sábado, 17 de junio de 2017

“Merkel, Dios y la Biblia…”


Los pescadores tiran la caña con ánimo de cobrar alguna pieza y con esa misma intención acudimos los lectores en busca de noticias, de palabras que te hagan pensar , te asombren y te motiven, y he de confesar que en la llamada era digital  no abundan, y basta para ello fijarse en la realidad monótona , repetitiva y putrefacta que nos  rodea  y atenaza, de ahí que uno provisto de ambientador  y linterna   busque aquellas noticias que  conformen y estimulen su vida, pues el corazón necesita de la palabra, tanto como la sangre del aire, pero siempre que la palabra se impregne de verdad y razón, y es aquí cuando aparecen las dificultades y porcentajes que cosen las bocas de muchas personas.

Últimamente la realidad ha dado sorpresas, aunque algunas con tono trágico, como la muerte del héroe del monopatín, Don Ignacio Echeberria,  que habla de heroísmo, de entrega , de nobleza , de  defensa del necesitado, del ultrajado, del débil, y  por qué no decirlo, también  de España y de sus gentes, para bien. Ayer, toda una presidenta de Alemania y emperadora de Europa doña Ángela Merkel tuvo el coraje de decir unas palabras que muchos consideramos  oportunas ,  necesarias y esperadas hace tiempo  y todo ello a raíz de su visita a la Universidad de Berna, Suiza, donde dijo y cito textualmente: “ Europa debe volver a Dios y a la Biblia para superar la crisis …”, de identidad, añado yo, entre otras. Palabras que no se pueden considerar nuevas, ni originales, pues ya, a principios del S.XXI la periodista Oriana Fallaci, que se calificaba a sí misma como atea cristina, en su libro “El Apocalipsis”, publicado en el 2004, alertaba de que “Europa no existe … y que Eurabia  se ha puesto a chismorrear que no existen civilizaciones diferentes, no existen principios y valores mejores, sólo hay diversidad y diferencias de comportamiento…”  Las palabras de la Merkel están en la mente de casi todos los europeos pero por aquello de lo “políticamente correcto” no se dicen, se callan, se silencian y con esto el mal se agrava, y ya va siendo hora que se reconozca que Europa, toda Europa, sin ellas no existiría  ,  Don Quijote no sería caballero andante, ni Pizarro conquistaría Perú.

 No es la primera vez que recuerdo a los lectores que uno no puede leerlo todo, que es llegado el momento de seleccionar, de escoger, de acertar en las lecturas , y eso no es fácil pues  no siempre  somos inmunes a esa publicidad devoradora que nos azota. No es la primera vez que os confieso que una de mis lecturas preferidas es Cervantes, especialmente su “Don Quijote”, tildado por algunos como la Biblia laica. Libro que siempre que puedo releo , ficho y cito, y  que tiene el mérito de que su contenido se ajusta a los años, o dicho de otro modo que tiene contenidos nuevos según la edad del lector, no es lo mismo leerlo a los veinte que a los cuarenta, y útiles para los tiempos que vivimos; no en vano es  el testamento vital y literario de un pobre y experimentado anciano preso de sesenta y cuatro años. Es aconsejable leerlo en pequeñas dosis.

Si leemos la Biblia laica, con más razón la Biblia tal, el manual de referencia para todos, creyentes y no  creyentes,  que alimenta el corazón y da respuesta a las incertidumbres humanas, con la particularidad de su solvencia- Palabra inspirada- y  polivalencia, de ahí que siempre que uno lo lee encuentra contenidos, mensajes nuevos, aunque las palabras sean las mismas, y muy ajustadas a las circunstancias del lector. Basta como ejemplo citar al Evangelio de hoy, de San Mateo , cuando recomienda que no juremos ni por el cielo, ni por la tierra y que cuando digamos “sí”, sea sÍ, y cuando digamos “no”, sea no.  ¿En la sociedad bipolar que vivimos cuántos problemas se resolverían si esa fuera nuestra conducta?  Es aconsejable leerlo poco a poco, no muchas páginas al día, y recuerden que “El comenzar las cosas es tenerlas medio acabadas” (Don Quijote)


                                                   José Antonio Noval Cueto

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