sábado, 20 de octubre de 2012

“Se echan cartas”



Un compromiso ético del ser humano es conocer la realidad en que se mueve, pero cada día le es más difícil conocerla,  sopesarla y valorarla, ya que el exceso de información quizás desinforme, y eso que abundan las tertulias radiofónicas, televisivas y se publican en prensa abundantes y documentados artículos de autorizados analistas políticos, donde se nos habla de prima de riesgo, de línea de crédito, de banco malo, de armonización fiscal, de Consejos Consultivos europeos, cuando antes de Economía ni se hablaba…pero me da la impresión que la realidad se les va de las manos, va por otro lado o quizás es que hay muchas realidades. Así tenemos la realidad publicada o la del que Gobierna, que a pesar de sus peticiones de ayuda y de crédito, - así recientemente el Principado pidió un crédito de 60 millones al Banco Sabadell para hacer frente a los pagos hasta fin de año y 261,7 millones de euros al Fondo de Liquidez Autonómica,-  no quita la desesperación y desesperanza a los más de 1.500 niños sin recursos que atienden Cáritas y Cruz Roja en el Principado ni a los más de 105.950 parados que ya tenemos en Asturias, que de tanto peregrinar en busca de trabajo ya han gastado las suelas y los cuellos de las camisas y entran en proceso de letargo, mientras comprueban con estupor que en las últimas elecciones autonómicas en gastos de campaña se gastaron  1,6 millones de euros … La crisis inmisericorde que nos azota y que hizo su aparición ya en el 2.007, ya no da el menor respiro, y uno comprueba sorprendido como negocios o tiendas de toda una vida en la ciudad, lucen vacíos, con el cartel de se vende, se alquila, o bien se transforman en los nuevos negocios que genera la misma crisis o negocios del reciclaje o de la última esperanza, así la reparación de ropas, - zurcidos, vueltas de cuellos, reconversión de abrigos en chaquetones,- de los paragüeros que reparan las varillas del paraguas arrinconado; de los lañadores que arreglan piezas de cerámica, o  los muchísimos locales que anuncian que “Compran oro, máxima discreción”, y que tienen los cristales opacos  y el acceso al local de lo más reservado. Al ritmo que vamos, tendremos uno en cada calle. Ya se palpa la miseria en todos los lugares y ambientes, ya no hace falta reservar la mesa para la comida o cena y ante la falta de liquidez ya se está adiestrando el personal en la técnica del trueque. Las calles se añusgan de consumo, pierden su esplendor, ahítas de miseria, quitan bombillas, se limpian con menos intensidad y observan el paso cansino y preocupado de los caminantes, en otro tiempo sonrientes y alegres con las compras realizadas, y hoy taciturnos y sonámbulos observan las cornisas de los edificios o los sueños imposibles que se anuncian en los escaparates. Las más céntricas, con más ruido que consumo, están llenas de galloferos y guripas que se observan mutuamente, como si uno justificara la existencia del otro. Ya basta  darse un paseo por las calles, tomarse un vino en las tabernas, y descubrir la auténtica realidad , otra realidad diferente, más cruel , más inhumana ,  como la de esa persona que conociendo la desesperación de muchos se anuncia en la papelera de su calle con el escueto título de :”Se echan cartas”,  pues sabe que son muchos los que ya cifran su única y última esperanza en las cartas, en ese naipe que le prometa trabajo y le sirva de estímulo, pues como dicen los antiguos , no hay mal que cien años dure y máxime cuando la familia, tan detestada en épocas de supuesta progresía, sigue siendo el principal colchón de la sociedad española.



                                          José Antonio Noval Cueto.

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