domingo, 17 de enero de 2016

“Carta al diputado bebé”
                           
Querido Diego:

He dudado en escribirte porque sé que aún no puedes entender este mensaje, pero me ha animado a ello Neruda cuando me dijo : “Que llegan todas las cartas, pero sobre todo las que se escriben”, y en la confianza  que algún día lo leas y puedas entender y valorar hechos y conductas equivocadas que han hecho de ti, sin tú quererlo, protagonista de la Constitución de las Cortes españolas - desconozco si cuando lo leas seguirán llamándose españolas o plurinacionales - una mañana de un frío 13 de enero de 2016 y es que desde entonces te acompaña el título de ser el primer niño que ha sido amamantado en la Cámara Baja o Congreso de los Diputados. La verdad es que no es mal sitio, otros tuvieron que contentarse con una gruta y un pesebre. Te recuerdo que no eres el primer bebé que tiene un protagonismo tan desmesurado, otros, por circunstancias más funestas y sin quererlo sus padres,   también han sido noticia, pero trágica, así recordemos al bebé Aylan Kurdi convertido en símbolo y defensa de los refugiados que huyen de la guerra y del hambre en Siria y alrededores, y más recientemente ,en la isla de Agathonisi, el primer refugiado fallecido  de este año 2016 era un niño, de dos años, sirio de nacimiento y cuyo nombre desconozco.

Recuerdo que en artículo que publique ese mismo día de la formación de las Cortes pedía que los políticos estuvieran a la altura de las circunstancias, ya que de sus decisiones depende el futuro de más de 46.000.000 millones de españoles, y una vez más, Diego, la jornada fue más que  reflexiva, circense, pues casi todo se redujo a rastas, jabón, colonia, vestuario – nada nuevo bajo el sol, pues ya en la Transición se pasó de las camisas de leñador, vaqueros roídos, pana,  boinas ,chirucas, barbas y melenas… a zapatos de tafilete, trajes y camisas a la medida, corbatas de seda, y todo ello para estar más en consonancia con el papel de hombres de Estado y fieles a ese principio maquiavélico  de “adonde fueres, haz lo que vieres”
.  Hoy, curados del sarampión y cuando ni los artistas y escritores hacen alarde ni propaganda de su profética inspiración, la única carta de presentación que nos sirve es la conducta, los hechos y méritos de cada persona, y eso es compatible con la obligación que tenemos todos de dar una imagen positiva por consideración a los demás y a uno mismo. No está muy lejos aquel personaje de Lauro Olmo que en el año 1962 lavaba y tendía al aire su mejor camisa con la esperanza de conseguir trabajo.

La única novedad de ese día fuiste tú y tu madre Carolina que acompañada de tu silla o buga-buga – los carritos van a menos- y con la ayuda de tu  cuidadora, entrasteis en el Hemiciclo donde tu mamá aspiraba, sin haber sido concejala, a ser la nueva Presidenta de las Cortes y mientras se desarrollaba la sesión cariñosamente te mantenía en su regazo y con pudor te amamantaba o te tranquilizaba cuando dabas muestra de hambre, queja o cansancio.

Ese día al veros me acordé de las muchas jóvenes que pasean al amanecer o al atardecer por las calles de Pola, de Lugones, con sus sillas y los bebés bien abrigados para conducirlos a las guarderías o a las casas de los abuelos o cuidadores y recogerlos después de una jornada agotadora de trabajo. Son las heroínas del siglo XXI y el Estado no sólo no se lo reconoce sino que incluso consiente que muchas de ellas tengan que dejar su trabajo – ahora que tan necesitados estamos de natalidad- . Se cree  que un 25% de las mujeres pierden su puesto de trabajo al caer embarazadas. El mejor ejemplo de esto me lo encontré ayer en una céntrica calle  de Avilés donde una persona mayor, apoyada en una muleta, tiraba con dificultad del carrito de su nieto, y es que  como tú madre  bien sabe  ,no todos pueden pagarse una cuidadora o acceder a una guardería. Uno de los regalos más deseados en las grandes ciudades españolas  es que las nuevas madres dispongan de una cuidadora, de una chica que les ayude crianza de su bebé. No están lejanos los tiempos en que las nodrizas asturianas eran muy cotizadas en Madrid.

Perdóname que te diga, Diego, que no creo en las casualidades y menos ahora que muchos quieren convertir la política en circo, en folclore, en pasatiempo, en ruina, en desesperación para logro de sus fines…. Soy de los que creen que las Instituciones merecen un respeto, una dignidad, una consideración, y que las cosas importantes en la vida, las que sean, hay que celebrarlas como se merecen, y todo tiene que tener su boato, su protocolo, su liturgia. Siempre he rechazado que se instrumentalicen a los más indefensos, a los más inocentes, a los niños. Nunca he entendido que en los Plenos municipales o incluso en las marchas de protesta, donde se aspira tensión , violencia,  aparezcan niños portando pancartas, como si los mayores no tuvieran por si mismos coraje o suficientes argumentos para denunciar o reclamar aquello que consideran justo e indispensable.

Creo , Diego, que debemos dejar que los niños disfruten de su infancia, es suya, de ellos. Preocupémonos de su instrucción y educación, y hagamos lo posible y lo imposible para que en su hogar nunca falte el cariño, el amor, ya que una infancia feliz es una garantía de futuro y es que como bien dice El Principito :” … mi secreto que no puede ser más simple : sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos”.

Diego te deseo la máxima felicidad y el mejor futuro, y espero que el día de mañana comprendas a tu madre y le perdones ese excesivo celo profesional que le ha llevado a presentarte antes de tiempo al Parlamento de España y convertirte en el diputado 351, sin tú quererlo.


                                             José Antonio Noval Cueto.

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