viernes, 24 de julio de 2020

"El señor Cayo en Coladilla"


"El señor Cayo en Coladilla"


Antes de iniciar estas letras he considerado oportuno ayudarme de un buen clarete de León y del  rico salchichón de Coladilla, que ha sido y es uno de los motivos  de estas líneas, y todo provocado por el afán aventurero de mi amigo Ricardo, que como buen conocedor de la zona me invitó a uno de sus viajes rápidos,  típicos y profundos hacia la “España vacía” para proveernos  de embutidos . Salimos a una hora señoril, ni temprano ni tarde, de modo que tras una tranquila  y casi solitaria subida  por San Isidro a las 12 de la mañana estábamos en Boñar, recuperando fuerzas en la cafetería Azteca con una exquisita tortilla y vino de la zona   y comprando las tradicionales hogazas de pan de León. He viajado más con los libros que con los pies, pero eso no impide que recuerde que era la segunda vez que estaba en Boñar, destino tradicional de los asturianos en verano, desde tiempos inmemoriales y  que mi abuela Esperanza, allá por los años 30, ya acudía allí  para secar y combatir el asma.

Nuestro siguiente destino era Coladilla, pueblo de la montaña leonesa, a unos 1.100 metros de altitud, de unos 60 vecinos y que en pleno invierno  reduce más su población, perteneciente al concejo de Vegacervera. Casas amontonadas, de poco altura, la mayoría de planta y piso , de exteriores en piedra,  en ladrillo, sita según la orografía montuosa del terreno y la mayoría ubicadas en torno a una pequeña plaza asfaltada, desnuda, hacía la que convergen las pocas calles de subida y bajada del pueblo. Luce triunfante el sol que da brillo y vida a todo, mientras las montañas somnolientas hacen de testigo mudo. Tranquilidad, temperatura agradable   y algún que otro vecino sentado a la entrada de su casa . Apenas entramos en el pueblo, nos topamos con la casa de Nano, guía de nuestra visita y personaje central de estas letras, y todo ello por varios motivos, que poco a poco iré deslizando.

Sin tocar el timbre y con la marcial voz de Ricardo entramos en su casa , que como debe ser habitual no estaba cerrada. “Nano, Nano, dónde estás, por dónde andas…” del fondo llega la respuesta confiada y tranquila del aludido…”Ya voy, ya voy…”, y así aparece ante nosotros Nano, el Nano. Vestido de mono o funda azul oscuro enterizo como si fuera un miliciano, de cara menuda, morena, de poco pelo, de piel curtida  , con zapatillas de verano color café con lecho, y con un audífono en cada oído, algo aparatosos por los cables que les acompañan. Hechas las presentaciones y los intercambios de rigor, vamos a la carnicería para comprar embutidos, especialmente chorizo de chivo, cecina y salchichón. Hay que subir unas escaleras, el espacio es reducido y  espero afuera acompañado por el Nano que va hilando una pregunta sobre otra y el tema o el monotema es Siero y sus  gentes. Se puede decir que conocía a todos; ya gente de Lugones, casa Roza, ya en Pola a Ramón, a Silvino, a Baldomero y familia o al mismo jefe de municipales y es que , me dijo , siempre acudía a los Huevos Pintos y a Les Comadres, cuando les comadres eran comadres; al Carmín, nunca fui, me tocaba trabajar, y es que decía “yo trabaje como un mulo”. El Nano junto con su familia regentó el conocido y prestigioso restaurante “Casa El Cubano”, en Candás, que ahora lleva un hermano, famosa por sus calderetas de marisco y sus digestivos orujos. Mientras habla, de manera tranquila y natural, sus palabras se mezclaba con el humo de sus “señoritas” o pequeños”farias”. Hechas las comprar, vuelta hacia la casa del Nano, que en menos que canta un gallo saco algunas reliquias en forma de recorte de prensa o fotos dedicadas, y encima de la mesa una bandeja de embutidos, pan y cuchillo. Entre esos recortes, uno plastificado que relata que en el Ayuntamiento de Valladolid, un 29 de julio de 2013 es nombrada concejala del Ayuntamiento, la señorita Ángeles Bachiller Guerra, la primera mujer con síndrome de Down en acceder a tal responsabilidad, y todo ello siendo alcalde de la ciudad don Francisco Javier León de la Riva o la foto, de mediano tamaño, dedicada por don Gabino Merchán, arzobispo emérito de Oviedo.

