“ Hola, Tito….”
Ahora que se ponen de moda tantos tipos de comida, que si
veganos, los paleodietas, que la dieta
mediterránea o la cocina de siempre , la
de la abuela, con batido de huevo y quina Sansón por la mañana, me he dado
cuenta que en este proceso de crecer que es vivir, no sólo cambiamos de voz, de
piel, de pelo, vestuario, sino que por cambiar
cambiamos hasta de nombre y muchos de
ideología, debido quizás a la mutante sociedad que nos envuelve, y todo esto viene a raíz del saludo mañanero
de mi nieto :
- - Hola,
Tito
( Mis familiares , amigos y vecinos
me llamaron en diferentes épocas de mi
vida: Jose, José Antonio y últimamente ya me llaman José)
No era la primera vez que me llamaba así, pero ayer, 8 de
noviembre, día de las elecciones americanas, no sé por qué al llamarme Tito me
hizo pensar y puso mi memoria a funcionar,
y si hasta entonces había admitido que “Tito” sería apócope o abreviatura de
“abuelo, abuelito” o de nombres como Alberto, Roberto, Ernesto… ayer,
desconozco el motivo, recordé que uno de mis amigos de infancia se llamaba Tito
y que también se llamaba así un sobrino de mi vecina Lola. Entre otros Titos
famosos que en la historia han sido
tenemos a Tito Livio, historiador romano por excelencia,
a Tito Plauto, comediógrafo, y más
recientemente, en plena mitad del siglo XX nos encontramos a Tito Puentes,
difusor del mambo en EEUU, a Josip Brozovich, Tito, presidente de la extinta
Yugoslavia entre otros. Este término tan
usado , etimológicamente significa “el valiente defensor”. Algo muy apropiado
para el papel que desempeñan hoy los abuelos en la sociedad actual, que son el
auténtico baluarte y transmisión de principios, de valores, de esencias,
destinados a ejercer una influencia permanente y constante en la vida de sus
nietos, pues son los que les dedican más tiempo, más comprensión, más
paciencia, más experiencia, de ahí eso de :”Los abuelos nunca mueren, se
vuelven invisibles…”
Nunca había pensado
que la palabra “Tito” diera para tanto, pero cada día trae su munición, su
marca, su afán…pero no acaba aquí el tema y es que ese mismo día , poco después, el
sacerdote nos lee en la misa un fragmento de la Carta de San Pablo a Tito 1,1-9, donde el apóstol recuerda cuáles son las cualidades que debe tener todo responsable pastoral para que su conducta sea “irreprochable”,
algo de lo que tan necesitados estamos y si no que se lo pregunten al del
pisito de Alcobendas, y nos dice que es
necesario ser piadoso, dueño de sí, amigo de hacer el bien y explicar sana
doctrina.
No hay duda que la cercanía y vivencia de un niño pequeño nos
proporciona experiencias que uno no se imagina y que le llevan a uno a
plantearse preguntas que no se ajustan a
la lógica de los años, como me ha pasado a mi hoy sólo porque mi nieto me llamó
“Tito”, debido a ese proceso de aprendizaje del idioma que les lleva a a abreviar,
mutilar las palabras, pero que no limita las posibilidades expresivas, sino que
las incrementa, y es que un niño con su mirada, con su sonrisa y sus balbuceos
lingüísticos nos descubre los muchos mensajes
y misterios que la naturaleza trasmite .
Hoy mi nieto Álvaro me ha recordado que “si no somos como
niños no entraremos en el reino de los cielos”, y que en la Cumbre Mundial de
la Moral a celebrar próximamente en
Madrid, panteón de Cervantes, en fechas
próximas, es urgente que ajustemos y precisemos el reloj de nuestras
conciencias y que de poco sirve preservar al Planeta si no protegemos al SER HUMANO, y es que el único y auténtico
progreso humano depende de la moral.
Algún día intentaré explicaros la emoción que siento cuando
las lágrimas transparentes resbalan por las
blancas y tiernas mejillas de mi nieto o cuando me embriaga el perfume de su cuerpo recién bañado. ¡Es algo
único! ¡No hay palabras!¡Y pensar que hay quien no quiere ser padre!
José
Antonio Noval Cueto
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