Desde el pasado 13 de julio hasta la actualidad han sido
muchas las personas que han dejado su impronta y admiración por la figura del
alcalde de Noreña, don Aurelio Quirós Argüelles. Unos y otros han escrito desde
el cariño de nieto, desde el privilegio de una amistad, desde el trabajo y
vivencia de unos proyectos y todos desde el recuerdo cariñoso, y entre ellos quien
os escribe que quiere que la palabra se convierta en letra y sea testimonio
agradecido de lo vivido, y es que
vivencias como las suyas no abundan , han hecho mucho bien, pues no hablo de
alcalde cualquiera, sino de un alcalde singular, del Alcalde de Noreña, de don Aurelio
Quirós Argüelles.
El martes,14 de julio, delante del Ayuntamiento y mientras la
Banda de Música interpretaba la marcha fúnebre, la memoria me llevó al pasado,
al Ecce Homo del año 1995 donde conozco a Aurelio y le veo ejercer de buen
anfitrión con todos los invitados que asisten a la Santa Misa, -entre los que
me encuentro-, y posterior procesión, no sin antes recomponer las fuerzas con
un sencillo aperitivo de excelentes embutidos de la zona y buen vino. Ya en
aquel momento quedé deslumbrado de los detalles y cuidados que ponía en lo que
hacía, de su naturalidad y sencillez y de su preocupación por que todos
estuviéramos a gusto y Noreña y sus vecinos quedaran bien representados. Desde
ese día hasta hoy han sido muchas las ocasiones donde hemos coincidido y donde
hemos intercambiado multitud de opiniones y compartido las experiencias
que traen a veces los avatares
municipales, donde uno encuentra la motivación y el estímulo donde menos lo
espera, y no siempre de quien espera. Siempre que estaba Aurelio, y a
veces su señora, uno se encontraba a gusto, arropado, seguro. Uno se sentía
como en casa. Sus palabras directas, sencillas, impregnadas de sentido común y
experiencias, de humor y optimismo eran nuestro principal alimento. Recuerdo al
respecto una bella anécdota, que dentro de su tono exagerado, revela bien la
trayectoria de Aurelio y del cariño que le profesaban sus vecinos. Y es que
cierto día al salir del Ayuntamiento con dos personas para tomar un vino en un
bar del entorno, al entrar en éste,
Aurelio y las personas que le acompañaban iban tan centradas en la conversación
que él no vio a dos vecinos que estaban sentados en una mesa de la esquina, al lado de la puerta, y entonces uno de estos
le dijo:
- ¡Eh,
Aurelio!, ya no conoces a nadie.
Apenas empezó a justificarse
Aurelio cuando el otro
acompañante de la mesa le dijo:
-
¡Tranquilo!,
Aurelio, no te preocupes, que el día que te mueras te llevamos el voto al
cementerio.
Este comentario de chigre evidencia la confianza y gratitud
de sus vecinos. ¿Motivos, causas? Supongo que muchos, especialmente el de ser
una persona de fiar, y esto en los tiempos que vivimos no es poco, ya en el
plano familiar –muy pendiente de los suyos. ¡Qué contento estará el abuelo con
la sonrisa escrita de su nieto, con la música de la tuba y con las palabras
pronunciadas en el atril de la Iglesia y
su “Fai lo que quieras”-, ya en el plano empresarial la calidad y el rigor era
su lema, en resumen la obra bien hecha, y en la vertiente política puso
especial empeño en convertir a Noreña en un concejo puntero aun sabiendo que el vestirse y llevar a todas
horas el traje de alcalde imponía muchas servidumbres a su familia y especialmente a su esposa,
Tina, de quien siempre estaba muy pendiente y más en los últimos tiempos, a
raíz de sus problemas de salud.
¡Ojalá tu ejemplo cunda y ahora que tanto se habla de
cercanía, de proximidad, de dignificación política, de la necesidad de emprendedores, los estudiosos
lo tienen fácil, les basta con un estudio pormenorizado de tu persona!
Podría decir más cosas, pero soy consciente que todo escrito tiene su limitación, y para
concluirlo no sé por qué me vienen a la
cabeza unas palabras pronunciadas por Aliosha Karamazov después de la muerte de Iliúshechka(un niño)
a sus amigos y que dicen: “¡Ay, niños ,ay,
queridos amigos, no temáis la vida!¡Que bella es la vida cuando uno hace algo
bueno y justo”!.
Estimado Alcalde has sido un privilegio.
José
Antonio Noval Cueto
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