Tenía pendiente dar esta información, sé que la misma Virgen
no permitiría mi silencio. Deje pasar unos días para afianzar y organizar el
mensaje, y aún ahora, que ya lo estoy escribiendo pido a la Virgen de Lourdes
que me ayude a trasladar lo que tengo en mi cabeza, pues no me parece fácil, y
más según lo voy escribiendo, pero para la Virgen no hay nada imposible y a
ella acudo. Lo dejo en sus manos. Ya me diréis.
Todo lo que voy a decir tiene que ver con una llamada de
teléfono y en el momento oportuno – la de mi hija Beatriz- que facilitó, sin
contar con ello, la realización de un deseo largo tiempo añorado que no era
otro que visitar Lourdes y postrarse ante la Virgen. Así un 20 de febrero - en
pleno invierno y nueve días después del aniversario de las apariciones que se
conmemora con la dignidad e importancia que se merece todos los 11 de febrero,
desde aquel 1858, que la Virgen se apareció por primera vez a Bernardette- a
media mañana nos dirigimos hacia la región pirenaica en busca, como supongo
hacen casi todos los peregrinos, de afianzar nuestra fe, agradecer las gracias
recibidas e implorar que nuestras preocupaciones o dolencias remitan, se
atenúen o desaparezcan. Allí, en una gruta, en una oquedad de una peña rocosa,
en la gruta de Massabielle, nos espera
la Virgen de Lourdes, estilizada, alta, con la mirada implorante, vestida de
blanco y con un ancho cíngulo azul que protege su cintura y que se desparrama
por delante de su cuerpo, con sus manos unidas implorando al Padre y un enorme
rosario que pende de su brazo derecho, y debajo de sus pies una inscripción que
dice: QUE SOY…ERA…IMMACULADA COUNCEPCIOU … . Hacia
la tarde noche, 20:00 horas, llegamos a la ciudad de unos 15.000 residentes y que
anualmente computa la enorme cifra de más de ocho millones de peregrinos o
visitantes. Unos kilómetros antes de llegar el aeropuerto con su hangar repleto de aviones ya nos sitúa en escena. No
obstante nos encontramos con una ciudad fantasma, con muchos hoteles,
restaurantes y tiendas cerradas. Estamos en pleno invierno, temporada baja.
Esto nos va a permitir movernos con facilidad y apreciar detalles que quizás
sería imposibles cuando las colectividades marcan su paso, pero
también aporta algunas carencias, hay capillas cerradas, museos y nos falta el
contacto y vivencia humana que hace de Lourdes un santuario singular y
universal.
Traíamos un guion de la visita y lo hemos cumplido e incluso
sugerencias interesantes de algunos amigos también han sido atendidas, y es que
tres días y con buen tiempo dan para mucho, pero sin olvidar que Lourdes es fe,
oración, petición, curación. Lourdes es agua y vela y que lo aparentemente más
sencillo: su Gruta, es el elemento básico de todo el recinto sagrado y quien da fundamento a todo , de ahí la enorme imagen de la Virgen de Lourdes
erigida en la mitad del recinto sagrado donde se agrupan flores y peregrinos
para inmortalizar el hecho.
Apenas uno entra por la puerta de San José se encuentra con
el Centro de Información que le proporciona plano de la zona y respuesta a todo
tipo de dudas. En Lourdes se conjuga muy bien la parte espiritual: rosario,
confesión, misa… con la parte artística, y de ello dan prueba la Capilla del
Santísimo, en la Cripta, con misa diaria en español a las 11:15 horas de la
mañana , donde uno puede contemplar y orar antes en la capilla de Santa
Bernardette y venerar sus reliquias, o misas en la preciosa y acogedora
Basílica del Rosario. La Basílica de la Inmaculada Concepción está en obras en
su fachada y tenía algunas limitaciones más, pero una vez efectuadas estas
visitas, antes o después uno siempre dirige sus pasos hacia la Gruta, que a pesar
del frío- allí tarda en pegar el sol- siempre hay recogimiento, visita,
oración, incluso hasta la hora de cerrar el recinto( diez de la noche), y
siempre te encuentras la mirada extasiada y emocionada del peregrino, que en
diferentes idiomas, habla con la Madre, le cuenta sus penas y pide su mediación.
