Suele
ser frecuente que los acontecimientos más aireados y con mayor carga de
imágenes queden, para el hombre de a pie, en el terreno de lo simpático, de la
simbología del poder, y no siempre nos damos cuenta de la importancia de esas
reuniones, de los acuerdos y compromisos logrados y su trascendencia para
nuestro futuro. Y eso es quizá lo ocurrido los días 16 y 17 de noviembre en
Cádiz, al celebrar la XXII Cumbre
Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, coincidiendo con la
celebración del bicentenario de la Constitución liberal de 1812 y bajo el lema de
“Una relación renovada en el bicentenario de la Constitución de Cádiz”.
Desde
la I Cumbre de
1.991, celebrada en Guadalajara (México), donde en su declaración final se consagra
el reconocimiento de la existencia de una comunidad, de un espacio común
iberoamericano, hasta la actualidad, han sido tres las cumbres celebradas en
España, concretamente en Madrid (1.992), Salamanca (2.005) y Cádiz (2.012). Ha
sido un acierto la elección de las citadas ciudades y más en este año, Cádiz,
ciudad iberoamericana por excelencia, considerada por algunos la pequeña Habana
– baste recordar el célebre poema de Antonio Burgos “Habaneras de Cádiz”,
popularizadas por el desaparecido Carlos Cano, una de cuyas letras dice: “La Habana es Cádiz con más
negritos / Cádiz, La Habana
con más salero -, donde en un lejano
1812 se reunieron las Cortes Constituyentes para preparar y sancionar la nueva
Constitución liberal de 1.812, que reconocía y garantizaba, por primera vez,
los derechos del individuo por encima de las arbitrariedades del poder, y en
cuyas sesiones participaron 63 diputados americanos de los 184 diputados que
discutieron y rubricaron la
Constitución , y donde también es de reseñar el trabajo y
firma de 7 diputados asturianos, entre ellos Agustín Argüelles “El Divino” y
don José María Queipo de Llano, conde de Toreno . En aquel entonces la
preocupación era la misma que ha reunido hoy a los mandatarios de todas las
naciones iberoamericanas, juntamente con Portugal y España, y no era otra que
trabajar para enfrentarse a los retos que un nuevo sistema económico y una
nueva sociedad nos traen…En el Cádiz de aquel entonces y pese a los rigores de
la guerra, triunfaron los periódicos y las ideas, en resumen, los deseos se
hicieron realidad; en la actualidad – cuando la prensa escrita pasa sus peores
momentos y nos recuerda que “sin periodismo no hay democracia”- , el hombre de
hoy, cercado por la crisis, por el paro y por los recortes, y maniatado por la
desilusión y el desencanto, está dispuesto a sufrir, a soportar lo indecible,
pero sólo pide que se le administre una pócima de honestidad política, de
verdad, de cierta seguridad y coherencia ideológica; en resumen, necesita que
alguien le ilusione, que pueda decir “de
éste me fío”.
Durante
estos dos días, repletos de trabajos, de reuniones, ponencias, se ha ido
desgranando algo que todos sabemos y, por falso orgullo, no practicamos, y es
que nos necesitamos todos – sirva recordar que las ventas o exportaciones de
España y Portugal a Latinoamérica sobrepasan los 6 billones de euros
anuales.¡Buena alforja para tiempos de miseria!-, que tenemos que creer en
nuestras posibilidades y que el procedimiento para combatir la pobreza es la
educación, la innovación y la cultura, y esto es algo que en España hemos
banalizado e incluso despreciado; en resumen, se trata de que consigamos una
educación de calidad y ajustada a las necesidades del momento.
Estos
días Cádiz, “la niña de los ojos de Roma”, ha sido la gran noticia y no porque
sus ciudadanos vieran “nevar” – fenómeno meteorológico tan extraño en aquellas
latitudes que movió la pluma de uno de los mejores columnistas de periódico y
excelente escritor, gaditano ilustre, injustamente olvidado, don José María
Pemán, a escribir aquel artículo singular titulado “Nieve en Cádiz”, que obtuvo el
Premio Mariano de Cavia 1.935 – sino porque nos ha recordado a todos dónde está
la cuna de la libertad y nos ha incitado y convocado a todos a defenderla, pero
una libertad donde la palabra justicia tenga su aposento.
P.D.
Permítaseme titular mi artículo con uno de aquellos y emotivos versos que el
gran escritor y periodista don Manuel Alcántara dedicó a su admirado maestro
don José María Pemán , pues me parece ingrato hablar de Cádiz y no tener unas
palabras de recuerdo para uno de sus hijos más ilustres.
“A Cádiz, le llaman Cádiz
a la bahía, bahía
a Cádiz, le llaman Cádiz
y a veces José María…”
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