viernes, 1 de julio de 2016

“Enseñanzas de la vida…”



La vida humana nos depara sorpresas cuando menos lo pensamos y esto es lo que me ocurrió a mí la semana pasada al visitar el salón biblioteca de mi pariente y amigo Faustino, minero, sindicalista y político, fallecido hace ya un tiempo. Curiosear y rastrear su Salón-Biblioteca es inhalar su espíritu, sus apetencias; descubrir sus gustos y , a veces, encontrarse con sorpresas. De su sencilla biblioteca la temática dominante era la política, la histórica(especialmente del s.XX), ensayos , alguna clásica enciclopedia, tratados sindicales y carpetas con algún recorte de prensa. Y en una esquina, casi ocultos, dos pequeños libros: 1/ “El Nuevo Testamento”, impreso un 2 de agosto de 1954, dos meses y medio después de nacer un servidor, con el pertinente “Nihil Obstat” del Censor de Segovia, donde se imprimió. De tapas duras, de color azul, convertido en blanco, enmohecido  por la humedad o la falta de uso, formato bolsillo,  con un total de 506 hojas, de papel biblia .El 2/ Lleva como título , verdadera sorpresa y coincidencia, aunque con fines distintos, “Testamento Literario” de Armando Palacio Valdés,  impreso en Madrid en la calle Preciados,42  , en el año 1943.

El verano no puede empezar más prometedor, pues es positivo que hablamos de Testamentos en un época donde escasean los descendientes, los fieles y la vida. Me viene esta reflexión provocada por noticias de actualidad, del momento, y es que últimamente hemos sabido que el número de fallecidos en el año 2015 supera al de nacimientos, en la no despreciable cifra de 3167 personas más muertas que nacidas.

Ante cifras como éstas uno tiene que plantearse si nos estamos equivocando, si no estaremos confundiendo los objetivos. No es normal que se tenga miedo a vivir, incluso diría a respirar. Disculpas y justificaciones hay o habrá muchas – una de ellas el ansia de consumir-, pero lo cierto es que una cultura que tiene miedo a reproducirse es una cultura enferma, sin vitalidad, que desconfía de sí misma. Una cultura que dice aludir y respetar la Ciencia y la Biología cuando quiere justificarse y que no respeta sus verdades cuando no le interesa, es una cultura etérea, de barro, enferma. Estamos llenos de perjuicios, de contradicciones. Nos domina en exceso lo “políticamente correcto”  que nos  lleva a justificar y argumentar lo más inimaginable e incomprensible, sin que se altere el foro, sin que nadie  chille o proteste, y de ello da cuenta la prensa a diario. Recordemos que algunos plenos del Congreso se ocuparon del mono, chimpancé, o que  incluso hay quien dice que ya no hay hombres ni mujeres.

Todo esto que estoy diciendo tiene su réplica y su enseñanza, cuando observas que una tarde calurosa, en un bar de la Pola, un cliente invita a un vendedor ambulante,  de origen africano, simpático y con buen dominio del español, a tomar algo y éste , en pleno Ramadán, agradecido le contesta: “ No puedo”   o  cuando a  la salida de misa dos jovencitas, de ojos grandes y negros te piden limosna, una de ellas en evidente estado de gestación, y la otra, al darte las gracias, te dice: Yo tengo tres hijos…Estos dos ejemplos hablan por sí solos. Tendrán sus razones, réplicas, argumentos o contraargumentos, justificaciones,  lo único que sé es que a los nos que llamamos católicos nos cuesta hasta prescindir de la carne los viernes de Cuaresma.

Han pasado seis meses de campaña electoral y pocos programas se preocupan del Hombre y su destino, de su dignidad, pues quien les escribe es de los que piensan que “no sólo de pan vive el hombre”. Este verano la casualidad me ha provisto de dos lecturas muy interesantes, una el Testamento de Jesús, el Hijo de Dios  que nos ayuda a corregir lo que hay de malo en nosotros, y el Testamento Literario de uno de nuestros mejores novelistas asturianos, que a buen seguro nos dirá o hará sugerencias juiciosas. Espero sacar buen provecho.

                                          José Antonio Noval Cueto


P.D “…Mirad las aves del cielo: no siembran ni siegan ni recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta…¿No valéis vosotros mucho más que ellas?...” (San Mateo 6, 21-7,3)

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