Hoy me encontré con estas oportunas palabras de Jeremías
(7,1-11) que nos invita a no fiarnos de las palabras ilusorias, que enmendemos
nuestra conducta y acciones, y es que ya
va siendo hora que cada uno acepte sus responsabilidades, ahora que está de
moda- quizás siempre lo ha estado - echarle la culpa al vecino, y es que con
tanto endiosamiento de la técnica y de la inteligencia artificial, la ceguera mental va a más y la capacidad de
pensar está bajo mínimos, por no decir que en serio peligro de extinción, ya
que nuestro único parámetro de funcionamiento es gozo o no gozo, disfruto o no
disfruto…y un camino por la vida con ese único ingrediente conduce a donde
todos sabemos: ser un juguete roto, y en esta sociedad del espectáculo abundan
muchos .¡Aún estamos a tiempo de evitarlo, baste que nos planteemos qué somos y
cómo queremos ser!¡Busquemos un poco de coherencia, de seguridad dentro de
nuestras limitaciones...! Debemos
intentar que nuestro futuro no dependa en exceso del azar, de la lotería…
Si tuviera que reproducir las muchas palabras ilusorias que
uno se tropieza día a día, este artículo no tendría fin, y más ahora que está
de moda convertir la mentira en verdad, sin el menor pudor. Así el otro día el ya excandidato a la Presidencia
de los Estados Unidos, el Sr. Biden decía: “La democracia es más importante que
la ambición personal”, después de verse obligado por su partido a cesar en la
carrera presidencial. Ya en España, me sorprendieron las palabras del portavoz
socialista Pachi López al decir que Pedro Sánchez es la dignidad democrática,
en plena polémica judicial entre el juez Peinado y la investigada Begoña Gómez,
esposa del presidente. Ejemplos como estos los tenemos a diario, todos los
días, de ahí que algunas palabras como “democracia, ley, progreso, libertad,
transparencia, igualdad…”se van quedando vacías, sin contenido, ya no mueven y
menos conmueven. Son meras palabras. Algo que los que hemos participado en la
Transición democrática no admitimos, pues siempre creímos que era posible y es
posible una convivencia centrada en la ley, en el diálogo, en el consenso.
En mi artículo anterior os decía que somos poquita cosa, que
el menor inconveniente nos complica y limita la vida, que la seguridad total no
existe, y lo hemos visto reciente que un
fallo de Microsoft tumba lo sistemas de bancos, aerolíneas y medios del mundo,
- se cifran las pérdidas en más de 80.000 millones de euros- y hace unos días en Gijón, un incendio de una
media hora dejó a personas encerradas en los ascensores, los semáforos sin
funcionar y trenes parados, ayer con los trenes en Francia con las Olimpiadas… pero
aun así no debemos renunciar a nuestra capacidad de pensar, que es lo que nos
tipifica como seres humanos. Y esto debe
partir de una educación que sirva, proteja y dignifique al ser humano, y en la
que la técnica tenga su importancia, pero que nunca le supla, sino que le
sirva, le ayude. Que respete la tradición, conozca el pasado, pues solo así se
puede construir un presente esperanzador y algo de esto se está dejando de lado
en la actualidad. No somos inmortales, ni eternos. La alegría existe, como
también el dolor. Hay momentos buenos y menos buenos, y para todo ello debemos
prepararnos. No somos eternamente jóvenes como se les inculca hoy…Hay
primavera, verano, otoño e invierno…
Espejismos cuantos menos mejor. Lo que se consigue siempre es
con trabajo, esfuerzo, sentido común y buena gestión, y eso es lo que pedimos
los ciudadanos de a pie a nuestros dirigentes. Polémicas las justas, cuantas
menos mejor…Los números hablan por sí solos y nos obligan a pensar: Bruselas
desembolsa a España 9.883 millones de euros del cuarto pago de fondos europeos.
Recordemos que el dinero público tiene dueño: nosotros. ¡Usen bien!
José Antonio
Noval Cueto.
P.D Coincidencias de la vida, ahora que está tan de moda el
tema de la emigración, acabo de leerme “Diario de un emigrante” de Miguel
Delibes. Como siempre, no defrauda.