viernes, 25 de enero de 2019

“Dios te salve minera…”





















Estas palabras fueron escritas antes de conocerse la muerte de Julen, cuando la inquietud y esperanza nos embargaba a todos, cuando todos empujábamos y suplicábamos que todo terminase bien, como deseábamos,pero desgraciadamente no ha sido así, no obstante y a pesar de todo, me considero en la obligación hacéroslas llegar y dicen:

Quizás cuando estoy escribiendo estas letras ya estén los mineros bajando en la cesta metálica  en busca de Julen, en Totalén (Málaga). Durante la mañana no han parado de llegarme mensajes de súplicas a la Santina y cuando iba en mi coche y empezaba a articular un “avemaría”, el subconsciente me jugo una mala pasada y sin saber por qué, inconscientemente, mis primeras palabras fueron “Dios te salve minera”, y es que un día como hoy, la Virgen es minera y a Ella acudimos en busca de protección, de auxilio, de esperanza.

Nunca me ha gustado que se mitifique  la mina – y eso que soy de familia minera-,  que se viese al minero como es un ser especial, diferente a los demás, de otra pasta, aun  reconociendo que el auge y progreso de Asturias se debe a la minería y la mejor evidencia es que la línea ferroviaria Laviana-Gijón, construida con la finalidad de facilitar el traslado del oro negro al Musel fue el cuarto ferrocarril de España y el primero de carácter industrial, inaugurado por la reina Cristina de Borbón un 25 de agosto de 1852; desde 1842 ya funcionaba la carretera Carbonera . Siempre  tuve claro que a Asturias la levantan todos los que trabajan honradamente desde sus diferentes puestos de responsabilidad o trabajo y buscan  un futuro mejor para las generaciones venideras; algo que ha preocupado especialmente al minero que siempre ha hecho esfuerzos extraordinarios para que sus hijos estudiasen  y se adaptasen mejor  a los nuevos tiempos, basta recordar la escuela subvencionada de Traspando (Siero), pagada por los propios mineros con ayudas del Ayuntamiento, en los años veinte del siglo pasado, o a la Academia de Solvaya en Lieres, con figuras inolvidables como don Avelino y don Paco.

Que el trabajo es penoso, duro, arriesgado dan cuenta de ello las muchas lápidas de los cementerios asturianos y las numerosas placas que están en el pozo Samuño en su recuerdo, sin hablar de las enfermedades profesionales(silicosis…) que genera . Este  tipo de trabajo ha conformado un carácter, una forma de ser donde la palabra generosidad, entrega, nobleza tienen su emblema y esto se percibe apenas entra uno en tierra minera, donde el compañero es compañero, la amistad, amistad, y es que como se suele decir,  hoy estamos aquí, mañana, quién sabe dónde. Ese sentido de la fugacidad de la vida les ha calado hondo  y les  ha ayudado a priorizar, a proteger lo importante, especialmente su conciencia.

Hoy día, la familia minera , identificada en su ejemplar Brigada de Salvamento de Hunosa,   ha enseñado nuevamente sus credenciales, sus valores, en una época  en que se cuestionan y desprecian, y ante la alarma inesperada surgida en Totalén(Málaga) han mostrado cómo son  y qué son, y allí están en busca de Julen .

¡Ojalá nunca tuviera que escribir estas letras y Julen estuviera con sus padres!, pero ante hechos tozudos uno no puede cerrar los ojos. A la familia minera ni hoy ni antes  le arredra el miedo, ni el peligro, ni las nocturnas llamadas de teléfono, ni las tensas esperas,  sólo aspiran a compartir una esperanza y hacerla realidad cuanto antes.

Esta es la imagen actual de la minería, la del colectivo que comparte penas y alegrías, que ayuda, arriesga e incluso pone la vida en juego si con ello se mitiga el dolor, se esboza una sonrisa o se alienta una esperanza por mínima que sea. ¿Habrá mayor generosidad y humanidad que arriesgar la vida por  los demás?  Hoy cuando las minas ya son museos queda ante nosotros la imagen ejemplar de unos hombres que dignifican una profesión, una región, una tierra, la nuestra, la de Asturias, la de todos nosotros, y que nos retrata con virtudes y defectos, pues nunca hemos tenido la soberbia de considerarnos perfectos.

