“Las democracias pueden
morir de aburrimiento”
Esta opinión aireada por F.Umbral a principios de los 90, se carga más de
contenido en la actualidad si le sumamos el término “dejación”, y sirve bien
para enjuiciar y radiografiar la actualidad española, polarizada desde hace quince
años o más con la llamada “pasión de catalanes”, permitida y auspiciada por las
llamadas élites de los partidos de la casta o de la estabilidad (PP,PSOE,IU) o para ser más precisos, por los sujetos a
nómina de los respectivos partidos, los que dicen “sí” a todos, aunque esté en
peligro el bien general y se atente contra el más elemental sentido común.
Se ha dicho que la II Guerra Mundial evidenció el fracaso del
régimen parlamentario y generó el enfrentamiento entre el fascio y el comunismo. Semejante situación se
va repitiendo e incrementando en el sistema político español elección tras elección por muchas campañas de miedo y por
muchas opiniones y deseos que hagan los
líderes extranjeros. Ya no importa el nivel de participación del electorado, lo importante es triunfar aunque
sólo vote el 20% de los votantes.
Dicen que el gran enemigo del amor es la rutina, la monotonía
y otro tanto se puede decir de una Democracia donde las leyes no sólo no se
cumplen, sino que por motivos que uno desconoce, no se elaboran ni promulgan. ¿Causas?
Dicen que la Democracia es o deber ser
el imperio de la Ley, pero si éstas no existen, nos quedamos en un mero rito de
votación que hace que las cosas sigan como están y basta para ello recordar los
vacíos legales que últimamente se han dado en la vida española en temas de
terrorismo, fraude fiscal, indultos, desahucios, abdicación del Rey o más
recientemente el reforzamiento in extremis para que las sentencias del Tribunal
Constitucional sean de obligado cumplimiento, después del impune Referéndum
catalán de noviembre de 2014 y si esto no fuera suficiente, tenemos que recordar
que los procesos o macrocausas judiciales se eternizan o las dejan prescribir
como el horroroso caso de la “talidomina” o se alegan defectos de forma para paralizar
expedientes de lo más dudosos y esto sin
entrar en sentencias judiciales que producen sonroja y no se ajustan al
elemental sentido común, de ahí que alguna oportunista ya habla de reinventar la
justicia para que sea útil.
Este sacrificado pueblo español sólo pide que se le escuche, que
pueda exponer sus necesidades y que cuando existan quebrantos serios se le den
explicaciones, y un día sí y otro también observa que se le ningunea
información, se le engaña, y que en los temas
de más importancia no siempre hay luz y taquígrafo. Se dan los comunicados en el extranjero y en las ruedas
de prensa o no se admiten preguntas o sólo se permite alguna que otra de algún
periodista afín…Al español de a pie sólo se le tiene en cuenta a la hora de
pedirle el voto y una vez depositado se le olvida, se le secuestra. ¡Hasta las
próximas elecciones! Después de haber engañado con cheques bebés, ventajas
fiscales o senados en Barcelona.
¿Alguien puede entender que después de airear el movimiento 11M la necesidad de
una nueva ley electoral con listas abiertas ésta siga sin hacerse y lo que es
más grave que hasta Podemos la haya silenciado? Y esto no es nada nuevo, ya
Fraga en su día tuvo que ceder la Xunta de Galicia por los pactos contra-natura
que tanto desencantan al ciudadano y que
falsean la voluntad popular expresada en las urnas, aunque sea legal, pero no
moral, y esto mismo se ha padecido en Siero, donde quizás hemos tenido el
primer tripartito de la historia reciente de España, allá por el año 1999…
España y los españoles necesitamos alguien de quién fiarnos, que
nos trasmita la ilusión y el orgullo de
ser españoles- más aún cuando debemos más de 3,3 billones de euros- , que nos
invite a un proyecto común que es hacer de nuestra tierra, de nuestra Patria,
una gran nación, un gran país, pero uno, viendo lo que ve, tiene el temor del gran Quevedo cuando decía que “donde no hay
justicia es un peligro tener razón”. En las pasadas elecciones griegas un
periodista pregunta a un vecino cuál era su criterio a la hora de votar, y este
hombre muy juicioso dijo:
-
Votaré
al menos inútil y al que menos daño cause a mi país.
Visto lo visto y lo publicado, consideró que puede ser un criterio a seguir en esta época de incertidumbre, mentiras y angustias que vivimos, donde por
prohibir se ha llegado a prohibir que la Guardia Real desfile por las calles de
Oviedo.
José
Antonio Noval Cueto.