domingo, 13 de marzo de 2016

“Yo ya no soy noticia…”

En tiempos como los actuales donde todos queremos dejar huella y que los demás nos perdonen la vida por las muchas acciones en pro de la comunidad, empieza uno a plantearse si no será un error esa teoría de Jorge Manrique de perdurar a través de las obras o hazañas que uno haya realizado en su vida como había hecho su padre Gómez Manrique , - la llamada vida de la fama para combatir el olvido, la muerte- y digo todo esto, porque el mundo parece que se nos queda pequeño para glosar o alabar nuestras acciones, y cada vez es más difícil reconocer la importancia de la humildad y saber que todo lo que uno hace no es patrimonio exclusivo suyo, sino que las circunstancias y los oficios de los demás ayudan a que uno llegue, triunfe. Esa filosofía o manera de entender la vida conduce   , a veces, a la desesperación, al vacío, a la nada, de ahí que produzcan extrañeza decisiones tan heroicas o tan poco frecuentes como la renuncia al papado de Benedicto XVI – la última tuvo lugar en el año 1294, con el papa Celestino V - de la cual se cumplieron ahora tres años, concretamente el 28 de febrero de 2013, y que supuso el paso o salto de la supuesta  gloria, fama, poder … al claustro, silencio, oración y búsqueda y encuentro de Dios, que es la fuente de la verdadera felicidad.

Pensando en esto me viene a la cabeza una anécdota de uno de los ministros más relevantes de los últimos tiempos de Franco, don Gregorio López Bravo, que siendo ministro de Asuntos Exteriores y estando en la cúspide de su “gloria humana” y al celebrarse  en  París una reunión de la OCDE, cuya presidencia ejercía,   después de recibir elogios de relevantes estadistas europeos como Giscard D’Estaing, recibe una llamada de Madrid donde se le comunica su cese. Asimila el desaire y al día siguiente, al llegar a Barajas y ser abordado por multitud de periodistas, su única explicación o respuesta fue la frase que titula este artículo: “Yo ya no soy noticia”, cuyo contenido es claro y trasparente.

Arbitrariedades como ésta  abundan en la vida política actual y eso que hablamos de democracia, y están en la mente de todos, por muchas Primarias o Estatutos que dicen regir  la vida de los partidos, pero silencios y acatamientos como los de don Gregorio son escasos, casi diría inexistentes , pues pocas personas tienen esa grandeza de ánimo para aceptar las bondades o las miserias que la vida traiga y escasas las que tengan la humildad necesaria para no considerarse imprescindibles y no ser el muro o tapón que impida el progreso o la convivencia entre todos.

Hoy, conductas como ésta, serían tildadas por algunos nostálgicos de heroicas,  inusuales, sorprendentes, y por los más de  ingenuas, pues  todo se mira no desde el compromiso o entrega a un proyecto,   sino desde el interés más personal y es  que la defensa de lo colectivo empieza por lo mío y acaba en lo mío.

Hoy ,las noticias ya no nos hablan de personas, sino de animales, de cosas, de abstracciones, de si se muere una burra hambrienta, si una vaca mugue por mala alimentación, de drones  o si se truecan bebés por móviles; hoy, por desgracia, el grado de deshumanización es alarmante, de ahí que el Latín o idioma de lo sagrado se guarde en el baúl,  la Filosofía se la condene  al olvido y al refugiado se confine en la reserva india o campamento, mientras el Mediterráneo se convierte en el mayor cementerio del mundo con el consentimiento de todos. Y mientras a verlas venir, esperando que las cosas se arreglen por sí solas. ¡Qué bien nos iría a todos si las personas que se lo merecen volvieran a ser noticia!, y es que no todos somos iguales, aunque les pese a alguno, y a los hechos me remito.



                            José Antonio Noval Cueto.

2 comentarios:

  1. Efectivamente, de esta humildad tenemos que aprender todos.
    Le felicito por su artículo.

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  2. Efectivamente, de esta humildad tenemos que aprender todos.
    Le felicito por su artículo.

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