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Y
todo gracias al grupo de “Teatro Valdesoto”, que desde hace unos años da el
chupinazo de nuestras fiestas de la Virgen del Carmen, con la representación de
una obra de teatro, en este caso con “Cróniques de Valdesoto”. Cuatro escenas
de costumbrismo asturiano, de creación propia, con diálogos directos y jugosos,
donde no faltan las preocupaciones personales, vecinales, llámese enfermedad,
en la persona de un abuelo tembloroso y enajenado, que pregunta insistentemente
por su esposa Adela y por su “má”, que pone a prueba el amor y la entrega de
los suyos; ya las preocupaciones de un joven matrimonio, cuyo marido, Pachín,
empieza a conocer los desvelos y preocupaciones que supone ser “concexal”; ya la
típica escena de la vendedora de sardinas que aire su mercancía y las bondades
de la misma, y el cliente que no logra disminuir su precio, a pesar de los
muchos argumentos y motivos que esgrime, o ya las ilusiones que aportaban las
quinielas a últimos de los 60 – más al conocer los millones que se ganó un humilde
campesino castellano de nombre Gabino- , donde toda persona con dificultades y
escaso salario veía la solución a sus problemas y al pago de la amenazante
deuda contraída con don Fulgencio, el prestamista del pueblo.
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Durante
el tiempo que duró la representación se oía la risa de todos, incluso de los
más pequeños, que el día de mañana tendrán el privilegio de recordar esos
momentos tan agradables – que no todo ha de ser televisión y videojuegos- , que
tenemos un procedimiento muy nuestro para pasarlo bien, el humor, la sátira, la
palabra y el afán de mejora, de felicidad, de auténtico progreso. Y para ello bastan pocos recursos, como ayer,
16 de agosto, a las 20:30 horas, quedó evidenciado: un patio de escuela, un
sobrio decorado, un cuadro, una mecedora y una manta, y al fondo unas cortinas,
un cuadro y una pequeña vitrina de pie. El vestuario clásico, de época
reciente, traje gastado de maón, de pana… . Cada escena era introducida por una
mujer coro, que alertaba al público del
tema a tratar. Pocos actores, 3 hombres y 4 mujeres, que se movían por el
escenario con gran naturalidad…Y es que como decía Pachín , el concejal, “fai
falta la palabra”. Con nosotros mismos nos bastamos, aunque esto no sea
incompatible con acudir a la radio y a la megafonía, para que todos los
presentes, influidos por Antón y Telva, estemos pendiente del resultado final
del partido entre el Madrid y las Palmas, y celebramos al unísono el triunfo de
las Palmas y los 14 aciertos de Antón y Telva, y la peculiaridad de ser una única
quiniela de 14 doses. ¡Cuánto dinero!¡ Ya parece que los billetes caen por el
patio de la escuela, y todo ello gracias a la magia del teatro!
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Al
buen hacer del Grupo Valdesoto se unía una auténtica tarde de verano astur,
azul, luminosa y con el preámbulo gozoso de saludar y departir con los actores
que nos recibieron en la entrada del patio de la Escuela y con los que hemos
intercambiado deseos, vivencias y dudas, de difícil demostración, como aquella
que se planteaba mi amigo Mingo sobre qué tipo de comida facilita más una buena
representación , si un gazpacho o una fabada...Lo que sí sabemos es que el típico defecto del teatro español,
nuestro tradicional susurro, como mejor se combate es con vino, y esto
justifica que Noé lo primero que plantara al salir del arca fue una viña, y es
que el vino quita penas y celebra alegrías, como hizo Antón con su quiniela.
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Acabada
la representación toca reponer fuerzas y en el fondo del patio de la Escuela,
la Asociación de Vecinos, en una improvisada y bien surtida barra, ofrecía una
amplia selección de pinchos y bocadillos de tortilla, pollo, lomo y diferentes
postres caseros, a unos precios módicos, de rebaja, y todo muy rico. Concluye la jornada con
parchís, tute…sidra, vino, cuba libres, gin-tonic…encuentros y conversación,
que de eso se trata.
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En
resumen, en Traspando no tenemos mar, pero sabemos pasarlo bien y venerar como
se merece a nuestra Virgen del Carmen, y para ello acudimos al teatro, una de
las manifestaciones literarias de todo tiempo y cultura, y cuyo texto más antiguo en nuestro idioma es
“El Auto de los Reyes Magos”. ¡Hasta el próximo año! Un saludo
José Antonio Noval Cueto
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