Uno va de sorpresa en sorpresa y es que con relativa frecuencia recuerdo la importancia y trascendencia que tuvo esa noticia, y lo que menos esperaba era que uno vecino de Coladilla, Nano, me la recordará con las pruebas del delito: artículo de prensa plastificado y, sin lugar a dudas, venerado. En el trascurso de esta breve conversación me confesó que vienen muchos amigos a verle, y yo le respondí que alguna culpa tendrá él que provoca esa peregrinación, y es que el que siembra siempre recoge, y más después de una ejecutoria de trabajo, amistad y lealtad.

El tiempo se nos escapaba de las manos, había que despedirse, nos esperaba la comida en Viloria de la Jurisdicción y hasta allí, aun nos quedaba un buen trozo. Mientras me dejaba llevar por el experto   conductor y guía, conocedor de parajes, moradores y moradoras, bailes y tabernas, me venía   a la cabeza la figura de Cayo, personaje principal de la novela de Miguel Delibes “El disputado voto del Señor Cayo”, que impartió una lección magistral, sencilla y natural a tres “candidatos políticos”, al recordarles que la vida es cultura, su cultura, la de esos pueblos de las montañas del norte de Castilla-León.

A velocidad de vértigo y entre párrafo va y párrafo viene, llegamos al “Asador Viloria”, donde nos esperaba un buen clarete, fresco en cubitera, riñones al ajillo, tomate con espárragos trigueros, un riquísimo lechazo al horno de Castilla y la profesionalidad y atenciones del dueño, asturiano de Tineo, concretamente del Crucero, José de nombre, muy conocedor del occidente asturiano(Linares, El Puelo, Cangas, Pola de Allande...) y por supuesto de Siero, que en un aparte tuvo la gentileza de enseñarnos la joya de la corona, su horno, y las virtudes y bondades de la madera.

Había que recuperar fuerzas. Después de una amena sobremesa, tocaba regresar. Nos esperaba camino, pero las vivencias del día fueron buen sostén para el trayecto, y es que sin planificarlo nos vimos arropados por dos expertos hosteleros, uno ya jubilado, conocedor de las delicias y posibilidades de pescados y mariscos, el Nano, el Cayo de Coladilla y el otro, José, asturiano afincado en la zona desde hace más de treinta años, nos hizo saborear las delicias de un buen lechado que se fundamenta en un buen producto, de calidad, y la optimización del mismo hecha por un excelente y versado asador.

Una vez más y a pesar de las prisas de la jornada se demuestra que viajar no es lo mismo que hacer turismo, y que las personas son la base de cualquier viaje,  pueblo, región… son sus esencias, y es que experiencias como las vividas hoy, no se  olvidan y me ratifican una vez más la idea de que no hace falta grandes montajes para pasarlo bien, basta con una buena mesa, buena compañía e historias. En otros tiempos estas eran la terapias para combatir y resistir epidemias.

Queríamos regresar antes de que oscureciera, y a eso de las 21 horas ya estaba en mi Pola de Siero y con la firme intención de repetir el viaje.

                                           José Antonio Noval Cueto.






domingo, 19 de julio de 2020

“San Fernando en Covadonga…”




Hoy, un día después de un nuevo incendio en otra catedral francesa, en este caso la de San Pedro y San Pablo de Nantes, los recuerdos vividos en una luminosa y plácida tarde de primavera en Covadonga un 30 de mayo, festividad de Santa Juana de Arco y de San Fernando III el Santo, me obliga a escribir estas letras que yo sabía que más tarde o temprano tendría que escribir, pues las vivencias y reflexiones de aquel día no podían permanecer ocultas .Hacia tiempo que no se vivía un mes de mayo tan florido, luminoso, musical y si a todo ello añadimos tranquilidad, silencio,  suave brisa ,luz  y el susurro de la cascada dibujamos la estampa perfecta de esa tarde sabatina de mayo. Estábamos en el lento reinicio de la actividad ciudadana, después del doloroso confinamiento. Las medidas especiales seguían en vigor: distanciamiento social, mascarillas, geles hidroalcohólicos. Subimos la escalera de las peticiones o lamentaciones y a la entrada de la gruta dos voluntarios nos recordaron las reglas y normas vigentes y nos autorizaron a entrar en la Cueva propiamente dicha y postrarnos ante la Santina . Teníamos necesidad de verla, de hablarle, de implorarle y de agradecerle- el confinamiento fue duro- lo mucho que había hecho por nosotros, y todo ello un 30 de mayo.


