Hoy, un día después de un nuevo incendio en otra catedral
francesa, en este caso la de San Pedro y San Pablo de Nantes, los recuerdos
vividos en una luminosa y plácida tarde de primavera en Covadonga un 30 de
mayo, festividad de Santa Juana de Arco y de San Fernando III el Santo, me
obliga a escribir estas letras que yo sabía que más tarde o temprano tendría
que escribir, pues las vivencias y reflexiones de aquel día no podían
permanecer ocultas .Hacia tiempo que no se vivía un mes de mayo tan florido,
luminoso, musical y si a todo ello añadimos tranquilidad, silencio, suave brisa ,luz y el susurro de la cascada dibujamos la
estampa perfecta de esa tarde sabatina de mayo. Estábamos en el lento reinicio
de la actividad ciudadana, después del doloroso confinamiento. Las medidas
especiales seguían en vigor: distanciamiento social, mascarillas, geles
hidroalcohólicos. Subimos la escalera de las peticiones o lamentaciones y a la
entrada de la gruta dos voluntarios nos recordaron las reglas y normas vigentes
y nos autorizaron a entrar en la Cueva propiamente dicha y postrarnos ante la
Santina . Teníamos necesidad de verla, de hablarle, de implorarle y de
agradecerle- el confinamiento fue duro- lo mucho que había hecho por nosotros,
y todo ello un 30 de mayo.
No tengo ningún reparo en confesaros que a mí, el 30 de mayo
siempre me conmueve y la figura del rey santo Fernando III también, y ello por
motivos personales e históricos, en el primer apartado siempre recuerdo a mi hermana
Esperanza, nacida precisamente un 30 de mayo, y a muchos amigos y compañeros de
trabajo que llevan el honroso título de Fernando, y en el apartado épico
histórico San Fernando III el Santo, el hijo de Berenguela I de Castilla, no fue un rey cualquiera, sino uno de los
impulsores de la Reconquista- conquistó Córdoba, Sevilla, Jaén , Murcia - y de
la fe católica que impregna toda la vida española, pues por más que nos
resistamos a negar evidencias hasta los pueblos y las playas se llaman “Santa Marina”…y en Pola de Siero
si celebramos el Carmín es porque antes veneramos a nuestra Virgen del Carmen,
que bien lo documenta nuestra Danza Prima.
Si este 30 de mayo tiene un componente especial – nunca habíamos
rezado con mascarillas a la Santina- , en el día de hoy cobraba más
importancia, y es que Su Santidad el Papa Francisco iba a rezar el Santo Rosario
desde la gruta de la Virgen de Lourdes, sita en los jardines vaticanos, para
pedir ayuda y consuelo a la Virgen María contra la epidemia de coronavirus que
está afectando al mundo entero, y en conexión simultánea, vía “streaming” con
los santuarios más importantes de toda la cristiandad previamente designados… Fátima,
Lourdes, Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora de Luján…. En el caso de España
el santuario elegido fue el de Nuestra Señora de Covadonga y de ese privilegio
pudimos participar los allí presentes. Honor y preocupación que hemos
compartido todos los que fervorosamente rezábamos en la confianza que la
Santina se hará eco de nuestras súplicas.
Que un cristiano rece debe ser lo normal, por mucho que
algunos nos los recriminen y reprochen- ya ha pasado la época de fray Carrillo-
y más en situaciones tan especiales como
las que vivimos, donde la única lógica que preside todo es el absurdo, la
contradicción, la incertidumbre, el engaño, el temor y
la muerte y ante estas
situaciones los creyentes tenemos la humildad de reconocernos poquita cosa e
implorar la misericordia de nuestra Madre para que nos guíe y conduzca a destino seguro. Y esto es lo que hicimos los fieles aquella tarde en
Covadonga, ante la atenta mirada del Sr. Abad y demás canónigos. Si las
audiencias de los miércoles en la Plaza del Vaticano son una prueba evidente de
la universalidad de nuestra fe, hoy, gracias a los avances técnicos, también
hemos experimentado y vivido nuevamente la universalidad de nuestra fe y hemos
hecho realidad las palabras de los Hechos de los Apóstoles 1:14 que dicen :”
Todos se unieron constantemente en oración, junto con María”.
Ya va siendo hora que admitamos que no puede haber cristiano
sin oración y que rezar como dice en un bello y valiente artículo publicado en
2018 el periodista Miguel Ángel Robles es "tener fe. Tener fe en la vida, en las personas, en tus amigos, en tus hijos,
en tus padres, en Dios…y es un super poder que nos predispone al bien. Rezar es
creer y ser practicante de un mundo mejor”. Y a eso hemos ido a Covadonga y
acompañado al Papa Francisco.
Concluido el rosario, paseo por la esplanada en obras delante
de la Basílica y antes de irse, pues no me gusta conducir de noche, visita a la
Real Colegiata de San Fernando, construida entre los años 1585 y 1599, siendo
obispo don Diego Aponte de Quiñones, donde nuevamente la fuerza de san Fernando
está presente en cada piedra o sillar de
sus muros, cargados de fuerza, vigor e historia.
El día ha dado para mucho, esto son solo algunos retazos, pero especialmente para recordarnos la importancia
y vigor de la oración y su universalidad. ¡Virgen de Covadonga, sálvanos!
José Antonio Noval Cueto.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario