sábado, 15 de diciembre de 2012

Madrid, Día de la Constitución



Por motivos familiares  el pasado 6 de Diciembre de 2.012, Día de la Constitución, celebré su fiesta en Madrid, ocasión única para observar  la vitalidad política y económica de la nación.  Anteriormente , durante quince años, de 1.995 a 2.010, solía celebrar el Día de la Constitución en el Hogar San Martín de la Carrera, en El Berrón, día que su Directiva, con mucho acierto,  clausura su Mes Cultural y escogen esta fecha como emblema, no sólo por la importancia de la Constitución en sí, sino por cumplirse años de la inauguración de su primer local, concretamente 21 años. También  siempre que habló de la Constitución, recuerdo que en aquella fecha de 6 de Diciembre de 1.978 en la mayoría de los cuarteles de España estábamos acuartelados  en previsión de algún que otro problema.

Esta año, la Festividad de la Constitución, en su 34 Edición, tuvo varias novedades, entre ellas  que los actos conmemorativos de la misma se celebraron en el Senado, sita en la Plaza de la Marina, próximo al Palacio Real y  que además venían precedidos de acontecimientos muy singulares que han sensibilizado mucho a los ciudadanos y les han obligado a tomar un protagonismo , que en otras épocas no se daba o rehuían , pues a nadie ha dejado indiferente la convocatoria precipitada de las Elecciones Catalana y las funestas consecuencias que la disgregación de España tendría. De momento el tema está aparcado.¿Por cuánto tiempo?... Eran otras las épocas donde se quería hacer de los símbolos de España una opción política (insignias en los relojes, pegatinas, pulseras…), cuando es de todos sabido que se defiende a España con el trabajo, con la honradez y con la entrega y generosidad de quienes tienen la sanar pretensión de dejar un futuro más esperanzador a los que no sigan, a los que vengan… Ahora uno, ciudadano de a pie, pone su bandera en el balcón, celebra el triunfo de nuestra selección y no tiene reparo en considerarse español hasta los tuétanos, independientemente de su lugar de nacimiento. Pues bien , de aquellos lodos, estas tormentas, y el pueblo español una vez más, con gran sentido de la oportunidad y de la responsabilidad, fue el gran protagonista del Día de la Constitución, y no sólo en El Berrón, Madrid y demás ciudades de España, sino en la misma Barcelona, y su marco no fueron Salones de Palacio o del Senado, sino la calle. En Madrid, concretamente, la Plaza de Colón, donde al compás de canciones de Cecilia y Nino Bravo, entre otros, se convocaba a personas de toda ideología a defender la Unidad de España, que aparece redactada en el artículo 2 de la Constitución que dice:” La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles…”, y se leyó un Manifiesto en defensa de la misma, que fue firmado y apoyado por importantes intelectuales españoles y extranjeros, como el propio Premio Nobel de Literatura, don Mario Vargas LLosa. El lleno fue total, el civismo pleno, y en un día estupendo, donde el sol y el frío se aliaron, se recordó algo tan evidente, que hasta sorprende recordarlo, y es que “España, somos todos”, e incluso se tuvo la originalidad de incorporar letra a nuestro Himno ,- en este caso versos de Jon Juaristi, poeta vasco-. Recuerdo que no es la primera vez que se intenta poner letra al Himno español, así ya lo intentó José María Pemán en los años 40, pero no cuajo. ¿No causa admiración ver a las distintas selecciones deportivas cantar al compás de la música cuando entonan el himno de su nación?. ¡Quizás algún día recordemos que solos una de las naciones más antiguas de Europa! No en vano la conocida y emotiva canción de Cecilia, con la que nos identificamos todos los que éramos jóvenes al iniciarse la Transición política sigue siendo un mensaje muy oportuno y dice: : “Mi querida España. Esta España mía, esta España nuestra…De tu santa siesta ahora te despiertan versos de poetas. ¿Dónde están tus ojos? ¿Dónde están tus manos? ¿Dónde tu cabeza?...


                                 José Antonio Noval Cueto.



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