Quien les escribe no sabe, a día de hoy, si su tatarabuelo
era carlista o isabelino, si de Amadeo de Saboya o del Alfonso XII, si era de
izquierdas o de derechas – algo difícil de deslindar hoy si nos atenemos a eso
de que por sus obras los conoceréis-, lo
mismo que les pasa a muchos jóvenes de
la actualidad, que a pesar de todo el bombardeo ideológico existente, ya no les
dice nada la fecha del 18 de julio y escriben “guerra civil” con minúscula, y
menos aún la guerra de Filipinas y la de Sidi-Ifni, en la que participó mi
amigo y vecino Falo. Hoy, con algunos años y con lecturas y vivencias a mis
espaldas, y más desde el parapeto de una actualidad esperpéntica e indigna, en
la que la mentira tiene su trono, me viene a la cabeza la placa que recuerda en
Mequinenza, la batalla del Ebro, y que dice: ”Vencidos, todos”.
Soy discípulo de la verdad e intento juzgar los hechos con la
máxima objetividad y una vez analizados, saco las oportunas conclusiones, y
para ello no reparo en fuentes, ya sean históricas o literarias, - últimamente
les doy más credibilidad a estas últimas, con el riesgo que esto supone, pues
también los escritores tiene su ideología-, de una tendencia u otra, ya que muchos historiadores suelen juzgar los
hechos según su ideología y se basan en fuentes que la justifican, omitiendo
los hechos que la cuestionan, de ahí
aquello de historia oficial y no oficial para analizar esta época conflictiva
de las primeras décadas del siglo XX en España, en la que dejarán su influencia
la Revolución rusa del 17, el dolor y desesperación de las guerras de África y
la miseria existente, que facilitaba el estallido y la protesta. En los pueblos
de Siero faltaba trabajo y entrar en la mina se consideraba una lotería, cuando
eran muchos los mayores de treinta años que esperaban su oportunidad sentados a
la puerta de su casa. Hoy, afortunadamente, por muchos problemas que haya, que
los hay, la situación no es la misma y esta nación funciona, resiste, aunque la
clase política ni colabora, ni ayuda. De toda esta etapa fraudulenta y quiebra
de la sociedad española, me quedó con dos detalles que justifican, en mucho, lo
que estoy diciendo, y que hacen referencia a Federico García Lorca y a su
familia. El célebre poeta y dramaturgo, a quien algún crítico de la época tildó
de “burgués”, porque a sus representaciones teatrales acudía mucho gente, fue asesinado
el 18 de agosto de 1936 en Viznar , Granada, un mes después del Alzamiento .
Los restos de su padre reposan en un cementerio de Nueva York ¡Cuánto tristeza
y dolor! Hoy casi cincuenta años después de los inicios de la Transición,
añoramos una España en paz, con oportunidades, con futuro, fraterna. ¿Será
posible?
Los que vivimos aquella Transición, no exenta de sustos y
zozobras- yo he visto los tanques en el Paseo de La Florida, Madrid, con motivo
de la operación Galaxia-confiábamos en nuestras posibilidades, en nuestras
sanas intenciones, en lograr un mundo
más humano, mejor, fraterno, con futuro, con oportunidades para todos, pero una
vez más se ha visto que el gran enemigo de los proyectos del hombre es el mismo
hombre, y aquí aparece la palabra “corrupción”, que hace tambalear las
instituciones del Estado, que genera desilusión, apatía, dejadez y desprecio
por la ley- se nos decía que éramos un
Estado de Derecho y la ley nuestra mayor
garantía …y junto a ella palabra “nacionalismo, causante de los grandes males
de Europa y de la España actual.
Algo anacrónico para los tiempos que vivimos y contrario a
los intereses de todos, cuando vemos que las grandes potencias como China,
Rusia, EEUU, se aprovechan de la debilidad de una Europa fragmentada y
desunida, y más aún de una España débil, insegura, sin arranque, en venta, que
no tiene poder ni para controlar sus fronteras, y en la que últimamente se ha
instalado la locura, la ceguera, el todo vale para hacerse con el poder, y en
la que siguen sin explicarse los grandes temas del momento: norte de África,
emigración, Sáhara, Canarias… Lo vivido estos últimos días no tiene
calificativo. Se han burlado de todos nosotros y lo más grave es que no hay
voluntad de frenar, de arrepentirse, de volver a la cordura, al sentido común,
y mientras los trenes de cercanías, de alta velocidad con problemas, las
carreteras sin asfaltar y los neumáticos gastados, listas de espera médicas...
La responsabilidad es de todos, pero de unos más que de otros…omito citar
nombres y siglas que están en la mente de todos.
De Puigdemont prefiero no hablar. Solo una pregunta ¿Quién le
da fuerzas? ¿Quién le sostiene? …Respuesta personal … Desde que salió a escena,
por la dificultad fonética de su apellido, siempre lo equiparé fonéticamente al
líder coreano Kim Jong-Un…
José
Antonio Noval Cueto.
P.D No quiero concluir estas letras sin dejar de reconocer la
creatividad del escritor Arturo Pérez Reverte, que en un tuit dejó constancia
del momento vivido el pasado jueves, 8 de agosto : ” Las aventuras de Mortadelo
y Puigdemont”
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