Hace unos días os hablaba de un personaje literario creado
por Clarín. Me refiero a Primitivo Protocolo que de las muchas enseñanzas que
me dejó, me sugirió que es bueno reconocer el mérito y aplaudirlo, surja donde surja, reine donde
reine, – algo que no se estila en esta sociedad que publicita una imposible
igualdad para todos y paradójicamente permite, consiente ,que la
deseable igualdad de oportunidades vaya a menos- , que uno no puede ser número
uno en todas las facetas de la vida, pero al menos que se reconozca aquello en
lo que se destaca, aunque no sea en el fútbol . Digo esto porque tal como están
las cosas parece que el único campo de la vida donde se permite destacar, en
este querido país nuestro llamado España, es en el fútbol.
En mi anterior escrito constataba la desidia, la desgana, la
desilusión que está instaurada en la vida académica, en la educación, en todos sus niveles, hasta el extremo que da
la impresión que todo se programa para que el alumno brillante no destaque, no
sobresalga, que reine la rutina y que todo se quede en una mera formalidad que
emite un título que faculta para ejercer algunas competencias y
responsabilidades, pero avance, investigación ,cultura, lo justo, lo que
faculte el sistema, que aún , después de muchos años, ejemplifica la denuncia noventayochista del que “inventen
ellos”, y así nos va.¡ Creo que ya va siendo hora de reconocer que
investigación, progreso y riqueza van de la mano! Mientras tanto para
distraernos, para decir que hacen, se promulgan leyes de educación cada
legislatura, ya llevamos ocho desde la Transición, y los resultados van a peor,
y todo por no querer reconocer que las herramientas básicas para circular por
la vida son la voluntad, el esfuerzo y que sin estas no se progresa, no destacan
las inteligencias, no se logran los objetivos deseados, no se mejora.
No se debe educar pensando que todos deben ser número uno, sino
intentando que cada uno dé, rinda, según sus propias capacidades y
recordándoles que el objetivo principal de sus vidas debe ser la felicidad o la
búsqueda de la misma, y es que uno suele ser feliz trabajando en aquello que le
gusta,-¡cuántas frustraciones se evitarían!-,
que se le da bien, ya sea de camarero, cocinero, profesor, médico o
agricultor…y es que parto de la base que todo trabajo honrado y útil merece mi
máxima consideración y respeto. Recuérdese la importancia de los servicios de
limpieza y distribución alimentaria en plena pandemia del Covid…
Pero para lograr todo
esto es imprescindible que uno se conozca a sí mismo, y ésta es una de las
funciones más importantes de los profesores si no la que más, que descubra su
verdadera vocación y es que hay vocación para todo, desde ser taxista a periodista, dentista o cajera de economato...
Y es que si se logra esto, se abre la senda, el camino para lograr la
felicidad, objetivo prioritario de todo ser humano.
Hace tiempo que siento que la rutina, la inercia son los
motores de la sociedad española, que el desánimo y el desencanto golpea en
nuestras puertas, y que ya no reaccionamos ante una promesa o mentira de más o de menos, y he llegado a la
conclusión que todo esto es provocado desde el poder -ya político, ya
económico- que convierte a los ciudadanos
en súbditos en demanda de subvención, de ayuda económica. No interesa que nadie destaque, que todos seamos iguales,
uniformes, de idéntico coeficiente intelectual para intentar justificar
trasnochadas teorías políticas, que
instaladas en el poder sólo se preocupan de la cuenta de resultados y de la
recaudación; lo demás, por muy importante que sea, aunque sea la misma dignidad
humana, es materia de deshecho. Menos
homenajes, menos referentes morales, menos calles personalizadas, que para ello
están los ríos, los montes y demás accidentes geográficos, pero cuando suena la
alarma, nos acordamos de Santa Bárbara y pedimos a la comunidad científica que
nos saque del hoyo, de la desesperación como recientemente con las vacunas
contra el Covid 19.
Nunca es tarde para rectificar. Espero que de los errores se
aprenda y que sepamos, como me decía un conocido empresario de larga y exitosa
trayectoria, que muchas personas fracasan en la vida porque no están contentos
con su estatura, andan de puntillas y se caen. Estimulemos el mérito allí donde
se dé y florezca,
Espero que estas letras cubran algunos flecos de mi anterior
escrito y que como docente que he sido y ahora que todos ponen como modelo la
educación de Finlandia, quizás convenga recordar que este es un país donde las
familias más aprecian y valoran la labor de los docentes. ¿Ocurre así en
España?
Premien y agradezcan el mérito, lo bien hecho, allá donde se
dé y hágalo quien lo haga…que nos irá bien a todos, especialmente a los más
pequeños.
José
Antonio Noval Cueto.
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