"Empieza el curso"
Publicado en "La Nueva España" (29 de setiembre 2015)
Así como para el campesino el año natural termina con la
recogida de sus cosechas, para profesores y alumnos el año natural empieza en
setiembre, con las paradas de todos conocidas y con las tarifas de libros que alarman
al veraneante descuidado. Todos están inquietos
y expectantes. Los alumnos aún no se lo
creen. Se acabó el verano. No quieren quitarse las bermudas y eso que las
sombrillas, hamacas, chanclas y paelleras duermen ya en el trastero... Llegan
las obligaciones : clases, exámenes , notas, y entre fracaso y éxito toca hacer
camino. Los profesores oxigenados y conocedores del paño, programan sus clases,
sus objetivos y esperan provocar esa curiosidad que facilite el aprendizaje y evite la distracción, las
ausencias, la inapetencia y el traumático suspenso, algo en extinción desde la
Transición política. Los padres ilusionados, optimistas. Confían en sus hijos.
Les animan. Saben que son los mejores y esperan que este curso tengan la
oportunidad de demostrarlo y que en vez de sacar cincos, con alguna que otra
recuperación, obtenga nueves o dieces, y en medio de este panorama, la
sociedad, todos nosotros, que con
nuestro ritmo habitual premiamos o castigamos según las circunstancias y como
no, los medios de comunicación, que como
oráculos del futuro nos recuerdan la importancia que tiene una buena educación
en el progreso de los pueblos y en la
mejora personal y así estos días iniciales de setiembre nos hablan de
inteligencia emocional y social, de la importancia de la creatividad , de la economía
del conocimiento en un país como el nuestro no muy dotado de materias primas… y
en medio de todo este barullo no faltan los políticos juiciosos que demandan un
pacto de estado educativo que evite las guerras innecesarias que se atisban por
el horizonte.
Hace un tiempo, en plena dialéctica entre marxistas y cristianos, sucedió el
siguiente episodio que resumo.
Un marxista le preguntó a un cristiano:
-¿Cómo usted puede
creer en algo no demostrable como es la
existencia del cielo?
Y el cristiano le respondió:
- Si para usted es imposible creer en el cielo, para mí lo es
más aún creer en una sociedad sin
clases, entre iguales, ya que como usted y yo sabemos la inteligencia de todos no es la misma.
Esta anécdota no vendría a mi cabeza si recientemente no hubiera leído un ensayo de Thomas Piketty, economista solvente y muy mediático , que al analizar las causas de
las desigualdades económicas que se dan en la actualidad y la solución a las
mismas, reconoce que uno de los motivos que origina más desigualdades en la
actualidad viene generado por el capital
humano, concepto que designa la inteligencia
y cultura de cada persona, y estas diferencias no son tan fáciles de amortiguar o equilibrar, pues dependen de la inteligencia
de cada persona, de la familia en que uno nace y crece y del entorno social que
rodea al niño, ya amigos, vecinos, compañeros de clase… Dicho esto ¿Deben los
padres preocuparse del “capital humano” de sus hijos? ¿Sorprende que busquen la máxima calidad y elijan la educación que quieren? ¿Tendrá la
misma sensibilidad para el estudio un niño que vive en un ambiente cultural,
rodeado de personas cultas, libros, tertulias, conferencias, cine, museos …que
otro que no tiene luz para hacer los deberes?
No está de más recordar que el futuro de cada uno dependió,
depende y dependerá del nivel de responsabilidad y entrega de nuestros padres,
de su cultura, de su generosidad, del tiempo y motivación que transmitan. Hace
unos años al visitar las chabolas de la Sierra de Granda pude compartir la
alegría de un padre que me dijo satisfecho que su hija empezaba el 1º curso de
bachillerato. ¡Eso sí que era
motivación!
Que la inteligencia no es uniforme y que genera diferencias lo
sabemos todos, pero viene bien recordarlo, pues pocos intelectuales tienen el
valor de decirlo y analizarlo.
Para concluir este
escrito voy a permitirme trasladaros dos recomendaciones de Gregorio Luri que considero muy juiciosas:
a/ No hay alternativa pedagógica a los codos, o dicho de modo
campesino si no se planta la viña y se cuida no se cogen uvas
b/ Todo niño tiene derecho a tener unos padres tranquilos e
imperfectos.
¡Que la
navegación sea favorable!
José Antonio
Noval Cueto.
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