miércoles, 3 de marzo de 2021

“La letra pequeña en España…”

 

Cada vez es más evidente que la vida política y mediática va por un lado y la realidad de dolor, paro y desesperación por otro (omito dar cifras, son demasiado sangrientas); que se airean  unos contenidos y se silencian otros,  que nos informan de lo que quieren y no de todo; que la soberanía del pueblo español no reside en los ciudadanos sino en las élites económicas que conducen al rebaño hacia el redil que les interesa y  que el único apartado que no admite bromas es el económico, sólo así se explica el indulto a un banquero condenado por el Supremo  o la aprobación de fusiones bancarias, a pesar de los quebrantos sociales que acarrean. Cada vez es más evidente que así como aumenta los depósitos de dinero B, se incrementa la letra pequeña en los contratos y decretos , cual las pólizas de los seguros; la objeción fiscal en desuso, las prescripciones, juicios y triquiñuelas en ascenso , y el hombre de a pie al sereno.

Todo esto tiene también su reflejo en la lengua y en la creación y uso de algunos términos. En estos años hay palabras que han tenido y tienen gran arraigo, así “escrache” (palabra del año 2013) “populismo” (del año 2016) “confinamiento” (palabra del año 2020) …pero a mí, desde hace algún tiempo hay una palabra que golpea persistentemente en mi cabeza – quizá por ser asturiano del Centro-  y me refiero a “descarbonización”,término que irrumpe con fuerza en el segundo semestre de 2018, a raíz que el Señor Sánchez nombrará ministra a Teresa Ribera. Me considero persona lectora y especialmente de periódicos y este término “descarbonizar” no se utilizaba mucho, casi era un desconocido en la era Rajoy, ¿por qué?... Lo ignoro. ¿Dejadez? ¿Intereses?  Lo cierto es que desde entonces se anuncia y estimula con tal intensidad - vía subvenciones, de coches eléctricos e híbridos... - que fue escogida como una de las doce palabras del año 2018.

Cerradas las centrales térmicas asturianas, arrinconado el carbón en las Cuencas, un día sí y otro también la guerra energética copa las portadas de los periódicos: gasolineras, gaseras, renovables, hidrógeno verde, eólicas, solares, hidráulicas, mientras, la luz sigue subiendo y para acallar conciencias se arbitran  subvenciones energéticas, de no fácil relleno y tramitación,  para familias sin recursos y la mayoría no muy preparadas…Lo único cierto es que el carbón va a menos y con ello nuestra económica; mientras hemos de buscar otras alternativas energéticas que abaraten los procesos industriales y que sean compatibles con la necesaria protección del medio ambiente .¿Vamos en esa línea? ¿Se han hecho bien los números o nos hemos dejado llevar nuevamente de la improvisación? El tiempo dará respuesta, lo único evidente es que representantes políticos de diferentes tendencias han tenido y tienen puestos de responsabilidad en compañías energéticas de cierta importancia, suponemos que avalados por su profesionalidad y eficiencia, y no por otros motivos.

Hoy, 3 de marzo de 2021 se cumplen veinticinco años del primer triunfo electoral del PP y era su candidato el Sr. Aznar, que aún sigue hablando de “ni en desiertos remotos y ni en montañas lejanas”, mientras que quien escribe aún se sigue preguntando por qué se aprobaron los presupuestos de Rajoy y a los pocos días se le hizo dimitir. Pregunta que está en el subconsciente de muchos, cuya respuesta añoran, pues las casualidades no abundan.

 

                                  José Antonio Noval Cueto.

P.D. Me gustaría saber, a día de hoy, a cuánto asciende la deuda que tiene contraída el Estado con todas las compañías energéticas y el porcentaje de gas que recibimos de Rusia y Argelia.




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