Es habitual que en mi familia toda festividad o hecho
importante, como es hoy vuestra boda se
acompañe con palabras, incluso en días donde las lecturas de la Santa Misa y
las certeras y experimentadas reflexiones de Don Salvador poco margen dejan
para hilvanar unos recuerdos y vivencias con la pretensión que os sean útiles .
Ni que decir tiene que quisiera deciros
las palabras más bellas e importantes de vuestra vida, de esas que os
acordarais siempre, pero creo que es una vana pretensión, pues las palabras y
ejemplos más importantes y hermosos para vuestra vida ya las habéis recibido
desde la más tierna infancia y las seguís recibiendo cada día en vuestra
actividad diaria, pero aún así vais a permitirme que incida en algunos aspectos
que considero básicos, aunque no sean nuevos ni desconocidos, pero no por eso
dejan de ser fundamentales .Hace ya un tiempo, a principios del XVII, uno de
los hombres más inteligentes que ha dado España, Don Francisco de Quevedo y
Villegas en su Epístola a don Gaspar de Guzmán, conde de Olivares, se planteaba
si ha de haber un hombre valiente para que diga lo que siente, y en un día como
hoy quien no es valiente para decir lo que siente y creo no equivocarme si digo
que todos estamos muy contentos, esperanzados, y es que el mero hecho de que Pablo y Marta nos hayan convocado aquí para acompañarles en su boda, en la Colegiata Real de San Fernando, el
edificio más antiguo del Real Santuario
de Covadonga, , construido entre 1585 y
1599 siendo obispo don Diego Aponte de Quiñones, lo dice todo.
Hoy, Pablo y Marta, estáis rodeados por casi todas las
personas que más os queremos y os deseamos lo mejor. Sabemos que no todas
pudieron venir, que los tiempos de coronavirus exigen limitaciones, y que otras
desde el balcón del Cielo participan en la ceremonia, como vuestro amigo Juan
que encontró un atajo para subir al mismo desde la cima de Gredos. Los aquí
presentes, con algunos años a la espalda, sabemos que este compromiso que hoy
voluntaria y libremente asumís ante Dios, la Santina y en presencia de todos nosotros es trascendental ,
importante, incide en vuestro futuro y deseamos que sea
para bien, y así lo refleja la
sabiduría popular cuando dice que “el que acierta en casar ya no le queda en
qué acertar”, y de ello seguro que darán
fe en un futuro próximo vuestros hijos y nietos…No hace mucho le preguntaban al
conocido economista Don Leopoldo Abadía que cómo quería que fuera la sociedad
futura que recibiera a sus nietos, él
respondió que no le preocupaba el tipo de sociedad que recibieran , con ser sin duda importante, sino que lo que de verdad le
preocupaba era qué nietos entregaría él a la sociedad, y a esa tarea se os
convoca desde este mismo momento.
Para este nueva etapa que iniciáis hoy no se requieren
grandes estrategias, ni complicados
métodos intelectuales, sino simplemente asimilar que desde hoy ya no soy “yo”,
sino “nosotros”, Pablo y Marta, dos personas unidas que vamos a llevar a buen
término nuestro proyecto de vida, y para ello solo se necesita buena fe,
voluntad, entrega, compromiso y compartir lo bueno y lo menos bueno que nos
traiga la vida, renuncias, ponerse en la mente del otro, pensar que le agrada,
que le gusta, como aumentar nuestro amor
hasta el extremo de que uno respira porque respira el otro, de que uno viva
porque vive el otro y sobre todo mucha comunicación. Hablar mucho. Desde ahora
nuestro proyecto se llama Pablo/Marta, Marta/Pablo, y a él debemos entregar
todas nuestras fuerzas, es nuestro objetivo más importante, el verdadero éxito.
Los otros éxitos que tanto propugnan la sociedad del espectáculo y del papel
cuché son secundarios, y os lo dice una persona de cierta edad y alguna
experiencia y es que según pasan los años uno se da cuenta que lo
verdaderamente importante es la familia y amistades que uno tiene, y esto no se
logra por casualidad, sin esfuerzo. Exige tiempo, dedicación, renuncias… ya que
como decía el Padre Martín Descalzo: “No basta con saberse amados, hay que amar”.
A esto se os invita.
No hace mucho me
encontré unas declaraciones en prensa del exbanquero, Francisco Luzón, que me
sorprendieron gratamente, quien, a pesar de la grave enfermedad que padece, decía:
“La vida es amor, amaré la vida hasta el último segundo. Ahora disfruto
del disfrute de los míos”. Y algo de esto me pasa
a mí, a todos nosotros, “que disfrutamos del disfrute de los nuestros”, de sus
proyectos, de sus ilusiones y arropamos ante las preocupaciones y problemas…Hoy,
Pablo y Marta, el enemigo a combatir se llama “yo”, y como muy bien dice San
Josemaría Escrivá en el punto 700 de Surco “Cómo pretendes seguir a Cristo, si
giras solamente alrededor de ti mismo”, reflexión que es válida para todas
facetas del ser humano.
Por último tengo que agradeceros que hayáis tenido la
valentía, el coraje de dar fe ante todos nosotros de que el amor existe- el
detalle de reunirnos, tal día como hoy,
festividad de Santa María Reina lo dice todo- , que el amor es algo más que
química, que os queréis y que estáis dispuestos a vivir el uno para el
otro, y esto en los tiempos del amor a prueba o del amor condicionado es un
buen y necesario ejemplo y nos recuerda que también nosotros, hace ya un
tiempo, dimos el mismo paso y hoy al contemplar el rostro radiante de ilusión y
felicidad que tenéis, nos vemos reflejados en él y contentos, y es que como
dice el poeta: “ Hablo , y el corazón me sale en el aliento. Si no hablara lo
mucho que quiero me ahogaría. Con espliego y resinas perfumo tu aposento. Tú
eres el alba, esposa. Yo soy el mediodía.”…”¿Quién encierra una sonrisa? ¿Quién
amuralla una voz?... La respuesta la sabemos todos: NADIE
¡Ojalá que os vaya
bonito! ¡Que la vida os vista de suerte! ¡Que la Santina os proteja y guíe!¡Recordad
que la Madre del cielo, la Santina, nunca falla!
No quisiera concluir mis palabras sin agradecer una vez más a
don Salvador las atenciones que ha tenido conmigo y mi familia desde hace
cuarenta años y sigue teniendo al oficiar hoy sábado, 22 de agosto, vuestra
boda. ¡Muchas gracias, Don Salvador!
¡Pablo y Marta que seáis muy felices!
Covadonga,
22 de agosto de 2020