En plena guerra de energías - que se ha llevado consigo
gobiernos como el de Rajoy en 2018- y búsqueda de nuevas fuentes de
provisionamiento, es normal que se rastree energía en todos los componentes de
la naturaleza, desde el agua, viento, carbón, pasando por el gas o el hidrógeno
y hasta incluso por la sonrisa, aunque solo sea para hacer realidad aquel viejo
proverbio escocés de que: “La sonrisa cuesta menos que la
electricidad y da más luz…”. Y es que los tiempos no están para mucha sonrisa,
por mucho que se haya celebrado el pasado viernes, 7 de octubre, el Día Mundial de la Sonrisa. Hay, diríamos, un
persistente desencanto humano que tiñe la actualidad de tristeza, frustración,
desesperanza e incluso muerte, pues son muchos los que no encuentran la
deseable tabla de salvación que proporciona un trabajo digno, estable, con
futuro…y entre estos los más jóvenes,
los más tiernos, los más inseguros, los que ven como muchos de sus
sueños y proyectos se arrinconan en desvanes, arcones y promesas inciertas.
El número e intensidad de las sonrisas ha disminuido, y quien
sonríe parece que pide perdón, como si molestara, como si estuviera prohibido
que se visionase un hombre feliz, que sonríe, que disfruta. Son tiempos
difíciles y para más preocupación la banca suiza con problemas. La pandemia, la
guerra, la mala gestión nos ha disminuido y desangrado. Ha hecho del dolor nuestro
compañero de viaje y del futuro una permanente zozobra e inquietud, y por el
medio fijos discontinuos, sueldos escasos, becarios y esclavitud de horarios y
días. Lo tomas o lo dejas. La única denuncia el silencio. ¡Que vivan mucho
nuestros mayores! Nos han engañado. No
estamos preparados para soportar tanta inclemencia, tanto vituperio.
De todo esto que digo dan pruebas evidentes las portadas
diarias de periódicos, noticieros y telediarios, que apenas dejan hueco para la
ilusión, el optimismo, la esperanza, incluso para la espontaneidad. Ya ni se
consultan las hemerotecas. ¿Para qué? Todo vale, todo se justifica, todo
depende del color con que se mire y del fin que se persiga. Todo es fruto de la
realidad cambiante que vivimos. Todo son palabras huecas que no duran ni un telediario:
que si la corrupción, que si los indultos , que si estaba o no consensuado el
incremento en Defensa, que si el Banco de España cuestiona los presupuestos del
Gobierno, que el poder judicial y la lentitud de sus procesos- el juicio de
Aznalcóllar o desastre ecológico que amenazó a Doñana se empieza ahora después
de veinticinco años-. De los titulares de esta semana me quedo con este puesto
en boca de Albert Boadella que contiene gran dosis de verdad: “Hay un par de
generaciones que al primer contratiempo recurren al sicólogo, a la química o al
suicidio “ ¿Culpables? En mayor o menor medida todos…A veces he llegado a
comprobar que las portados de muchos digitales y periódicos contienen las
mismas noticias, como si la Actualidad diversa y plural estuviese enlatada,
uniformada, como si sólo existieran las noticias que ellos publican; sólo de
vez en cuando alguna sorpresa, como que la mejor ensaladilla rusa se come en
Celorio (Llanes), o que los percebes de Puerto Vega se han vendido a 100 euros
el kilo.
Son tiempos oscuros y esto es una prueba de esa opacidad. Los
jóvenes tienen capacidad de resistencia, de frustración, pero lo que no
soportan ni consienten es que se les engañe, que se les ningunee, que se les
oculte la verdad y reclaman que la palabra pronunciada o escrita recupere su
nobleza, su dignidad, su verdad, algo que hoy no abunda, que se desprecia y
basta para ello seguir los avatares que ha sufrido la Educación en España desde
los tiempos del ministro Maravall , en la que las Humanidades han quedado cercenadas,
mutiladas, como elemento prescindible ,innecesario, y con alumnos
desconocedores de la historia y esencia del país en el que viven y crecen , y
todo por una cosificación del ser humano, ajeno a toda trascendencia o sentido
metafísica de la existencia.
Hace unos años y también en unos tiempos muy confusos, en
carta a Miguel de Unamuno, de fecha 12-6-1927, don Antonio Machado confesó sin
reparo que :” De política entiendo poco, cada día menos…” pensamiento que hago
mío al referirme a la política tal como hoy se practica y reclamo que las
palabras recuperen su nobleza, su
sentido, su dignidad…pues como decía Machado, Antonio, ¿qué hay más noble que
las palabras?
José Antonio Noval Cueto.
PD. ¡Una
sonrisa, por favor!
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