miércoles, 5 de septiembre de 2018

“ El Cristo de San Félix, Lugones…”


Siempre he dicho que la obligación de coger el bolígrafo y escribir unas palabras surge cuando menos se piensa, y esto me ha pasado a mí, el domingo, dos de setiembre, al acudir a misa a la parroquia de San Félix de Lugones, mi parroquia de infancia, para asistir a misa de 12 en sufragio de mis familiares difuntos. Un día espléndido. Llegué con antelación. En los aledaños y entrada principal del templo se veía gente vestida de ceremonia, y es que hoy además,  como es habitual en otros templos,  es domingo  de bautizos y en el trascurso de la misa se van a bautizar cuatro niños: Marco, Samuel, Mario y Mauro. ¡Nombres bonitos donde los haya, cortos y de nuestro santoral de siempre! Es día de alegría, de vida y alborozo para toda la comunidad parroquial que recibe cuatro feligreses más y  muy especial para padres, familiares y amigos.

Cruzar el umbral de la Iglesia  y llenarse de  recuerdos de otras épocas, de otros tiempos, es todo uno: Catecismo y  Primera Comunión , Confirmación, Reuniones  parroquiales… de sacerdotes como  Don Jesús y su coadjutor  Don Alfonso, Don Ángel , Don Julio, Don José María, Don Cecilio, Don Fernando y ahora, Don Joaquín… Apenas andas unos metros  hay una imagen que busca y encuentra mi mirada y más desde que el párroco ha tenido le feliz idea de iluminar su figura, su imagen doliente. Me refiero al Cristo vivo, agonizante, clavado en la Cruz   y que preside el Presbiterio del templo. Es uno de los Cristos más bonitos que conozco – todo él de factura realista - que no te deja impasible, sino al contrario, inquieta, pregunta, obliga ... Siempre he pensado que si  hablamos del Cristo de la Buena Muerte ,de Pemán ; del Cristo de Velázquez ,de Unamuno;  del Cristo de Medinaceli, en Madrid; del  Ecce Homo de Noreña, del Cristo de Santa Ana de Pola de Siero, del  Cristo de Candás…los de Lugones también tenemos que hablar del  Cristo de San Félix, nuestro Cristo de  Esperanza y de Vida,   nuestro protector y benefactor, que  aunque de sobra  sabe de qué  pasta estamos hechos,  nos acoge, ayuda, protege….

No sé si convertir una misa en tema periodístico es oportuno o conveniente, pues muchos aspectos de la misma quizás se me olviden o quizás no tengan la profundidad exigida , pero ser testigo de la alegría desbordada y contagiosa de una Comunidad parroquial y de unas familias en una misa ágil y participativa justifican más que nunca estas letras  y más aún cuando la Palabra, la Palabra de Dios, se hace presente en las lecturas del día (Salmos, Evangelio…) – de ahí la importancia de una buena lectura-   que en esta ocasión no dejan indiferente a nadie que oiga, que escuche  y más cuando el sacerdote de manera medida y sabia sabe sacarle fruto, provecho en su homilía. No hace mucho un amigo, en una comida homenaje preguntaba a los comensales:

-         ¿Cuál es el mandamiento más importante de la Ley de Dios?...
Todos estábamos algo sorprendidos, perplejos, como si dijéramos esta pregunta tiene pega, pero la sabiduría y prudencia  del homenajeado lo aclaró pronto y dijo:
-     -    ESCUCHA Israel, amarás a Dios sobre todas las cosas… Aclaración muy oportuno  pues si no se escucha...

Y es que como muy bien decía Don Joaquín, en estos textos, hoy, 2018  años después, uno puede encontrar la respuesta que busca ante los muchos dilemas o incertidumbres que le rodean, y basta para ello entonar la pregunta que el Salmo 14 se hace:

 -“Señor. ¿Quién puede hospedarse en tu tienda?

- Respuesta:   El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. El que no hace mal al prójimo, ni difama al vecino…”

Palabras como éstas hacen mucho bien en época de ruidos, falsas noticias, mentiras, videojuegos, redes…

Nada se dejó a la improvisación, los cantos tuvieron su sitio y su importancia gracias al Coro San Félix  y al diácono . La  ceremonia, a pesar de la duración, se nos hizo ágil , fructífera, de mucho provecho, pues no siempre se reciben lecciones de “valores”, de ”principios”, de moral, tan útiles y contrastadas. Ahora sólo nos queda aplicarlas, hacerlas nuestras y que se note que somos seguidores de Cristo. Concluye la misa con el Himno de Covadonga, cuando aún reverberaba en nuestro oídos el precioso cántico de “Si me falta el amor, no soy nada…”

Una ceremonia tan excelente y cuidada -nada se dejó al azar, todo estaba medido -  donde la Palabra, la música, la fe y la emoción tuvieron su importancia,  no  puede quedar sin testigo  y esta es la intención de estas letras que evidencian que los problemas del hombre son los mismos hoy y siempre, y  que la solución depende de nosotros. Se aconseja escuchar y leer la Palabra de Dios cinco minutos diarios. ¡Enhorabuena a todos!

P.D "La mayor enfermedad hoy día no es la lepra ni la tuberculosis, sino el no sentirse querido, no cuidado y abandonado por todos. El mayor de los males es la falta de amor y de caridad..." (Madre  Santa Teresa de Calcuta)

                                                       José Antonio Noval Cueto.



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