Quizás el título, concretamente el adjetivo “churrulleros” ,
sorprenda, pero ante la tempestad catalana que nos sacude a todos, en mayor o
menor medida - que nos ha obligado a tomar postura y ésta airearla o estamparla
en conversaciones o escritos- cada uno
se defiende como puede, y es que el tema ya satura, pasados los momentos más
virulentos de los últimos meses del año
pasado. Y en este defenderse huyo de radio y televisión, y me refugio en la
letra impresa, más concretamente en los clásicos y últimamente en el clásico
por excelencia, don Miguel de Cervantes Saavedra, militar en Italia, preso en Argel,
mal casado en Esquivias, cobrador de impuestos y fallecido en Madrid después de una pobre y penosa
vejez. Así suele agradecer España los servicios prestados.
Haces unos días una amiga me decía que nunca había leído a
Cervantes y yo le respondía que nunca era tarde y que lo único que se exige es
una lectura lenta ,no muy extensa- pocas páginas al día- y diccionario al lado, pues uno puede
encontrarse con palabras en desuso que
no conoce y debe consultar. En los armarios de algunas antiguas escuelas
rurales de Siero se conservaban libros del Quijote adaptados para escolares,
que eran la lectura obligada de las tardes de invierno de otros tiempos.
Así hoy, mientras el Tribunal Constitucional se reunía en
larga sesión plenaria para decidir si el señor Carles Puigdemont podía ser
investido presidente a distancia, yo me recreaba en el diálogo cervantino de dos “perros sabios”, Cipión y Berganza, y
me encontré con palabras poco usuales, quizás desconocidas , que hablan de “embaimientos” o embelesamientos u ofuscaciones, que viene de
“embaír” o hacer creer lo que no es; con “matrero” o astuto; ”taimerías” o malicias y astucias
desvergonzadas; “churrullero” o personas que hablan mucho y sin sustancia.
Todas ellas de plena aplicación al momento que vivimos y a la situación que
padecemos, que tiene un objetivo claro: desprestigiar y desestabilizar a España, a Europa... con buen asesoramiento
jurídico y mucho dinero. Se dice que
vuelve la “guerra fría” entre Rusia y Estados Unidos y que el campo de batalla es Cataluña.
No hay duda que alguien mece la cuna, alguien financia,
alguien diseña la estrategia y el objetivo
que se busca excede a la misma Cataluña; el nacionalismo es un pretexto para
otras cosas, para otros fines. Una vez más se demuestra que no hay nada nuevo
bajo el sol, que las ambiciones u miserias del hombre son las mismas hoy que hace casi cuatrocientos tres años, publicación de
la segunda parte del Quijote…
Alguien debe poner fin a este culebrón – término empleado por
el líder de Podemos y que refleja claramente la situación actual en Cataluña,
aunque él no esté exento de culpa por sus indefiniciones- ,alguien debe poner fin a este enfrentamiento
entre catalanes, alguien debe implantar la cordura y que aquellas palabras de
“Tarradellas” de “¡Ya estoy aquí”, sean para dignificar la política y
preocuparse por el presente y futuro de todos.
No hace mucho el presidente de Tabarnia en el exilio, el señor Boadella,
nos decía que no podía ir a Tabarnia ni al resto de Cataluña “porque se llenó
de rufianes que lo han trinchado todo”.
En los años ochenta, un gran periodista como Emilio Romero
nos dijo: “ No obstante, quede claro, por mi parte, que este país es proclive a
visiones, a sueños, a utopías y a mamarrachos”.
Hoy, después de cuarenta años de Transición, podemos decir que se ha
equivocado. De nosotros depende que se siga equivocando.
José Antonio Noval Cueto
P.D Después de la sabia y experimentada lectura de Cervantes
ya entiendo porque el español – fuente inagotable de expresión - es el idioma
más deseado por los británicos en 2018, y es que ya lo hablan más de 570
millones de personas .