Cualquier
humilde y reflexivo observador de lo que está ocurriendo en España, en los
últimos tiempos, llega a conclusiones espeluznantes. Empieza a ver, comprender
que no todo es blanco ni negro, azul ni rojo, que hay otras tonalidades que
también tienen su importancia, e incluso el tan usado concepto de las dos
Españas quizás sea incompleto, que puede haber tantas Españas como personas
empadronadas en nuestro país. En estos episodios diarios de lucha por el poder,
por el procedimiento que sea y por más muertes que hay reconocidas – casi
28.000- y donde la ley es un mero trámite burocrático, sin capacidad de penar y
obligar, uno empieza a entender la reciente historia europea y más
concretamente la española.
Cuando la
ley no obliga ni pena tenemos hornos crematorios, checas, gulags, tiro en la
nuca…Cuando la ley no obliga todo se justifica en el interés más inmediato de la ambición personal. Cuando de niño
te contaban o te proyectaban los horrores del nazismo y se vislumbraba que todo había ocurrido por
negligencia, dejadez o colaboración del pueblo alemán, te parecía imposible. No
podía entender cómo se podía llegar a tal nivel de crueldad, de odio, de muerte
– ninguna idea está autorizada para matar-, pero, hoy, con más edad y viendo lo
que veo, sospecho que la lucha por el poder todo lo justifica incluso la
muerte, y hace bueno cualquier método ,
independientemente de sus consecuencias y resultados, aunque siga sin compartirlo.
Ahora
viendo el acontecer de la España diaria donde la mentira ,el engaño, la
manipulación, la intimidación y la violencia son herramientas corrientes, donde
la verdad se proporciona a cuenta gotas, en pequeñas esencias, empiezo a
percibir que ser neutral empieza a ser
imposible. Ahora empiezo a entender que no hay Guerra Civil de vencedores ni de
vencidos, sino simplemente Guerra
y que toda guerra tiene su cuota de maldad, de muerte, de
genocidio; que en toda guerra los perdedores son todos, que todos dejan perfume
y llegan a justificar la necesidad de matar e incluso se atreven a decir que
hay muertos de primera y de segunda, o muertes necesarias e innecesarias según
sean del enemigo o de los suyos.
Ahora que
ser neutral empieza a ser difícil, me atrevo a escribir estas palabras y es que
no puedo entender que después de casi 28.000 fallecidos por el coronavirus, no
centremos los objetivos y de todos el único importante se llama ESPAÑA y sus
gentes, y éste debe estar por encima de todo interés político o estrategia de
partido, pues si estos se dicen creados y fundados para servir a España; si no lo hacen, entonces
¿a quién sirven?
Hace unos
días se formó la “Comisión de la Reconstrucción”, que buscará o pondrá los
cimientos de la recuperación de esta España desolada y arruinada. Mucho me temo
que va a quedar en mero artificio publicitario, en meras palabras y pretextos,
y es que para querer resolver un problema hay que reconocerlo, asumir errores,
fallos, responsabilidades, y aquí, de momento se está funcionando con la técnica infantil del “Tú más”, y con este
método poco camino se hace. Se funciona con el criterio de ocultar, de dejar
que pase el tiempo, el problema, la bola
y permanecer en el timón.
Creo que va
siendo hora de reconocer los hechos y de cuál debe ser nuestro papel en el
mundo – muchas de nuestras decisiones dependen de la UE, incluso el dinero que
necesitamos- y a partir de ahí, marcar y defender nuestra tesis, que debe
empezar por reconocer que España existe, que nuestros antepasados – desde
vascos a extremeños, catalanes y andaluces, castellanos y asturianos…- han
contribuido con su sudor y sangre a que se afiance y progrese, y una vez
despejada esta incógnita, empezar a
hacer los deberes. Solo desde la existencia y el orgullo de ser y vivir se
puede reconstruir, y es el momento de plantearse la pregunta básica de todo
aspirante político de si se puede reconstruir con quiénes quieren romper y
trocear España . La respuesta es fácil,
sobran explicaciones. Son muchos los españoles, entre los que me encuentro, que
no entendemos que el Presidente Sánchez persista en las alianzas que tiene,
salvo otras razones de inteligencia y
fuerza mayor que no pueda desvelar.
Se llama a
reconstruir España, su futuro, su economía, su influencia internacional y
seguro que de las diferentes subcomisiones saldrán ideas o sugerencias
interesantes, pero uno, alarmado por lo que ve y oye, se atreve a trasladar una
sugerencia o petición que espero sea del agrado y provecho de todos. Creo que
ha llegado el momento de decir :BASTA.
Esto no puede seguir así, démosle a ESPAÑA la estructura jurídica necesaria
para empezar a andar, y ésta debe empezar por promulgar una nueva ley electoral
que responda a las ansias e inquietudes de todos nosotros. Una nueva ley
electoral que evite la situación de bloqueo existente y que impida que los
nacionalistas- los que quieren romper España- decidan- cruel paradoja- los
destinos de todos nosotros. Que se haga una Ley donde los españoles seamos
iguales en derechos y obligaciones y no, como ahora, donde se ha
institucionalizado que existen españoles de 1ª o 2ª según el lugar de origen o procedencia. En
resumen, mal podemos reconstruir, si no protegemos lo que somos y tenemos. ¡Queremos
una democracia real, no virtual!
José Antonio
Noval Cueto.