Hace tiempo que no pronunció el “Puxa Asturias”, utilizado vanamente en muchas ocasiones como rutina,  folclore o mera inercia política, sin los verdaderos sentimientos de entrega y compromiso que tales palabras exigen- hemos estado aletargados o nos han aletargado durante mucho tiempo-  pero, hoy, cuando hablan los hechos más que las palabras,  quiero decir bien alto PUXA ASTURIAS. ¡Que todo salga bien!¡Que la Santina os proteja!

                                 José Antonio Noval Cueto.







jueves, 10 de enero de 2019

“Aquí me tienes, Señor…”




Con el paso de los años uno comprende que el mandamiento más importante de la Ley de Dios es : “ESCUCHA, Israel, amarás a Dios sobre todas las cosas…” pues si no se escuchan, no se aprenden los mandamientos y si no se aprenden menos se pueden practicar ... Pruebas de esto las tenemos todos los días. Cuantas veces  escuchamos o leemos un mensaje que ya reiteradas veces hemos oído y que ese día, desconozco los motivos, nos  sorprende  , nos dice más de lo habitual, nos impacta. Y esto me ha pasado a mí el pasado 31 de diciembre cuando asistía al funeral por mi querida compañera de trabajo Doña Ana Martínez Cascales , de 45 años y madre de seis hijos, en la iglesia de San Lorenzo, en Gijón. Nada más cruzar el féretro  el umbral del templo desde el coro un solista entona: “¡Aquí me tienes, Señor…vengo a entregarte mi vida, la que tú me has regalado…! “ . La Iglesias repleta,  silenciosa, con público de todas las edades: niños, jóvenes y no tan jóvenes, mayores. La familia e hijos de Ana acomodada en los primeros bancos. En el presbiterio un nutrido grupo de sacerdotes arropa a su párroco que está visiblemente emocionado, dolorido. Conocía bien  a su feligresa : sus muchos méritos, virtudes , bondades, proyectos, preocupaciones  o errores, y es que como nos  dijo en una sencilla, cálida y preparada homilía:  “No es fácil despedir a Ana”, aunque sabe que ya vela desde el Cielo y cuida de todos nosotros y especialmente, de su familia e hijos.
En la tradicional cena de Navidad de Profesores del Colegio Los Robles, celebrada el pasado día 21, faltaba Ana, su salud había empeorado. Siempre que llegaban estas fechas se desvivía porque la Navidad calase y  se respirase en el Colegio, en cualquier rincón y más en la Cena de Navidad (manteles, centros de mesa, luces, cena, villancicos, festival …). En esa época entraba en reverberación. El Colegio duplica su actividad, todos  nos cargamos de trabajo y a ella le llovían los encargos, las sugerencias, los avisos, las llamadas telefónicas, los proveedores y uno  siempre se encontraba  una sonrisa natural y la sencilla y su   limpia mirada que te tranquilizaba, que sin decirte nada ya te daba la respuesta. Sabías  que con sólo decirlo el problema por grande que fuera y a la hora que fuese se resolvía, había llegado a buen destino.  Al poco te decía:
-         José Antonio. Ya he hablado con la Empresa y encantada de que veáis sus instalaciones. Hemos quedado para el martes, a las 11.
-         Muchas gracias, Ana.
Solíamos coincidir en café de las 11:00 o a la hora de comer, y en esas conversaciones informales siempre aparecía su querido Gijón,  Santander y su abuela, sus padres, sus hijos, sus hermanos y por el medio siempre se cruzaba su cuñado y gran amigo mío, Andrés  Moro, pura vitalidad, ingenio y nobleza, Gijón en estado puro, que siempre pone pretextos  para venir a Pola, y eso que es descendiente de polesos, pues apellidarse “Moro” lo dice todo. En esas conversaciones informales salieron sus primeras molestias, su brazo protegido, que nos hacemos mayores, hasta que un fin de semana, de sábado a lunes, nos llega la alarma, el problema, la enfermedad y a partir de ahí, hospital, tratamientos, luchas y ánimos de combate. Había que combatir, que vencer la enfermedad, pero siempre desde la aceptación del “Señor, hágase tu voluntad”.  
 El funeral seguía su desarrollo. Mucha expectación convertida en oración, suplica, consuelo, petición o en recuerdo agradecido. Razón tenía el celebrante cuando nos dijo que no era fácil despedir a Ana, persona tan singular en múltiples facetas de la vida que a los que estamos todavía imbuidos de la vanidad humana nos llena de admiración, asombro y  agradecimiento por el mucho bien que nos ha hecho y que estoy seguro nos seguirá haciendo desde su atalaya del cielo, la misma que previamente había instalado con su conducta en su despacho del Colegio, y fruto de todo ello son estas palabras que intentan testimoniar y agradecer una conducta, un ejemplo del que tan necesitados estamos ,  aunque sé que lo único que de verdad le importaba a Ana, desde sus firmes y hondas creencias, era estar a bien con Dios, que lo sabe todo de nosotros , y lo buscaba  con la máxima naturalidad , humildad, sencillez y  bondad, con esa mirada limpia, transparente, de persona de bien, que aún percibo cuando escribo estas letras. En el Colegio teníamos un ángel y el Señor, amo de la vida, le ha llamado a su presencia.
 A mí sólo me queda  hacerte un ruego y es que me ayudes a que cuando me presente ante el Señor pueda llevar una hoja de servicios tan meritoria como la tuya  que obligó al solista a cantar tan convencido y con tanta fuerza estas letras que aún perduran en mis oídos: “Aquí me tienes, señor, vengo a entregarte mi vida, la que tú me regalaste”.

