Ahora que la ceremonia de la confusión se ha establecido en
muchos ayuntamientos, ahora que muchos de sus balcones se llenan con banderas
oficiales y reivindicativas, ahora que se quiere instaurar el todo vale, me
llega un comentario agradable de una amiga de “Faceboox”, donde me desea “Feliz Día de la Bandera”, festividad
que viene celebrándose en Argentina desde el 20 de junio de 1.938 y que se
conoce como “Día de la Bandera”, a los 194 años de la muerte del general Don Manuel
Belgrano, Padre de la Patria y máximo símbolo de la nación. Y mi primera
reflexión ha sido un lamento, un pesar ¿Cuándo podremos celebrar en España
nuestra bandera? ¿Cuándo dejaremos de usarla para enfrentar, para dividir?
¿Cuándo podremos tararearle unas letras,
ya sean de Pemán, Marquina o cualquier otro? ¿Cuándo veremos a nuestros
deportistas entonar unas palabras ante el himno de su patria? ¿Es o no
aconsejable tener sentido patrio? ¿Es lógico amar , querer, proteger a la tierra que a uno le vio nacer y
alegrarse de sus éxitos y lamentarse de sus fracasos, que son los nuestros, sin
dejar de ser ciudadano del mundo? Quizás
estos expresivos versos de Pablo Neruda ayuden
a la respuesta :” La tierra, mi tierra,
mi barro, la luz sanguinaria del orto volcánico…allí donde mi alma parece una
pobre guitarra que llora cantando…”
Este deseo, impregnado de lamento, se hizo realidad el domingo, 21 de junio, cuando en el
Telediario de las 15:00 veo la ceremonia de proclamación como candidato a la
Presidencia de España de Don Pedro Sánchez, líder del PSOE, que tuvo lugar en
el Teatro Price de Madrid y como maestra de ceremonias y presidiendo el acto
una enorme bandera de España. ¡Era hora! ¡Enhorabuena! ¡Por algo se empieza! Ya
va siendo el momento de quitarse complejos, de silencios cómplices, y asumir de
una vez, como hacen nuestros amigos argentinos, que esa bandera nos representa
a todos, no es patrimonio de ningún grupo, y que no sólo hay que ondearla e
izarla en las competiciones deportivos o en sus éxitos o por motivos
electorales como es el caso, sino
también cuando sea obligatorio- ayuntamientos y edificios oficiales desde
1908- y siempre que la ocasión lo pida.
Y esa bandera la hacemos y levantamos todos, con nuestro trabajo, con nuestros
esfuerzos y como negarlo, también con nuestros sacrificios. Y creo que después
de quinientos años quizás haya llegado el momento de reconocer que España existe y que ésta es
nuestra bandera, y así lo reconoce el art.4.1 de nuestra Constitución: ”La
bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja ,amarilla y
roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas…”
AHORA que florecen banderas en todos los balcones de los
ayuntamientos ya sean confederadas,
arcoíris e incluso últimamente griegas, quien les escribe sólo pide que blasone
en los Ayuntamientos la bandera del sentido común , de la verdad y del respeto
a la ley, y ahora que algunos denuncian opacidad y favoritismo
en la contratación de personal de las Administraciones Públicas, como si
sólo ellos tuvieran el patrimonio de la solidaridad y de lo justo, creo
que ha llegado el momento de que se
cumpla ese precepto legal que obliga a que la plantilla municipal tenga un 5 % de discapacitados, colectivo que si ya de por sí tiene dificultades
de empleo, con mayor motivo en los tiempos de crisis que vivimos donde convertimos al hombre en
máquina o en animal de arrastre.
Y ya que hablamos de banderas, de nuestra Bandera, no puedo concluir estas letras sin recordar
a la trianera Marujita Díaz, fallecida el lunes, 22 de junio, y con los sones
de su pasodoble “Banderita española” convertidos en letra , testimoniarle mi
gratitud, pues también con música, con canto, con baile y humor se construye,
se hace España: “Banderita tu eres roja, banderita tú eres gualda, llevas
sangres llevas oro en el fondo de tu alma”.
José Antonio Noval
Cueto.
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