domingo, 21 de diciembre de 2014

“Voy camino de Belén”


No es ninguna exageración reconocer que una de las aldeas más antiguas y más conocidas desde siempre es la de Belén (región de Cisjordania, a 9 kilómetros de Jerusalén), a  donde acudimos todos los años la inmensa mayoría de los mortales, por esta época, con intenciones muy dispares. Unos, supongo que los más, para recordar la Natividad del Rey de la Humanidad, otros por mera tradición, mero rasgo cultural o mera intención artesana, pues aún son muchos los que  ignoran  que ese niño pequeñín es el niño-Dios o Dios hecho hombre...

Todos los años, al llegar estas fechas,  caminamos o decimos caminar a Belén, bien en busca de una Esperanza, de una estrella, de un porqué que justifique nuestra vida,  bien para hacer balance del camino recorrido  o bien para  pedir  que se haga realidad alguno de nuestros deseos: encontrar trabajo, pagar la hipoteca, cambiar de coche o comprar  ese reloj que inmortalizaría mi muñeca , no sin antes proveernos  de la proverbial y  salvífica lotería de Navidad, que tuvo su inicio con las Cortes de Cádiz de 1812  que impregnadas de liberalismo hicieron ver al hombre que era posible otro mundo, que la felicidad en la tierra era factible, siempre que se acometan algunas reformas, algunas transformaciones.

Han pasado más de doscientos años y el hombre sigue buscando la felicidad, sigue haciendo nuevas leyes, reformas, pero ésta, casquivana, se le escapa y es que olvidamos con frecuencia que querer cambiar la  sociedad  sin cambiar cada uno de nosotros es una pretensión inútil, un sinsentido, un imposible, y  ejemplos abundantes de cuanto digo impregnan la realidad, llámense Cataluña, Andalucía , Valencia o Madrid…

En Siero, concretamente en Pola, siempre que hablamos de Belén nos trasladamos  al Asilo de Nuestra Señora de Covadonga, donde se ubica ese Belén permanente, obra  del sacerdote  y capellán del Asilo don Belarmino García Roza, fallecido precisamente el día de Navidad de 1.991,  y custodiado y difundido después  por ese gran belenista,  protector del Asilo y difusor del Camino de Santiago  que fue don Juan Manuel Rodríguez Díaz, más conocido como “Juanín” . Esta joya de belenismo asturiano destaca por su rigor catequético y por su elaboración artística.

La Belén de aquel tiempo era una región de pastores, profesión de poco crédito entonces, hoy, en la España que se dice de las oportunidades, de la igualdad, del progreso, del bienestar uno de los estamentos con más dificultades, con más escasez de medios y con una economía de mera subsistencia  si es que llega, es el de los emigrantes, y ha sido precisamente uno de ellos quien nos  ha dado a todos uno de los mejores mensajes navideños . Este emigrante nigeriano, de nombre Pedro, vendedor de pañuelos de papel y afincado en Sevilla, en el Barrio de El Tardón, después de devolver a su dueño el importe de casi 16.150 euros  nos dijo: “A mí sólo me importa ser honesto” ¡A buen entendedor pocas palabras bastan!

 PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD.


                                         José Antonio Noval Cueto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario