Cuando uno llega a cierta edad y
los espejismos de la vida disminuyen, ves la realidad de manera más objetiva y
llegas a la conclusión que lo que uno se debe a sí mismo es poco, con ser
importante, por ejemplo, el esfuerzo, el afán de superación…y es esta certeza
la que te obliga a ser agradecido y a reconocer lo mucho que uno debe al apoyo
y ayuda de muchas personas que han estado presentes y pendientes de su vida, y
entre ellas ocupa un lugar principal la familia, padres, hermanos y demás familiares, así los
amigos, vecinos, compañeros de trabajo, de tertulia y otras… que con su conducta y su modo de
hacer han sido ejemplo y estímulo para ti, sin que medie ninguna intención, fin
o recompensa, de la manera más gratuita y noble como el aire limpio que uno respira…En este apartado
ocupan un lugar destacado los maestros y profesores que uno ha tenido, y entre
ellos a aquel o aquellos que te han ayudado a descubrir tu vocación y te han señalado el rumbo a
seguir. En mi caso concreto me infundieron y potenciaron la afición por la
lectura en una época donde escaseaba el libro bolsillo y no había tantas
bibliotecas públicas como ahora, y me
han ayudado en mucho a ser la persona y
profesional que soy .
En este apartado de
agradecimientos no puede faltar la revista mensual “El Santo”, principal motivo
de estas letras, que recibíamos en mi
casa desde la más tierna infancia y que en la adolescencia más fuerte, más
crítica leía sin que mi madre me viese, para no dañar mi imagen de rebelde, de
mayor, de autónomo, y cuyos artículos y poesías - las del Padre Fermín de
Mieza me encantaban y las esperaba mes a
mes- , me han aportado mucha claridad y
seguridad en una época tan confusa e inestable como aquella – finales de los
70-. Hemos recibido la revista mientras mi madre vivió – falleció en setiembre
de 2010- y después de unos años de silencio, de incomunicación, de olvido, al
recordar el bien impagable recibido de esta revista he vuelto a ser
suscriptor desde hace dos años y sus
contenidos en forma de doctrina, exégesis, cultura , actualidad…no dejan de
agradarme.
Dicen que una forma de soberbia es la
ingratitud y lejos de mi quererlo , de ahí, que antes que sea tarde y por eso de que más vale tarde que nunca, quiero con estas letras dejar constancia de mi
gratitud hacia la revista “El Santo” por
el mucho bien que me ha hecho y animarles a seguir en esa misma línea, pues
todos los oídos oyen, y quien menos pensamos nos lee, lo importante es que premie y prime la
claridad, de la que tan necesitados estamos. No quisiera concluir estas letras
sin haceros partícipes de unas preguntas que se hacía Dante en “La Divina
Comedia” y que considero muy oportunas y
cito: “¿No observáis que somos gusanos nacidos para formar la angelical
mariposa que dirige su vuelo sin impedimento hacia la justicia de Dios? ¿Por
qué se engríe soberbio vuestro ánimo cuando sólo sois defectuosos insectos como
crisálidas que no llegan a desarrollarse?
¡Muchas gracias!
José Antonio Noval Cueto
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