                                                    José Antonio Noval Cueto.




“Los corderinos de Luisa…”








Ahora que tanto se reivindica la figura de la mujer, ahora que tanto se las moviliza y tienen un día asignado para celebrar sus gestas o efemérides, me viene  a la cabeza una mujer discreta, prudente , apacible y serena que ejerció su honorable profesión de ama de casa en la parroquia de Traspando, en la llamada casa de La Facienda. No es la primera vez que sale en esta columna alguna noticia y hechos de la casa, últimamente por despedidas o fallecimientos; hoy, a Dios gracias, por otro motivo. Próxima a la capilla de San José era conocida a finales de los años 20 del pasado siglo como “La fonda del Gas”, tienda de ultramarinos, lugar de reuniones y charlas vecinales y elemento dinamizador del pueblo. Hoy tiene una fisonomía diferente, más alta, aunque la cimentación sigue siendo la originaria. Allí tenía su reino, su trono, Luisa “La Facienda”, mujer de Cesáreo, hermana de Bernaldo, el juglar de la zona, y desde allí ejercía su matriarcado en el sentido positivo del término. Era natural de la localidad, de los Estrada de Recullá, y se casó con otro joven del pueblo, Cesáreo. De viaje de novios a Nava. De ese matrimonio nacieron cuatro hijos: Nicanor (facultativo de minas), Ovidio (constructor), María Luisa y Asunción, amas de casa como su madre. Cuando Luisa llevaba sus hijos a la cercana casa de los abuelos enseguida se oía:

-         Ahí “ta” Luisa con sus corderinos.

Eran cuatro hijos muy seguidos y de un pelo rubio muy intenso en su infancia.

El pasado 29 de diciembre, sábado, a las 14:30 horas, en uno de los comedores  del conocido y acreditado restaurante “El Forno” de Pola de Siero, su nieta, Monserrat Moro Rodríguez , tuvo el detalle de convocarnos  al resto de la familia y allí  nos personamos 42 personas, incluyendo a 3 tataranietos(Mateo, Álvaro, David…)   . En la improvisada mesa presidencial tres mujeres: su hija Asunción y Avelino, su marido; Amalia y Charo, viudas, nueras de Luisa, y entre “culete” de sidra, vino, aperitivos , exquisito y jugoso lechazo, postres, bombones… se iban hilando recuerdos, vivencias del ayer,  que aparecían y desaparecían según el tipo de comida, como es de suponer los más ligeros y alegres, los de los postres, las más endebles e inseguros, al comienzo, en los entrantes  y es que quizás el poder nemotécnico depende del tipo de  comida y del tipo de bebida. Los recuerdos con sidra son diferentes a las vivencias del vino, pero de entre todos ellos  había uno que primaba, que prevalecía, y eran las cenas que daba la abuela el día de Nochebuena en la Facienda…Hoy después de casi cuatro décadas quedan pocos supervivientes , la mayoría nietos y bisnietos,  pero aún así  Monse volvió a arriar las velas y navegar mar adentro. El viaje fue apacible, cómodo y en un abrir y cerrar de ojos se nos fue la tarde. Ya oscurecía cuando salíamos del restaurante y con nosotros iban vivencias, proyectos, anécdotas y el recuerdo imborrable de Luisa, que nos hablaba de la guerra de África, donde sirvió  su Cesáreo – tenemos fotografías que lo acreditan-  , que si el hambre y la posguerra, que si escribieron mis hermanos de  Argentina , concretamente en Chascomús,  a donde viajó para un inolvidable reencuentro…Llevaban muchos años sin verse, décadas.

