Siempre que me pongo a escribir busco aquellos temas o
noticias que más me hayan impresionado y siempre con la intención de que estas
letras puedan servir de disfrute y utilidad a mis lectores. Hoy, 30 de Enero,
el mismo día que en 1933 consigue el poder en Alemania, Adolfo Hitler, gracias
a las urnas y el apoyo de sus vecinos, y también el mismo día que en 1998 son asesinados en Sevilla el concejal Don
Alberto Jiménez Becerril y su esposa Asunción García, me parece oportuno
analizar el discurso pronunciado por el
expresidente Aznar en la Convención del PP la pasada semana donde preguntaba a
sus bases si “¿Querían ganar las elecciones?”, pues quizás las prisas del
periodismo simplifican mucho su contenido e ideas e incluso la propia intencionalidad ideológica de
algún medio incida en aspectos menos importantes. La pregunta del Sr. Aznar me
pareció muy oportuna en un año muy
electoral como este de 2015. Antes de
continuar mi digresión quiere agradecer el sentido de Estado que tanto el
expresidente González como Aznar reflejan en muchas de sus intervenciones
públicas, lo que prueba su responsabilidad y preocupación por el futuro de
España y son una buena ayuda para la ciudadanía reflexiva.
Han sido bastantes las ocasiones en que he tenido ocasión de
escuchar en directo a Don José María Aznar, y siempre sus exposiciones estaban
tan medidas y estudiadas que no decían palabra de más ni de menos, decían
justamente lo que él quería decir. Y esa misma valoración extraigo del discurso
pronunciado en Madrid, el 23 de Enero, que inició recordando que tal día como
hoy estaba hace 20 años enterrando a Gregorio Ordóñez y que fue asesinado por
ser el político más querido en su ciudad y el más trabajador, o sea cercanía y
trabajo que se echa muchas veces en falta en multitud de dirigentes de la
España nuestra, que por ignorar ignoran hasta el precio del cuarto de pan o el
importe del billete del metro y sólo visitan los concejos en primarias o en
citas electorales. Las víctimas, según Aznar, reclaman “memoria, dignidad y
justicia”.
Sus recetas o soluciones para España son más Ley, más
Estado de Derecho, más espíritu de la Transición, más confianza en nuestras
propias fuerzas, más implicación de los ciudadanos y y más verdad- apostillaría
yo- aunque duela. Ayer me encontré un titular muy acertado del sr. Luis de
Guindos que va en esa dirección y que decía:” Hasta que no reduzcamos en diez o
doce puntos la tasa de paro no saldremos de la crisis”.
En su discurso hay una voz de alerta, de arenga a su partido
al que pregunta si quiere ganar las Elecciones, y otra de movilización y
persuasión a los ciudadanos cuando pide el fortalecimiento de las clases
medias- la gran castigada en esta crisis y la única que garantiza la estabilidad
social- y cuando demanda un pacto social empresarial que facilite el empleo de los jóvenes y evite su
exclusión.
Avisa de los peligros que se ciernen sobre nosotros entre
otros el populismo, hijo de la antipolítica, que nace siempre bajo la coartada
de la corrupción, y nos recuerda que nadie tiene derecho a enfrentar y dividir
a una sociedad (Cataluña)…, pero para evitarlos es necesario, como en su día lo
reclamó ya el rey Felipe VI, que gente de valía y de conciencia- añadiría yo-,
reivindique el papel e importancia de la política, ya que de ella depende el
futuro de todos nosotros. Insiste en que tenemos que ser los mejores, no los
menos malos, que tenemos que gobernar para transformar y mejorar la sociedad, no para
evitar que otros gobiernen cuatro años, y admito con el Sr. Aznar que la única diferencia entre los españoles
venga marcada por el trabajo, la superación y el esfuerzo.
Bueno es recordar que los partidos están para ganar
elecciones y más aún para devolver la ilusión y la confianza a las personas que
confían en ellos, pero tienen que mover ficha, hacer algo, incentivar a los
ciudadanos de modo que se consideren sujetos activos del proceso de elección y
no meros espectadores de los trapicheos de otros.
José Antonio Noval Cueto