Quisiera no tener que escribir estas palabras, pero los últimos acontecimientos que estamos
viviendo me obliga a escribir estas palabras, y es que mi conciencia no puede
callar, no puede permanecer silenciosa, y más cuando está en juego el destino
de todos nosotros. Sé que es más cómodo mirar para otro lado, pasar página,
pero esta antigua estrategia, anterior
al asesinato de Abel a manos de su hermano Caín, llega el momento que genera
más problemas que ventajas, y de silencios cómplices y sus consecuencias está
llena la historia reciente, véase el genocidio judio en la Segunda Guerra
mundial – recordemos que Hitler llegó al
poder por las urnas-.
Uno puede tener la lógica ambición de ser concejal, alcalde,
ministro o presidente de Gobierno y siempre guiado de ese afán generoso de
que su trabajo y dedicación contribuya a
una sociedad mejor, más justa, más
tolerante, más equitativa, en resumen, una sociedad mejor y con futuro, pero
cuando ve que en ejercicio de esas responsabilidades el único fruto que obtiene
es una sociedad más tensionada, enfrentada y dividida es de desear que por el
bien de todos las deje cuanto antes, pero
últimamente eso no ocurre, no se da y quizás uno de los motivos es que
para algunos la política lleva siendo su única profesión desde hace décadas, y
hablarles de generosidad, de bien común, de patria, de dignidad y honor, es un
lenguaje que no entra en sus planes, ya que su responsabilidad política sigue
el siguiente esquema de : primero yo, después el partido y en último lugar
España y sus gentes. Y esto es lo que nos depara la vida actual, en la que el
Parlamento en “plena diarrea legislativa”, sin consensos y consultas a los
órganos preceptivos, de prisa y corriendo,
aprueba leyes que después la propia realidad evidencia que son inoperantes y nefastas, y todo por ese afán
de querer inventar un mundo nuevo, desconociendo el actual, y hace cierta aquella expresión de Amado Nervo de que “la mayor de los
fracasos vienen por querer adelantar los éxitos", y si no que se lo pregunten a
Zapatero que tuvo que reconocer la situación delicada que pasaba la nación y
convocar elecciones, para evitar la quiebra y ruina de España…
A pesar de esa experiencia reciente, el PSOE, el “otro PSOE”
como le califica Alfonso Guerra, vuelve a las andadas y un día sí y otro
también toma decisiones que ponen en peligro nuestra convivencia, nuestras
reglas democráticas, nuestro Estado de Derecho, y sólo con la única intención
de contentar a sus socios independentistas de Gobierno y perpetuarse en el
Poder, aunque para ello tenga que apoyar y aprobar una España dividida,
desigual, de dos o más velocidades – recordemos los problemas de comunicación
que aún tenemos en Asturias, Extremadura…- . Nuevamente el fantasma de las dos
Españas resurge entre nosotros: la España los nacionalismos y la España real,
de siempre, la unida. En otro tiempo aquellos que se decían robados y perjudicados pedían y reclamaban los balances
fiscales y dineros que recibía cada autonomía; ahora beneficiados en exceso y
de manera arbitraria- véase el concierto económico vasco y sus ventajas- ya no
los reclaman, pero no pierden ocasión de tensar y modificar la convivencia de
los españoles, y exigen cambios prontos y con carácter retroactivo en el Código
Penal para que los encausados por el “Procés catalán de 2017”, - que sabían lo
que hacían y que reiteradamente se les había avisado de sus consecuencias- atenúen
o queden libres de sus penas, de modo que desaparecido el delito, desaparezca
el castigo...
Creo que la alarma está justificada y la lógica preocupación
reina en todos los ámbitos y lugares de la vida española , ya que de consumarse
sería una quiebra importante del Estado de Derecho. Estos últimos días algunos
responsables del aparato del PSOE asturiano y el mismo Presidente Barbón han
tratado de justificar la necesidad de esa arbitraria y precipitada decisión que
va a tomar el Gobierno de la Nación, no el de
nación de naciones, y en vez de aclarar las cosas, las complican más, por
mucha necesidad jurídica que se argumente, pues no es fácil decir que lo blanco
es negro, y menos que la soberanía
popular entienda eso de cambiar leyes
por presupuestos, que en el fondo eso es lo que se dilucida, y al final siempre
queda la sospecha, eso de que “excusación
no pedida, acusación manifiesta”.Desconozco la antigüedad de estas peticiones que ahora quieren abolir, derogar.
Dicen los pedagogos que uno de los problemas que tiene la
enseñanza actual es que muchos niños no
están acostumbrados a que sus padres les
digan “no” a sus peticiones innecesarias o a sus caprichos, y que esto genera
después adolescentes desarraigados y problemáticos, algo de eso también está
pasando en la vida española y así nos
va. Yo, mientras la Constitución española de 1978 siga en vigor, recordaré y
cumpliré el capítulo Segundo que trata
de “Derechos y libertades”, en su ARTÍCULO 14 dice: “Los españoles son iguales
ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de
nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o
circunstancia personal o social”.
No todo vale en política y menos que los independentistas dirijan los destinos de la España que dicen querer destruir.
José Antonio Noval Cueto.
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