“El amigo americano nos
visita: ¡Presenten armas….arrrr! "
Todos los presidentes de Gobierno que en España han sido y
son, excepto Leopoldo Calvo Sotelo, han visitado, han peregrinado al Despacho Oval de la Casablanca, incluso
alguno ha participado en el “Desayuno Nacional de la Oración en Washington”. ¿Por
qué? ¿Había motivos, obligaciones o era
mero protocolo, propaganda? Todos los presidentes americanos desde la
Transición han visitado España, faltaba Obama, que con esta breve visita, va a
cumplir el trámite. Estancia acortada a raíz de la tragedia de Dallas y
centrada especialmente en las Bases Americanas de Torrejón de Ardoz, Madrid y
Rota, y es que la seguridad y la situación geoestratégica de España ocupan un
lugar importante en su agenda. Como
viene siendo habitual en todas las escalas o visitas que hace un presiente yanqui
en el viejo continente tenemos carteles de bienvenida, folclore y
agitación por las calles y no es para dar gracias. En España, desde el
hundimiento de Maine en el Puerto de la Habana un 15 de febrero de 1898 hasta
la actualidad, hubo tiempo para evitarlo o mitigarlo.
Es bueno y deseable que el Presidente de los EEUU visite
España, pues nuestra seguridad- somos el tercer país europeo que menos invierte
en Defensa- y nuestra economía depende en gran medida de ellos – más del 7% del
PIB y casi 300.000 empleos directos e indirectos. Pensemos en las ventajas que supone
para Valencia y Asturias, respectivamente, empresas como la Ford y Dupont entre
otras. Y hablando de nuestro petróleo
nacional, el turismo, en lo que va de año se ha incrementado en un 21,9%
el número de turistas americanos que ya sobrepasan el millón anual y con la
particularidad de ser los que más gastan, una media de 2.338 euros por
estancia, frente a la media de 971 euros de los demás. Es cierto que, como pasa
en España , no todos los gobiernos lo han hecho bien y han tenido errores, pero
pongamos los puntos sobre las “is” a la hora de agitarnos, y esto sin apelar
a la historia del pasado siglo XX y su defensa de Europa, ya que si hoy estudiamos
inglés es gracias a ellos, que pudo no haber ocurrido.
Es bueno y deseable para España que nuestra nación tenga
protagonismo y peso internacional, capacidad de decisión allí donde se toman,
pues muchas de ellas pueden beneficiar o perjudicar la vida de todos nosotros,
y más en un mundo globalizado donde el dólar o el euro puede invertirse, según
convenga, en cualquier parte del planeta. Sería aconsejable que todos nos
concienciáramos de la importancia de una
coherente, equilibrada, estable política internacional, pues muchos contratos o
acuerdos económicos dependen de ella. ¡Cuánto me gustaría que en las
estanterías de los supermercados y tiendas americanas se vendiera sidra, leche,
agua y productos de Asturias! No hace mucho mi amigo Faustino se lamentaba de
la dificultad de encontrar vino y aceite español en algunas tiendas de San Antonio (Texas). Quizás
en una entrevista, en un acuerdo bilateral, se pueda abrir la puerta, y otro
tanto pasa en otros campos como el cine (¿qué actor, cineasta no aspira a Hollywood…?)
, la investigación – comparemos el
número anual de patentes americanas y las nuestras- ¿ No es bueno beneficiarse de esto? Y al hilo
de estas preguntas me viene la duda de si muchos de nuestros éxitos en la lucha
terrorista de los últimos tiempos se hubieran logrado sin el apoyo americano.
Podría seguir destilando argumentos que hablan de lo
beneficioso que es la vinculación con América y con los países de la UE (más
del 60% de nuestro PIB viene de ahí), pero creo que a buen entendedor, pocas
palabras bastan. No obstante hay sólo
una cosa que debemos asumir, hacer nuestra cuanto antes, y es que de ser pícaro
no se obtiene ningún beneficio; el fraude o el engaño nos perjudica a todos.
Hace décadas el cineasta Pier Paolo Pasolini en una
entrevista, poco antes de morir, denunciaba que “el verdadero fascismo era el
consumismo”. Hoy, algunos años después, en época de crisis, paro, recortes, las
fuerzas de izquierda española denuncian, lamentan el “austericidio” , la
excesiva austeridad impuesta por la señora Merkel…Yo la verdad, ante el dilema
planteado, no sé qué camino elegir, pero lo que sí tengo claro es que prefiero
el coche eléctrico que el tirado por gasógeno.
¡Bienvenido
Sr. Presidente!¡Feliz estancia!
José Antonio Noval Cueto.
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