En todos nosotros flotaba una idea que siempre practicó Luisa y no porque fuera Navidad, y es que lo único que de verdad vale , lo  único que de verdad importa es la familia y esto se hizo evidente el pasado sábado, 29 de diciembre, día en que  Luisa volvió a estar con nosotros feliz y sonriente y comprobó que sus  palabras no cayeron   en saco roto  y es que como dice la copla “…el cariño verdadero ni se compra ni se vende, no hay en el mundo dinero para comprar los quereres... “. ¡Feliz año 2019!


                                      José Antonio Noval Cueto.



“Siempre es noticia…”









En estos días de Navidad, refugiado en la tranquilidad de Traspando, pequeño pueblo sierense , a unos siete kilómetros de Pola,  - donde también se siente y palpita la Navidad, aunque de otra manera, más tranquila, más serena, quizás más monótona, con menos ruidos y con algunas luces que ponen los vecinos en sus árboles, balcones, portales  y en la misma espadaña de la Capilla de San José- me viene a la cabeza una anécdota  del desaparecido ministro Don Gregorio López Bravo – el que usaba su seat 127 para desplazarse por la ciudad en sus actividades privadas- que siendo ministro de Asuntos Exteriores y en plena cela de gala, en París, que le ofrecía el presidente francés Valeri Giscard d’Estaing recibió una llamada telefónica desde Madrid donde se le comunicaba escuetamente que ha sido cesado de su cargo. Al día siguiente, aterrizado en Barajas, un enjambre de periodistas le acorrala en busca de información y el sabio y templado ministro les dice:

-         Señores, yo ya he dejado de ser noticia.

Nosotros en Occidente y en todo el orbe conocido nos llega por estas fechas, un 24 de diciembre, todos los años, una noticia que tiene como protagonista un pesebre, un buey, una mula, un niño, la Virgen y San José, pastores y pueblo llano, y en esa noticia insólita , original y de siempre, inabarcable y perenne, se nos dice que “Todo un Dios se hace niño”, villancico que cantan años tras año las monjas de la Residencia de Ancianos de Pola de Siero en la misa de la aurora cada 25 de diciembre y que en su homilía Don Juan, el párroco de Pola de Siero, nos pedía que la Navidad fuera auténtica, que la fuerza del amor , elemento básico de subsistencia, circule por nuestras venas y fortalezca nuestro organismo.

Y es que como dicen las Sagradas Escrituras si no tengo amor, no soy nada. Y este es el gran reto al que se enfrenta la sociedad de consumo, del hombre producto y desecho, y es ella la que tiene que elegir , que escoger, entre darse o no darse, querer o no querer; de ahí que alguno ante este evidente dilema se angustie, calle, se duerma para no palpitar, para no sentir la voz de Dios… Tema más preocupante que la crisis demográfica y el cambio climático.

Cada Navidad nos da la oportunidad de rectificar, de cambiar de rumbo y este es el gran mensaje que nos trae el Niño-Dios, y nunca más cierto aquello de que si no sois como niños no entraréis en el Reino de los Cielos. Cada Navidad es un reto a la inercia, a lo caduco, a lo repetitivo; es  un impulso  a un hombre mejor, a un mundo mejor, pues , como se ha demostrado, de poco sirve cambiar el mundo, aunque la inteligencia artificial nos ayude, si los que tenemos que cambiar somos nosotros y no queremos; de ahí que estas Navidades no pida un balón de reglamento, ni turrones, ni champán, sino que el señor me traiga un corazón de verdad, un corazón donde la palabra amor tenga su trono, y este es el mensaje , la noticia que siempre, año tras año, nos trae la Navidad y que unos hacen suyo y otros , temerosos, abrumados de egoísmo, silencian, ocultan, desprecian.


                                 José Antonio Noval Cueto.