La
primera noticia del Telediario del
pasado 17 de abril, Jueves Santo, a las
15.00 horas de la tarde, 10.00 de la
noche en Méjico, comunicaba que el escritor colombiano Gabriel García Márquez
había fallecido . El mundo perdía a un
notario del tiempo, de la actualidad, amen de relator de sueños, que se había
forjado en las filas del periodismo desde su más tierna edad y que hizo suyo
algo tan elemental como que “ a escribir se aprende escribiendo”.. De esto, de
las prisas, de los intereses ocultos que impregnan la noticia publicada o
silenciada saben bien los hombres de prensa, y más en los tiempos que vivimos
donde cada vez se agranda más el poder del dinero en detrimento de la libertad,
del bienestar humano.
Han
sido muchos los escritos y loas que ha merecido su muerte, e incluso el
homenaje que más agradece todo escritor y es que su obra perdure, se lea, y
esto se ha hecho realidad en Asturias donde nuestras librerías han agotado
todas sus obras. El efecto Gabo afectó, como era de esperar, a la festividad
del Día del Libro 2014, y en el Colegio además de ilustrar, leer y citar a Miguel de Cervantes, hemos dedicado un tiempo
al escritor colombiano y su trayectoria como periodista, que comenzó en el año
1947 en “El Universal” de Cartagena de Indias y la
importancia de la misma en su trayectoria literaria , pues humildemente creo
que si hoy hablamos del Gabo escritor es gracias, en mucho, a su pasión por el
periodismo y el valor que siempre ha concedido a la palabra, pues como dice en uno de sus escritos “el deber
revolucionario de un escritor es escribir bien”.
En
ese profundizar en el periodismo de García Márquez nos encontramos algunos
textos que vienen bien para mostrar el
difícil marco social en que nos movemos (cierre de periódicos, paro …), y que
nos invitan a acercarnos al verdadero humanismo del que tan necesitados estamos.
Nos alerta del peligro que “pueden sufrir los periodistas al extraviarse en el
laberinto de una tecnología disparada son control hacia el futuro”, o cuando
alguno, en busca del éxito rápido o del aplauso del poder, olvida que ”la ética
debe acompañar al periodismo, como el zumbido al moscardón”. Estos avisos en una sociedad tan pesebrista
como la que vivimos, donde el intelectual independiente está en peligro de
extinción, son muy oportunos y especialmente para nuestros jóvenes, que están escasos
de referentes morales , de personas que les digan que un mundo mejor es posible
siempre que confíen en sus posibilidades, de escritores que expresen “que la
ilusión no se come, no se come, pero alimenta”.
El agradecimiento y reconocimiento que siempre
tuvo García Márquez al periodismo le llevó a crear en 1994 la Fundación Nuevo
Periodismo Iberoamericano , sita en Cartagena de Indias(Colombia), cuyo objetivo
principal es “Inventar otra vez el viejo modo de aprender el oficio sin
grabadora ni comillas pero con ética y compromiso social”, estimular el buen
periodismo que debe alimentarse de vocación, conciencia, papel y lápiz.
El
halago negado en vida, aparece por doquier en muerte, y así en plena “semana
del duro” han sido muchos los que han llegado incluso a establecer analogías
entre Cervantes y García Márquez, han evocado las penurias económicas y
domésticas de García Márquez para escribir “Cien Años de Soledad”, proceso que
llevó dieciocho meses, y las dificultades de un hombre poco locuaz, recaudador
de tasas atrasadas, como Cervantes para
subsistir en Sevilla comercial y mundana, en cuya cárcel empezó a escribir “El
Quijote”. Ambos nos han dicho que “los que hablamos la misma lengua estamos
unidos en el espíritu” y ambos han dado gloria a su oficio, contar, narrar,
fabular...Oficio, según Gabo, que se hace más difícil a medida que más se
practica.
En
estas palabras de loa vienen a mi cabeza los sones y letras del vallenato(“ Y
vuela, vuela, por otro rumbo / Ve y sueña sueña , que el mundo es tuyo…) y la
imagen de un escritor de 55 años que vestido con su “liquilique”, traje típico
del Caribe colombiano, recogía el 10 de Diciembre de 1982 el Premio Nobel de
Literatura , no sin antes pronunciar un bello y quejumbroso discurso donde
denunció “La soledad de América Latina” y que
concluya diciendo , con palabras del poeta Luis Cardoza y Aragón, que la única
prueba concreta de la existencia del hombre era la poesía”.
José Antonio Noval Cueto
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