“Yo ya no soy noticia…”
En tiempos como los actuales donde todos queremos dejar
huella y que los demás nos perdonen la vida por las muchas acciones en pro de
la comunidad, empieza uno a plantearse si no será un error esa teoría de Jorge
Manrique de perdurar a través de las obras o hazañas que uno haya realizado en
su vida como había hecho su padre Gómez Manrique , - la llamada vida de la fama
para combatir el olvido, la muerte- y digo todo esto, porque el mundo parece que
se nos queda pequeño para glosar o alabar nuestras acciones, y cada vez es más
difícil reconocer la importancia de la humildad y saber que todo lo que uno
hace no es patrimonio exclusivo suyo, sino que las circunstancias y los oficios
de los demás ayudan a que uno llegue, triunfe. Esa filosofía o manera de
entender la vida conduce , a veces, a la desesperación, al vacío, a la
nada, de ahí que produzcan extrañeza decisiones tan heroicas o tan poco
frecuentes como la renuncia al papado de Benedicto XVI – la última tuvo lugar
en el año 1294, con el papa Celestino V - de la cual se cumplieron ahora tres
años, concretamente el 28 de febrero de 2013, y que supuso el paso o salto de
la supuesta gloria, fama, poder … al claustro,
silencio, oración y búsqueda y encuentro de Dios, que es la fuente de la
verdadera felicidad.
Pensando en esto me viene a la cabeza una anécdota de uno de
los ministros más relevantes de los últimos tiempos de Franco, don Gregorio López Bravo, que siendo ministro de Asuntos Exteriores y estando en la cúspide
de su “gloria humana” y al celebrarse en
París una reunión de la OCDE, cuya
presidencia ejercía, después de recibir elogios de relevantes
estadistas europeos como Giscard D’Estaing, recibe una llamada de Madrid donde
se le comunica su cese. Asimila el desaire y al día siguiente, al llegar a
Barajas y ser abordado por multitud de periodistas, su única explicación o
respuesta fue la frase que titula este artículo: “Yo ya no soy noticia”, cuyo
contenido es claro y trasparente.
Arbitrariedades como ésta abundan en la vida política actual y eso que hablamos
de democracia, y están en la mente de todos, por muchas Primarias o Estatutos
que dicen regir la vida de los partidos,
pero silencios y acatamientos como los de don Gregorio son escasos, casi diría
inexistentes , pues pocas personas tienen esa grandeza de ánimo para aceptar las
bondades o las miserias que la vida traiga y escasas las que tengan la humildad
necesaria para no considerarse imprescindibles y no ser el muro o tapón que
impida el progreso o la convivencia entre todos.
Hoy, conductas como ésta, serían tildadas por algunos
nostálgicos de heroicas, inusuales,
sorprendentes, y por los más de ingenuas,
pues todo se mira no desde el compromiso
o entrega a un proyecto, sino desde el interés más personal y es que la defensa de lo colectivo empieza por lo
mío y acaba en lo mío.
Hoy ,las noticias ya no nos hablan de personas, sino de
animales, de cosas, de abstracciones, de si se muere una burra hambrienta, si
una vaca mugue por mala alimentación, de drones o si se truecan bebés por móviles; hoy, por
desgracia, el grado de deshumanización es alarmante, de ahí que el Latín o idioma
de lo sagrado se guarde en el baúl, la
Filosofía se la condene al olvido y al
refugiado se confine en la reserva india o campamento, mientras el Mediterráneo
se convierte en el mayor cementerio del mundo con el consentimiento de todos. Y
mientras a verlas venir, esperando que las cosas se arreglen por sí solas. ¡Qué
bien nos iría a todos si las personas que se lo merecen volvieran a ser
noticia!, y es que no todos somos iguales, aunque les pese a alguno, y a los
hechos me remito.
José Antonio Noval Cueto.
Efectivamente, de esta humildad tenemos que aprender todos.
ResponderEliminarLe felicito por su artículo.
Efectivamente, de esta humildad tenemos que aprender todos.
ResponderEliminarLe felicito por su artículo.