sábado, 8 de agosto de 2020

""De Madrid al Cielo"

 No soy gato madrileño- ni mis bisabuelos, abuelos y padres eran madrileños- , aunque en Lugones se me conoce como Jose el del Bar Madrid, por el bar de mis padres -.  Hay muchas razones para escribir estas letras, pero de entre todas ellas esgrimo la que sigue y es que desde que visité  por primera vez Madrid, allá por el curso 1972-73, a raíz del Primer Viaje de Estudios que realizó el Instituto de Enseñanza Media de Lugones, hoy llamado Astures, hasta el momento presente, son muchas las veces que he estado en Madrid, incluido servicio militar en Alcalá de Henares,  y con relativa frecuencia, últimamente, a raíz de tener un hijo – de la llamada generación de Villalpando que tanta polémica política suscitó entre Ovidio Sánchez y Vicente Alvarez Areces - que trabaja y reside allí. Las muchas veces que he ido he recibido un trato deferente ,exquisito, la máxima información y ayuda siempre que la solicité, y como suelo ser de natural agradecido me veo en la obligación de escribir estas palabras ante las imprudencias, abusos, desconsideraciones  y ofensas que se vierten contra los nativos y residentes en Madrid – la injusta e insolidaria madrileñofobia- desde que padecemos esta pandemia que nos está dejando a todos depresivos, tensos y sin blanca, a veces azuzada imprudentemente por  la prensa que generaliza y magnifica en exceso, olvidando el sabio consejo clariniano de que la prensa no debe tensar, ni ponernos nerviosos y aún así,  lo está logrando- basta leer las portadas del día o escuchar los telediarios- , y las más por algunos dirigentes políticos desaprensivos que intentan sacar tajado de todo, y usan el coronavirus para denunciar el diferente trato fiscal que tiene cada comunidad autónoma, siempre que no sea Cataluña y País Vasco, y si cuela, rascar algunos votos, y es que algunos no ven bien que a Madrid(Ayuntamiento, Comunidad) las cosas les vayan medio bien, a pesar de la pandemia, y la mejor prueba es el incremento demográfico que tiene año tras año. ¿Motivos? Muchos, principalmente empleo, futuro; y además, y esto es muy importante, Madrid, a pesar del frío invierno y el calor de verano, acoge bien. Allí nadie se siente extraño, forastero.

Es cierto que el coronavirus nos tensa, que el confinamiento ha sido duro , que el temor a los rebrotes exige la máxima prudencia, que  el bicho sigue a la caza y que la máxima prioridad debe ser la salud, preservar el pellejo y a ello debemos dedicar todas las fuerzas y medios, y esto obliga a todos, madrileños y no madrileños, residentes y visitantes, y de esto deben preocuparse  todos los responsables políticos y tomar las medidas que requieran la ocasión. Todo, una vez más, como siempre, depende de la responsabilidad de cada uno y como ha puesto en evidencia esta pandemia, todos necesitamos de todos, y por desgracia uno puede contagiarse donde y cuando menos lo espera, ya en Madrid, Aranda o Gijón…, pero si todos cumplimos las reglas básicas que se nos han dado, mitigamos mucho el problema, y de esto debemos preocuparnos todos: autoridades y ciudadanos. .

En el año 2010, con motivo de la entrega del Urogallo de Bronce a Don Manuel Antonio Fernández, Manolito El Pegu, en el recinto de la Feria de Muestras de Gijón, por esta misma época, principios de agosto, me encontré con un reputado periodista asturiano residente en Madrid y en la conversación que tuvimos le pregunté si tenía datos fiables del número de asturianos o descendientes de asturianos que vivían en la capital – por aquel entonces se hablaba que en el mismo Madrid había más de 115 restaurantes asturianos-  y me dijo que aunque el dato concreto no le constaba, se suponía que pasaban de más de doscientas mil las personas nacidas en Asturias y sus descendientes . Cantidad que seguro se ha incrementado en esta década al ser Madrid la autonomía de mayor crecimiento anual de España.

Dicho lo dicho, ¿estos madrileños asturianos no están en su derecho a volver a casa? Supongo que sí, y como ellos todas aquellas personas, madrileñas o no, que quieran asombrarse del esplendor de su naturaleza y de la cercanía y trato de sus gentes; del mismo modo que también nosotros nos desplazamos a otras zonas de España, como Madrid, pero, eso sí, cumpliendo las normas vigentes.

Hechas estas aclaraciones con el deseo de clarificar las cosas y sin entrar en más datos de tipo económico, pido a las “lenguas impuras” que frenen su acometida, que nos perjudican y dañan la imagen hospitalaria que siempre ha tenido y tiene Asturias, y esto no supone quebrantar la ley que debe señorear y proteger la seguridad y convivencia de todos nosotros.

“De Madrid al Cielo” y si no que se lo pregunten a Galdós, cuyo centenario se celebra este año.

 

                              José Antonio Noval Cueto.

 

 

 


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