Siempre que puedo y el tiempo lo permite soy un fiel seguidor
de la emisión televisiva de los Premios
Princesa de Asturias que la TPA nos trasmite con todo lujo de detalles .
Me parapeto en cómodo sofá, provisto de
papel y boli, y suelo ir anotando aquellas palabras que consideró importantes,
buenas y útiles. Desconozco el
porcentaje de audiencia que tiene la retransmisión, pero sí sé que sus efectos
son benéficos para la cultura, para el ser humano, para todos, y digo esto por
propia experiencia, y es que llega el
momento que los ojos se humedecen y
tímidamente de sus cuencas se desborda temerosa y rápida una lágrima, y no es para menos, pues lo que
vemos y oímos en ese escenario es difícil de superar, difícil de imaginar, y
lleva a uno a afirmar y a reconocer que otro mundo es posible, mejor, más
humano, y de ello dan fe las personas premiadas
con sus propias biografías, como es el caso del premio de Investigación
Hugh Herr.
Cuando aún perduran en mi las sabias y sensatas palabras
pronunciadas el año pasado y en este
mismo teatro por el hispanista francés
don Joseph Pérez al evocar y reclamar una sociedad hecha a la medida del ser
humano, hombre o mujer , con textos de Cervantes y de Fray Luis de León, entre
otros, nuevamente este año me esperaba la sorpresa, el sueño, convertida en voz
de mujer , de hechura negra y pelo plateado, de andar pausado y majestuoso. Me
refiero a la actriz Nuria Espert, Premio
Princesa de Asturias de las Artes, que
al tomar la palabra para dar las gracias
y después de evocar brevemente los orígenes de su vocación teatral y la
relación amorosa que entre ambos perdura, se sirvió de dos fragmentos teatrales
de Lorca y Shakespeare para hacer más expresiva su gratitud y a partir de ese
momento el sueño, la fantasía del teatro traspaso las pantallas de los televisores
y la palabra, en voz de mujer, fue dueña de nuestros destinos. No queríamos
despertar, deseábamos continuar en esa atmósfera, y todo para decirnos en boca
de una solterona, de nombre Rosita que a pesar de la frustración sufrida, del
engaño padecido, reclama su derecho a la libertad y lucha por mantener su esperanza, aunque “la
esperanza me persigue, me ronda, me muerde; como un lobo moribundo que
apretase sus dientes por última vez…”.
No se puede hacer más evidente la
explotación de los sentimientos, algo que ha llevado a muchas personas de antes
y de ahora a la indigencia, al abandono,
a la ruina. Termina su intervención con
las últimas palabras del rey Lear antes de perder la lucidez, y lamentarse de
su despreocupación por los necesitados, por los más débiles. Ahora entiendo la
utilidad de aquella petición infantil de “Rogad por los poderosos”. El pasado
21 de octubre en el teatro Campoamor de
OVIEDO se comprobó una vez más que el
teatro es un espectáculo total donde la principal arma es la palabra, la buena recitación, lo demás se
sobreentiende.
En una sociedad global y tecnificada se agradece que año tras
año las eminencias y sabios que en el
mundo existen nos visiten y se dejen aconsejar por Antonio Machado, Cervantes,
Ortega y Gasset, Henri James, La Biblia, Lorca, Shakespeare, Cicerón, Virgilio,
John Donne, Unamuno, y esta humildad intelectual que les honra debe hacernos
pensar a todos qué papel le concedemos a las Humanidades en nuestro sistema
educativo, pues no se entiende bien que año tras año asignaturas como
Filosofía, Historia, Literatura, Latín... vayan perdiendo relevancia en nuestro sistema
escolar. ¿ No habrá llegado el momento
de crear un teléfono que proteja las Humanidades?
Dicho lo dicho sólo quiero que ese sueño se convierta en
realidad, y desear como el escritor Richard Ford , como Cervantes, que la
imaginación vaya a más, entre otros muchos motivos porque ni la ciencia, ni la
técnica, ni el hombre ni la propia sociedad pueden subsistir sin ella.
Queda abierta la convocatoria de los Premios Princesa de
Asturias 2017.
.¡ Por favor, no impidan que el sueño se haga realidad!
.¡ Por favor, no impidan que el sueño se haga realidad!
José Antonio Noval Cueto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario