosas aún esperamos una reacción, un átomo
de dignidad, de buen hacer, que nos ilusione y nos diga que es posible una
sociedad mejor, un mundo donde el auténtico protagonista sea la persona, pues
no se trata de vencer, sino de convencer, y con miras bajas y centradas en el
ombligo no se persuade. Aún podemos evitar decir:¡Da pena ver el circo!
José Antonio Noval Cueto.
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