No tengo ningún reparo en confesaros que a mí, el 30 de mayo siempre me conmueve y la figura del rey santo Fernando III también, y ello por motivos personales e históricos, en el primer apartado siempre recuerdo a mi hermana Esperanza, nacida precisamente un 30 de mayo, y a muchos amigos y compañeros de trabajo que llevan el honroso título de Fernando, y en el apartado épico histórico San Fernando III el Santo, el hijo de Berenguela I de Castilla,  no fue un rey cualquiera, sino uno de los impulsores de la Reconquista- conquistó Córdoba, Sevilla, Jaén , Murcia - y de la fe católica que impregna toda la vida española, pues por más que nos resistamos a negar evidencias hasta los pueblos y las  playas se llaman “Santa Marina”…y en Pola de Siero si celebramos el Carmín es porque antes veneramos a nuestra Virgen del Carmen, que bien lo documenta nuestra Danza Prima.


Si este 30 de mayo tiene un componente especial – nunca habíamos rezado con mascarillas a la Santina- , en el día de hoy cobraba más importancia, y es que Su Santidad el Papa Francisco iba a rezar el Santo Rosario desde la gruta de la Virgen de Lourdes, sita en los jardines vaticanos, para pedir ayuda y consuelo a la Virgen María contra la epidemia de coronavirus que está afectando al mundo entero, y en conexión simultánea, vía “streaming” con los santuarios más importantes de toda la cristiandad previamente designados… Fátima, Lourdes, Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora de Luján…. En el caso de España el santuario elegido fue el de Nuestra Señora de Covadonga y de ese privilegio pudimos participar los allí presentes. Honor y preocupación que hemos compartido todos los que fervorosamente rezábamos en la confianza que la Santina se hará eco de nuestras súplicas.


Que un cristiano rece debe ser lo normal, por mucho que algunos nos los recriminen y reprochen- ya ha pasado la época de fray Carrillo-  y más en situaciones tan especiales como las que vivimos, donde la única lógica que preside todo es el absurdo, la contradicción, la incertidumbre, el engaño, el  temor y  la muerte  y ante estas situaciones los creyentes tenemos la humildad de reconocernos poquita cosa e implorar la misericordia de nuestra Madre para que nos guíe y conduzca a destino seguro. Y esto es lo que hicimos los fieles aquella tarde en Covadonga, ante la atenta mirada del Sr. Abad y demás canónigos. Si las audiencias de los miércoles en la Plaza del Vaticano son una prueba evidente de la universalidad de nuestra fe, hoy, gracias a los avances técnicos, también hemos experimentado y vivido nuevamente la universalidad de nuestra fe y hemos hecho realidad las palabras de los Hechos de los Apóstoles 1:14 que dicen :” Todos se unieron constantemente en oración, junto con María”.


Ya va siendo hora que admitamos que no puede haber cristiano sin oración y  que rezar como dice  en un bello y valiente artículo publicado en 2018  el periodista Miguel Ángel Robles es "tener fe. Tener fe en la vida, en las personas, en tus amigos, en tus hijos, en tus padres, en Dios…y es un super poder que nos predispone al bien. Rezar es creer y ser practicante de un mundo mejor”. Y a eso hemos ido a Covadonga y acompañado al Papa Francisco.


Concluido el rosario, paseo por la esplanada en obras delante de la Basílica y antes de irse, pues no me gusta conducir de noche, visita a la Real Colegiata de San Fernando, construida entre los años 1585 y 1599, siendo obispo don Diego Aponte de Quiñones, donde nuevamente la fuerza de san Fernando está presente en cada piedra o  sillar de sus muros, cargados de fuerza, vigor e historia. 


El día ha dado para mucho, esto son solo algunos retazos,  pero especialmente para recordarnos la importancia y vigor de la oración y su universalidad. ¡Virgen de Covadonga, sálvanos!



                                              José Antonio Noval Cueto.

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