Dicen que las sentencias no son las mismas si se redactan
antes o después de comer, algo así me pasa después de dar un paseo por la senda
del Nora, en Pola, en un día de luz brillante, suave brisa y susurros de agua,
cuando uno intenta sintetizar la semana, periodo marcado por sanidad, fútbol y
educación, y toda ella bajo el eco contaminante de las cloacas que manipula,
filtra y analiza una supuesta periodista, en pago a favores debidos o una mal entendida
militancia.
Voy a empezar por la parte agradable, y comienzo por
agradecer el buen servicio y el buen hacer de los dispensarios médicos cuando
uno acude a ellos y recibe la atención deseada. Los buenos profesionales se
mueven por la conciencia, por ser fieles a su vocación, sabedores que es mucho
el bien que pueden hacer y hacen- no estaría de más que supiéramos el importe
de nuestras consultas y medicamentos- a sus pacientes, y a éstos se nos debe
pedir que tengamos la sensibilidad suficiente para apreciar lo bien hecho, lo
que no tiene precio; un buen servicio, en el que rigor e información vayan de
la mano y el trato humano el deseable.
Soy de los que piensa que es un lujo la Sanidad que tenemos y no siempre
la apreciamos, a pesar de los fallos e incomprensiones que todo sistema genera.
Sin duda que aún queda mucho por hacer,
por mejorar, pero cuando uno sale reconfortado de una consulta, no está de más que
sepamos reconocerlo y esto me ocurrió el pasado lunes, por la mañana, en el
Centro de Salud de Pola de Siero. No siempre ocurre así, pero la calidad debe
ser el camino a seguir, sea privada o pública, ya no basta el mero número, la
estadística o el ordenador encendido. Es responsabilidad de todos reconocerlo o
exigirlo; no sirve mirar para otro lado, perjudica a todos. En una población
envejecida como la asturiana, son muchos los recursos que se destinan a Sanidad.
En un país que llena día tras día las portadas de los
periódicos con fútbol y más fútbol, no tiene que sorprender que el fútbol
aparezca a todos los niveles y a todas las edades, casi diría que el fútbol
está en nuestro ADN , ya que en él se mezclan trabajo en equipo, técnica,
creatividad y cierta fortuna, y esto lo
he experimentado esta semana en la liguilla de ascenso de los alevines del
primer año del club poleso “El Romanón”, niños de unos 11 años, que después de
ganar tres a cero contra el Condal de Noreña, el pasado 31 de mayo ,en un
partido en “El Bayu”, típico de la
Champions, con mucho público, emoción, nervios
en campo y gradas, con bombos, voladores, hoy han visto desvanecerse su
ilusión, en un partido nervioso, sin claro vencedor y en el que un penalti
controvertido en la mitad de la segunda parte dio el ascenso al Club de Fútbol
Covadonga de Oviedo. Alegría para unos, desilusión para otros. No pudo ser,
pero habéis dejado un gran nivel como equipo y como colectivo humano y esto es
lo importante. ¡Mucho ánimo, otra vez será! Enseñanzas de la vida que muestran
que los triunfos venideros suelen ser consecuencia de los fracasos del ahora.
¡Enhorabuena!¡A seguir en esa línea y a disfrutar del fútbol!
Por último toca centrase en la Educación y es que después de
lo que ha llovido que tengamos que hablar de ella asombra, preocupa, asusta, y
más cuando sabemos que de ella depende el futuro de las personas, de
la sociedad, de las naciones .
Afortunadamente ya están muy lejos aquellos tiempos en que se reivindicaba “pan
y escuelas”, pero lo vivido estos días deja la certeza en el aire. ¿Qué pasa?
¿Por qué se ha llegado a esta situación? El pasado miércoles, al mediodía, al
dirigirme hacia la Plaza del Ayuntamiento de Gijón por el paseo marítimo, antes
de llegar a la Escalerona, se escuchaba el sonido de multitud de silbatos que
emitían un numeroso grupo de docentes, con su camiseta negra, en protesta por
la situación desagradable que viven diariamente en las aulas, y a la que nadie
quiere poner coto, límite…; a la que piden remedio, solución, no basta con
medias tintas, con estadísticas o con inflamiento de notas, se exige algo más y
no sólo dinero, ratios de alumnos, horarios razonables, menos burocracia , y en
principio que se reconozca la importancia que tiene la Educación en el presente
y futuro de los pueblos aunque no sea un sector económicamente productivo; que se la considere y ello debe empezar por
plantearnos que debe conocer y saber un alumno, cómo adaptarlo a la sociedad,
cómo conseguir qué sea un ciudadano
responsable, y todo esto pasa por saber qué país somos y queremos ser, en
resumen, conocer la realidad y no inventarnos otra, y esto se puede conseguir
cuando se sabe que medios tenemos y que objetivos lograr. Ahora que hasta el
propio Gobierno alerta de la situación alarmante que afecta a la salud mental
de nuestros jóvenes y adolescentes, quizá sea el momento de pensar, reflexionar
y pedir aclaraciones o responsabilidades . Los profesores han tenido la
valentía de denunciarlo, ahora toca a la Administración dar solución y ello
pasa por reconocer que las Humanidades, el ser humano, sea el auténtico
protagonista de la Enseñanza, algo que lleva sin hacerse desde hace décadas,
concretamente desde la llamada Ley Maravall, cuando se ninguneó la importancia
de las Humanidades, del pensamiento, del sentido crítico. Esto no va de
educación pública o privada, sino de algo mucho más profundo, de educación, de
educación de calidad, realista, ajustada a los hechos. Hace unos años le
preguntaron al conocido economista Leopoldo Abadía sobre si le preocupaba la
clase de sociedad que recibirán sus nietos y él, como hombre juicioso que es,
contestó que sí que le preocupa la clase de sociedad que recibirán sus nietos,
pero aún más le preocupa el tipo de nietos que él dejará a la sociedad. Nadie
puede inhibirse de sus responsabilidades.
La Política, la buena
política, la que facilita el progreso de los pueblos solo necesita educación,
justicia y prensa, y todo ello en libertad. El viejo lema de “joven consume,
trabaja y calla” no sirve, a los hechos me remito. De cloacas no quiero hablar,
sólo pido su limpieza.
Uno puede ser del partido político que sea, pero lo que no
puede ser es militante de la mentira, del engaño, de la extorsión ni de privilegios
inmerecidos.
Tenemos un problema:
la política del ahora.
José Antonio Noval Cueto.
P.D “Fue un tiempo de
mentira, de infamia. A toda España
la malherida
España, de Carnaval vestida
nos la
pusieron pobre y escuálida y beoda,
para no
acertara la mano con la herida.
Fue ayer;
éramos casi adolescentes.”
(“A una España joven”, Antonio Machado, 29 de enero 1915)
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