En los aledaños de la Gruta, las Piscinas para los enfermos y enfrente , pasado
un moderno puente, el crematorio donde de
consumen las velas que los peregrinos ponen, y en esa misma dirección, en esa
orilla, que separa el río Gave de Pau, se puede contemplar la moderna y amplia
Iglesia de Santa Bernardette, con capacidad para cinco mil personas. El viernes
ya se notaba más afluencia de gente, lo que se incrementó en ese fin de semana
primaveral, que agrupó a muchas familias jóvenes con sus hijos, que con sus
gritos y juegos mezclaron rezo y alegría, y alteraban gustosamente el silencio
reinante. El sábado hasta una alegre pareja de recién casados y sus amigos
posaban ante la Gruta. Ese mismo día, antes de dirigirnos a la Gruta para el
rezó colectivo del Rosario , visitamos la sorprendente Basílica subterránea de
San Pío X, diseñada por el arquitecto Pierre Vago y consagrada por el cardenal
Roncalli el 25 de marzo de 1958,
nombrado Papa ese mismo año, y lo que vi
allí no tengo palabras para expresarlo y menos valorarlo, pues además de ser un
prodigio arquitectónico del que darán cumplida cuenta las generaciones
venideras – a los contemporáneos siempre nos cuesta un poco más reconocer los
méritos de nuestros semejantes- es una
auténtico Evangelio de Piedra y Testimonio de la vitalidad y existencia de la
Iglesia Católica, testimoniada en sus 106 enormes carteles que penden
acertadamente de los espacios libres de sus múltiples columnas, y donde no
faltan las referencias a los apóstoles, evangelistas y santos del pasado como Santa Teresa de
Jesús, San Francisco Javier, San Agustín de Hipona o a santos de la más
reciente actualidad como Santa Josephine Bakhita, Santa Teresa Benedicta de la
Cruz, San Cardenal Newman, San Juan XXIII y San Pablo VI, Santa Teresa de
Calcuta, Santo Padre Pío, San Josemaría Escrivá de Balaguer, San Maximiliano
Kolbe o el mismo Beato Ceferino Jiménez Mella o el primer gitano que llega a
los altares…¿Habrá mejor síntesis de la santidad e importancia de la Iglesia,
aun reconociendo que somos humanos, de carne y hueso, que no somos superhombres?
Fue la visita a la que dedicamos más tiempo y creo que mereció la pena. La
misma Virgen de Lourdes, que tiene su protagonismo en la Basílica, en las
vidrieras iluminadas de las 18 apariciones del conocido “Camino de Bernardette”,
se preocupó de ello y yo os lo traslado
en palabras y pregunto ¿Quién da más?
Para finalizar mi estancia en Lourdes nos quedaba conocer el
Molino de Boly , sito en la calle Bernardette Soubirous, casa donde nació
Bernardette un 7 de enero de 1844 y en la que vivió hasta 1854 y a la que ella
misma calificaba “su molino de la felicidad”, y posteriormente “Le Cachot”,antiguo
calabozo, de unos 16 metros cuadrados, sita en la calle “Les Petits Fosses nº
13", donde se cobijó la familia cuando su padre Francisco se quedó sin trabajo.
Dos documentos etnográficos muy importantes para conocer el diario vivir de la
familia Soubirous y los vaivenes de la fortuna.
El lunes 24 de febrero tocaba el regreso. Seguía el buen
tiempo y nosotros cargados de un buen mensaje que obligará a afianzar la visita, pues la
Virgen de Lourdes no cansa de repetirnos que “a Jesús por María”. Creo que os he trasladado lo esencial. Un saludo.
José Antonio Noval Cueto.