El pasado domingo, 22 de octubre, se celebró la festividad de
San Juan Pablo II, uno de los Papas que más influencia ha ejercido en las
últimas décadas en nuestra humanidad- creo que nadie ha tenido tanto poder
moral-. Sus meditadas y certeras enseñanzas, encíclicas, su ejemplo y
coherencia, sus múltiples viajes por
países tan dispares como Argentina, México, Cuba, EEUU, Canadá ,Senegal,
Gambia, Tierra Santa, India, Suecia, Noruega, Alemania, Ucrania, su Polonia
natal , Checoslovaquia… lo avalan. Precisamente
en este último país, fue recibido por el entonces nuevo presidente, el escritor
y dramaturgo Václav Havel, un 21 de abril de 1990, que en el aeropuerto de
Praga pronunció uno de esos discursos brillantísimos que marcan época y del que
me vais a permitir que os traslade algunos fragmentos:” Yo no sé qué es un
milagro…A pesar de eso, me atrevo a decir que en este momento estoy viendo un
milagro: el hombre que era arrestado como enemigo del Estado se encuentra aquí,
en el día de hoy, como presidente de ese estado , y da la bienvenida al primer
Pontífice que pone el pie en este país…No estoy seguro de saber qué es un
milagro. A pesar de ello, me atrevo a decir que en este momento participo en un
milagro, a un país devastado por la idea del enfrentamiento y la división en el
mundo llega el mensajero de la paz, del diálogo, de la tolerancia, de la estima
y de la sosegada comprensión…”
Yo quizás no haya tenido experiencias tan bruscas y súbitas
como la del presidente checo, pero he vivido algunas. Recuerdo en un parte
radiofónico de Radio Nacional de España muy mañanero, hacia las seis, las
palabras entrecortadas y emocionadas del presidente Carlos Arias Navarro al comunicar
la muerte de Francisco Franco, un 20 de noviembre y la inquietud e inseguridad
que se abría ante todos. El salto que había que acometer era de gigantes…¿Será
posible la convivencia entre las dos Españas, la de los vencedores y la de los
vencidos? ¿Habrá la generosidad, diálogo, tolerancia necesarios? ¿Será
posible? Hoy, casi cincuenta años
después, no sin sobresaltos (crímenes de Atocha, de Eta, Grapo y otras muchas
turbulencias…) se puede decir que el resultado fue positivo. España progresó,
se abrió al futuro y los españoles tuvimos más oportunidades. Este periodo de
la Transición con su Constitución de 1978, entre los politólogos de todas las
tendencias, se le conoce como el milagro español. De aquella época quedan para
la historia dos hitos: a/ Los llamados “Pactos de la Moncloa”, que impulsó el
presidente Suárez, firmados el 15 de octubre de 1977 y que tuvieron como
objetivo garantizar la estabilidad política del momento y adoptar las medidas
económicas que fueran necesarias para contener y reducir la elevada inflación que llegaba al 26,39% b/ La Ley de la Reforma Política, o Ley 1/1977, aprobada
por las Cortes franquistas el 18 noviembre de 1976 ,con el apoyo de 425
procuradores de los 531 presentes y que
supuso para la mayoría de ellos el fin de su actividad política. ¿Se imagina
uno a los actuales diputados renunciando en bloque a su escaño porque su líder
toma decisiones que ponen en peligro nuestra convivencia y futuro?
Hoy esto que es tan necesario, sería imposible, ya que aunque
afortunadamente la sociedad no está tensionada políticamente, la clase
política, que antepone sus intereses personales o de partido , sí lo está y da
una imagen poco edificante, casi barriobajera, basta seguir los plenos del
Congreso, y es que lo único que importa
es el poder y la ideología queda reducida a una mera etiqueta que se quita y se
pone según interesa. Basta ver los titulares y conductas de algunos de sus
protagonistas.
En España somos muchos los que esperamos milagros y más desde
que se anuncia que la jornada laboral se reducirá a 37,5 horas semanales, que
solo cumplirán los organismos oficiales y el resto de emprendedores se verán en
el serio problema de subir los precios, ya que me suben las cargas sociales-
somo uno de los países de Europa con mayores cargas sociales-, o reducir las
contrataciones, si es que quiero ser competitivo y mantener el negocio, y esto
no beneficia al empleo. Recordemos que
el ministro del ramo ha dicho que la única manera de mantener el sistema de
pensiones es que tengamos más empleo -somos el país del UE con más paro-.
No descubro nada nuevo si dijo que el horno no está para
bollos, que la cesta de la compra lleva un ritmo de subidas tan vertiginoso que
da la impresión que compras marisco todos los días. Por desgracia, son muchas
las personas que tienen que hacer milagros todos los días para llegar a fin de
mes. Los comedores sociales en aumento.
Por último y a pesar de las dificultades del momento
(pandemia, paro, subidas de precios…) ya se han concluido los trabajos de la 1º
Fase de Rehabilitación de la Iglesia de San Pedro de Pola de Siero, que
ascendieron a unos 370.000 euros. Milagro que ha sido posible gracias a la
ayuda prestada por el propio San Pedro, a la entrega y perseverancia de los
sacerdotes Don Fermín Riaño Menéndez y Don Sergio Santa Rendón, y a la generosidad
de muchos (Ayuntamiento, Principado, Arzobispado, Caja Rural , vecinos y
feligreses…) que han hecho posible este milagro de tener una Iglesia segura y digna . Desde
primeros de octubre ya se ha puesto en marcha la campaña de recaudación para
ejecutar la 2ª Fase, que asciende a unos 280.000 euros y que afectará a las
cubiertas del templo, naves laterales y local parroquial. ¡Contamos con tu
ayuda para este nuevo milagro!¡Muchas gracias!
En la vida diaria se producen muchos milagros que no siempre
apreciamos en su debida importancia, como ver, oír, respirar, andar, comer,
pensar, hablar y escribir estas letras. ¡Que perduren!
José
Antonio Noval Cueto.
PD. De la lectura del escrito se deduce que cualquier
semejanza entre Carlos Puigdemont y el entonces presidente de Checoslovaquia,
Vaclav Havel, es mera coincidencia. En el apartado de las sugerencias, te recomiendo la
lectura de “Testigo de la esperanza”, biografía de George Weigel, sobre la
figura de San Juan Pablo II. No tiene desperdicio. Te sorprenderá su talla humana,
social y espiritual. Nada de lo humano le era ajeno. ¡Que bien conocía las
miserias y grandezas humanas!