domingo, 16 de diciembre de 2012

“El último jinete”


Madrid ofrece la oportunidad de asistir a espectáculos que no siempre puedes ver en Asturias, así recientemente se  ha inaugurado en Madrid un musical de gran éxito “El último jinete”, donde se conjugan unos medios técnicos del máximo nivel, junto a actores, bailarines y cantantes de fama probada, todo ello bajo la responsabilidad de personas como Víctor Conde como director, famoso por su adaptación del musical “Los Miserables”, Albert Hammond compositor de la música, y diseñadoras y coreógrafas de fama mundial como Ivonne Blake o Karen Bruce, y con actores y cantantes como Miguel Fernández(“Jesucristo Superstar”) o Marta Ribera( importantísima dama de la escena musical)…La búsqueda de esa perfección total que percibe el espectador tiene un coste de producción de 9 millones de euros... Un total de 28 personas, con un vestuario acorde con el argumento y una acción que se sitúa en el Sáhara y en el Londres de últimos del s.XIX, con músicas variadas, desde el tango, la salsa, baladas, claqué, y recreando esos mundos de fantasía propios de los cuentos de las mil y una noche. La duración del musical es de dos horas y media, y hace las delicias del público, ya por su exotismo atenuado- recordemos la recreación de ambientes orientales, “jaimas”, así como el vestuario femenino muy logrado-, por su colorido, por los movimientos, esgrima (episodios de capas y espadas) y bailes de sus actores, así como los efectos especiales que son utilizados para recrear la tormenta de arena, el paso del tiempo o el mero traslado del Sáhara a Londres en busca del mejor caballo. Pero no son los aciertos técnicos, musicales, efectos especiales los que más me han impresionado, sino algo ya muy antiguo, pero quizás atrofiado en los tiempos actuales, como es la importancia del texto, del libreto, elaborado por el escritor Ray Lóriga,  con diálogos precisos y muy adecuados, - no excesivos- y son precisamente esos diálogos o esas máximas las que hacen pensar o reflexionar al público hasta el punto que sus contenidos ganan fuerza, impregnan nuestra mente y dan pie a pensar que hemos de mejorar nuestra forma de comunicación, pues estamos atrofiados por los excesivos mensajes escritos y visuales que nos invaden que ya no nos sorprenden. Estos diálogos cortos y precisos, estas máximas o sentencias de gran contenido humano propician en nosotros reflexión, sin salirse de ese universo musical, fantástico y colorista en que se mueve la obra, así la acertada y sencilla frase de :”Esta tierra anda sobrada de guerreros y tiene necesidad de poetas “, enunciado muy propicio para los tiempos que vivimos . No se puede decir más con menos, se cuestiona la actual realidad que nos rodea y se pide un revulsivo, pero sin romper con el mundo fantástico en que se encuentra, con las herramientas de siempre como son: la voz, el mensaje, el corazón y la esperanza, y con la premisa que cada uno conozca sus posibilidades, su realidad y sea fiel a sí mismo, de tal modo que uno de sus personajes llega  a preferir ser “camello que  corcel”, o sea se contenta con ser como es. El personaje principal es Tirad, joven humilde que sueña con ser jinete y busca para ello el mejor corcel, y muestra la lealtad del mismo a su vocación frente a la multitud de obstáculos y situaciones que tiene que sobrepasar para que conseguirlo. En el fondo, se vuelve a recrear en escena, dentro de un ambiente exótico y fantástico,  la lucha del bien contra el mal

Es difícil conjuntar en un musical tanta creatividad y tanta profesionalidad, y esto es lo que hemos vivido los asistentes a este excepcional musical, donde uno disfruta de esa pericia técnica e interpretativa que se plasma en el escenario. Una vez más se demuestra que deben y pueden convivir conjuntamente el mensaje y el medio, pues ambos salen enriquecidos. Con razón decía uno de los personajes que no hay nada más real que la esperanza, y con ella nos hemos encontrado los asistentes a este musical, pues íbamos en busca de la perfección  y hemos vivido con ella durante casi dos horas y media.




                       José Antonio Noval Cueto


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