domingo, 10 de julio de 2016

“El amigo americano nos visita: ¡Presenten armas….arrrr! "

Todos los presidentes de Gobierno que en España han sido y son, excepto Leopoldo Calvo Sotelo, han visitado,  han peregrinado al  Despacho Oval de la Casablanca, incluso alguno ha participado en el “Desayuno Nacional de la Oración en Washington”. ¿Por qué?  ¿Había motivos, obligaciones o era mero protocolo, propaganda? Todos los presidentes americanos desde la Transición han visitado España, faltaba Obama, que con esta breve visita, va a cumplir el trámite. Estancia acortada a raíz de la tragedia de Dallas y centrada especialmente en las Bases Americanas de Torrejón de Ardoz, Madrid y Rota, y es que la seguridad y la situación geoestratégica de España ocupan un lugar importante en su agenda.    Como viene siendo habitual en todas las escalas o visitas que hace un presiente yanqui  en el viejo continente  tenemos carteles de bienvenida, folclore y agitación por las calles y no es para dar gracias. En España, desde el hundimiento de Maine en el Puerto de la Habana un 15 de febrero de 1898 hasta la actualidad, hubo tiempo para evitarlo o mitigarlo.

Es bueno y deseable que el Presidente de los EEUU visite España, pues nuestra seguridad- somos el tercer país europeo que menos invierte en Defensa- y nuestra economía depende en gran medida de ellos – más del 7% del PIB y casi 300.000 empleos directos e indirectos. Pensemos en las ventajas que supone para Valencia y Asturias, respectivamente, empresas como la Ford y Dupont entre otras. Y hablando de nuestro petróleo  nacional, el turismo, en lo que va de año se ha incrementado en un 21,9% el número de turistas americanos que ya sobrepasan el millón anual y con la particularidad de ser los que más gastan, una media de 2.338 euros por estancia, frente a la media de 971 euros de los demás. Es cierto que, como pasa en España , no todos los gobiernos lo han hecho bien y han tenido errores, pero pongamos los puntos sobre las “is” a la hora de agitarnos, y esto sin apelar a la historia del pasado siglo XX y su defensa de Europa, ya que si hoy estudiamos inglés es gracias a ellos, que pudo no haber ocurrido.

Es bueno y deseable para España que nuestra nación tenga protagonismo y peso internacional, capacidad de decisión allí donde se toman, pues muchas de ellas pueden beneficiar o perjudicar la vida de todos nosotros, y más en un mundo globalizado donde el dólar o el euro puede invertirse, según convenga, en cualquier parte del planeta. Sería aconsejable que todos nos concienciáramos  de la importancia de una coherente, equilibrada, estable política internacional, pues muchos contratos o acuerdos económicos dependen de ella. ¡Cuánto me gustaría que en las estanterías de los supermercados y tiendas americanas se vendiera sidra, leche, agua y productos de Asturias! No hace mucho mi amigo Faustino se lamentaba de la dificultad de encontrar vino y aceite español  en algunas tiendas de San Antonio (Texas). Quizás en una entrevista, en un acuerdo bilateral, se pueda abrir la puerta, y otro tanto pasa en otros campos como el cine (¿qué actor, cineasta no aspira a Hollywood…?)  , la investigación – comparemos el número anual de patentes americanas y las nuestras-  ¿ No es bueno beneficiarse de esto? Y al hilo de estas preguntas me viene la duda de si muchos de nuestros éxitos en la lucha terrorista de los últimos tiempos se hubieran logrado sin el apoyo americano.

Podría seguir destilando argumentos que hablan de lo beneficioso que es la vinculación con América y con los países de la UE (más del 60% de nuestro PIB viene de ahí), pero creo que a buen entendedor, pocas palabras bastan.  No obstante hay sólo una cosa que debemos asumir, hacer nuestra cuanto antes, y es que de ser pícaro no se obtiene ningún beneficio; el fraude o el engaño nos perjudica a todos.

Hace décadas el cineasta Pier Paolo Pasolini en una entrevista, poco antes de morir, denunciaba que “el verdadero fascismo era el consumismo”. Hoy, algunos años después, en época de crisis, paro, recortes, las fuerzas de izquierda española denuncian, lamentan el “austericidio” , la excesiva austeridad impuesta por la señora Merkel…Yo la verdad, ante el dilema planteado, no sé qué camino elegir, pero lo que sí tengo claro es que prefiero el coche eléctrico que el tirado por gasógeno.

            ¡Bienvenido Sr. Presidente!¡Feliz estancia!


                                                José Antonio Noval Cueto.

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