No creo exagerar si digo que una de las palabras más usadas ,
manoseadas y citadas siempre que la ocasión lo pide, es la de libertad, con
mera forma, protocolo polivalente que encubre los propósitos más dispares y
antagónicos, desde la más noble utopía hasta la más villana e inhumana maldad,
y para descubrirlo y valorarla basta con enfrentarla con los hechos que la
encumbran o derriban como un castillo de naipes, y es que la verdad objetiva existe, no depende del color del
cristal con el que se mira. Un dictamen del Consejo de Estado sobre la
tramitación de los Fondos de Ayuda Europeos, aunque no sea pertinente, dada la
trascendencia del tema no se puede silenciar en un Estado libre y democrático
como es España.
Desde hace ya algún tiempo tengo el complejo o sensación de sentirme colonizado y basta para ello fijarse en el mundo de la cultura, del cine, de la música. Si hacemos un seguimiento de la cartelera cinematográfica y de las revistas culturales, vemos, con asombro que dominan las semblanzas y críticas interesadas de películas americanas, de libros y música inglesa. La cultura angloamericana alcanza tal grado de penetración que alarma, asusta y recuerda la colonización americana de Filipinas, o nación de Felipe II, que en menos de cincuenta años- especialmente a raíz de la Segunda Guerra Mundial- hizo desaparecer el español como lengua oficial de la nación en el año 1987, siendo presidenta Corazón Aquino. A todo esto hemos de añadir la cantidad de locutores y columnistas que sin necesidad y cuando incluso hay palabras españolas más certeras y precisas, tiran del anglicismo para darse tono y progresía. Éstos sólo se deben utilizar cuando sea pertinente, o sea que no haya significado equivalente en castellano.
Tomas el pincho de la mañana y en vez de escuchar un bolero,
una samba, un tango, un fandango, un fado, una toná o agradable música ambiente
… nuevamente música inglesa que no te
dice nada, que no entiendes, que te deja insensible, como si fueras habitante
de otra galaxia, de otro mundo, y eso que tenemos cantantes y compositores del
máximo nivel, pero que no aireamos y menos premiamos. Coges el coche, pones la
radio, y más de lo mismo. Todos los días o casi todos, a la misma hora, siempre
las mismas canciones y con claro predominio de la música y letra en inglés; español,
de rebote, cuando se acuerdan. A tal extremo llega el tema que ya hay emisoras
especializadas en castellano o de
petición de canciones de encargo, dedicadas, donde uno puede oír toná,
canciones tradicionales o escuchar cantantes de todas las épocas y especialidades. La música europea y
especialmente del Sur, también en pequeñas dosis, cuando se acuerdan. La época de Edith Piaf, Adamo, Rita Pavone, Albano, Rafaela Carra… ha pasado.
Hace ya algún tiempo, a mediados de los 80, con motivo de un
viaje de estudios por Cataluña, recalé en Calella de Mar y me encontré que la
mayoría de los bares, restaurantes, comercios ofrecían sus productos y ofertas
principalmente en francés e inglés, muy pocos en catalán y en castellano casi
ninguno. Me sorprendió el servilismo de la muestra, pero como dicen los
pragmáticos la pela es la pela, y lo que interesa es que el turista se encuentre
como en casa y gaste sus dineros. Las cuestiones de esencias e identidades las
dejamos para mejor ocasión.
Siempre he reconocido que nuestra economía y progreso real
depende , en mucho, de la política internacional; que EEUU , Europa e
Hispanoamérica son nuestros mejores clientes , que los debemos cuidar, que
debemos ser buenos profesionales, rigurosos , responsables, y hacer llegar nuestros productos a cualquier
rincón del orbe e incluso a Marte, pero esto no es incompatible con defender y conservar
las esencias que España como nación tiene; nuestra manera de ser, de vivir,
algo que últimamente veo en peligro, bien por el azote nacionalista que
padecemos- hace tiempo que no escucho una jota- o bien porque
arrastramos un secular complejo de inferioridad que nos hace valorar más
lo extranjero que lo propio. Dicho de otro modo, valoremos las cosas en su
justa medida, busquemos y admiremos lo mejor, pero no despreciemos lo nuestro y
más cuando somos poseedores de una historia grandiosa y un idioma que hablan más
de 500 millones de personas.
No quiero concluir estas letras sin referirme a unas palabras
muy oportunas que hoy San Lucas nos dice y es que: “Un reino donde hay
luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra”.
José Antonio Noval Cueto.
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