Hoy, 31 de diciembre de 2020, toca hacer balance, y un año
como éste, atípico, tenebroso y trágico, deja en nuestra cabeza multitud de
situaciones, hechos y despedidas que hacen más elocuente el silencio de los
ausentes que el contenido de la palabra – recordemos que ya pasan de mil
quinientos los fallecidos en Asturias-. Si se han perdido personas, también
ilusiones, sueños y proyectos de todo tipo: empresariales y personales. Hoy,
último día del año , desde el dolor y desazón que a todos nos invade, quiero
hablar de un proyecto loable, necesario, justo, recuperable, que solo
requiere el beneplácito y apoyo de todos
nosotros, me refiero a la celebración del cincuentenario de la apertura del
Instituto de Lugones. Sé que la Dirección y el claustro de profesores quieren
celebrar el hito como se merece y sólo esperan que las condiciones de seguridad
sean las idóneas. Son también muchos los
antiguos alumnos que lo desean.
En mis escritos de estos últimos dos años he dio avisando,
siempre que la ocasión lo aconsejaba, de
una fecha que no debe dejar indiferente a nadie, y es que en el año, 2020, se celebra el cincuentenario de la
apertura del Instituto Lugones –
permitidme que lo siga llamando tal como lo conocí- y esta fecha no debe
dejar indiferente a nadie, ya sean sus antiguos profesores, exalumnos, alumnos
y a la misma localidad y alrededores, ya
que como suelo decir hay un antes y un después del Instituto , y ha abierto las
puertas al futuro a muchas alumnos que han pasado por sus aulas.
Desgraciadamente, por motivos que todos conocemos, este año no ha podido
celebrarse el merecido homenaje, pero espero y esperamos que lo sea en fecha
próxima.
Hoy antes de escribir estas palabras, en una mañana lluviosa
y fría, me he dado un paseo por el perímetro del mismo y he ido comparando,
recordando aquella zona central de Lugones, con su cementerio , su “caleya” de
barro (hoy prolongación de la calle Leopoldo Lugones), sus tres casas
unifamiliares, sita en la zona izquierda próxima al mismo, que aún subsisten,
su “prau” de la fiesta de Santa Isabel muy reducido por las nuevas
edificaciones, su campo de la Cruzona- ubicación del centro-, con lo realidad que ahora contemplan mis ojos,
que con el nuevo viario que cruza la calle Covadonga, por donde en otro tiempos
entraban los autobuses de Traval y de Llanera a dejar a los alumnos que venían
de Oviedo y alrededores, da la impresión
de un pequeño campus universitario en expansión, con avenidas amplias, cómodas,
bordeadas por bloques de edificios en altura.
Decía don Quijote – siempre que puedo acudo a él, pues conoce
como nadie las noblezas y miserias humanas- que el mayor pecado del hombre es
no ser agradecido, y con la finalidad de atenuar mi deuda impagable con mi
antiguo Instituto escribo estas letras, con la dificultad que aportan los años
y los vacíos propios de la memoria – sería interesante algún encuentro entre
promociones del Instituto para recuperarla-. Fueron sólo tres años en el
centro, los primeros del Instituto, los de su puesta en marcha, cruciales,
donde por carecer carecíamos hasta de pizarras en algunas aulas y aunque la calefacción no siempre
funcionaba, casi ni nos enterábamos pues la calidez y preocupación de los
profesores suplía las carencias materiales del momento. Mis zapatos siempre
llegaban embarrados a casa. En el apartado musical y visual teníamos la
socorrida ayuda de don Ramón Sancho Miñano, que siempre nos sorprendía con su
virtuosismo técnico y su archivo visual. Su Dyane 6 - había otro en el centro
de una bella y esbelta profesora de Naturales, de nombre Dolores- estaba siempre cargado de material de todo
tipo, especialmente de música clásica, diapositivas. Incluso un día tuvimos el
lujo de escuchar música clásica en la misma catedral, creo , si la memoria no
me falla, que fue la Tocata y Fuga en Re Menor de Juan Sebastián Bach y puso en
funcionamiento una experiencia pedagógica que consistía en potenciar la creatividad
artística con la audición de música
clásico que tuvo repercusiones internacionales .
Corrían el año 70, fallecía Jimi Hendrix, el general francés
Charles de Gaulle, el cantante Luis Mariano. Fin de la guerra de Biafra y se atisbaba el fin de la del Vietnam. Los
Beatles se separan después de componer su mítico “ Leti t be”. Desaparecía el
curso de Preuniversitario y se instauraba el primer curso de COU . Alejandro
Solzhenitsyn obtenía el Premio Noble de Literatura . Estaba de moda la música suramericana
y entre clase y clase Suny nos deleitaba
con la bella canción de “Al preso número nueve” o bien José Luis con su flauta
y su charango. Quedan en mi recuerdo una protesta estudiantil abanderada por
Nicanor, los malabarismo de motocicleta de Manolito Prendes, la bicicleta de
Cachero ( venía en ella desde Colloto) o las charlas de los lunes, en el recreo, después del fin de semana, donde las risas entrecortaban
los relatos. Era la época del minishort y del maxi-abrigo . Por mi vinculación
al sector de Letras guardó un recuerdo maravilloso de mis profesores de Latín ,
Don Ricardo Ruiz Rabre, que ejerció funciones de subdirector; de doña Nieves
Borragán, excelente y exigente profesora, que en momentos de receso en alguna
clase nos hablaba de sus vivencias universitarias en Salamanca que nosotros escuchábamos
asombrados – estudiar en Salamanca, la de Unamuno…- y su
mítico mini verde/blanco ; de Don Cristóbal Rodríguez, catedrático de Griego que, con su alegre mirada y su tímida sonrisa,
nos estimulaba a leer y profundizar en
el teatro clásico griego y sus pasiones humanas ; Doña Matilde Mangas, cercana y a la vez excelente profesora, que se
exigía mucho a sí misma y a todos nosotros, en busca de unos resultados óptimos
; de doña María Dolores Cabeza, didáctica profesora de Literatura y experta
divulgadora de la cultura y costumbres de Siero; de doña Ana, también profesora
de Lengua, impregnada de humanidad; de
doña Marina , la granadina profesora de Ciencias Naturales; de don Isidoro
Bara, profesor de Matemáticas, del profesor de Educación Física, entonces
llamada Gimnasia, el sr. Movilla; las chicas tenían sus profesoras…De los
profesores de FEN, de Religión (Don Basilio, Don Julio, Don José María) , de
los Ejercicios Espirituales impartidos ; de
Don Pablo profesor de Historia…Para los problemas de funcionamiento y
logística teníamos la entrega y cariño de Don Vicente y señora, el conserje del
centro que vivía allí…Se viajaba poco, lo máximo a León, los más a la playa de
Gijón, y para ser cosmopolita y trotamundos
era obligatorio pisar Francia, especialmente París. Era aún la época en que
Europa acababa en los Pirineos. Para los que no íbamos, nuestra profesora de
francés, doña Marita Aragón, posteriormente vicedecana de la Universidad de Oviedo ,
recientemente fallecida, suplía nuestra carencias, con sus amplios y dilatados conocimientos del mundo
francés, de su literatura y posterior lectura; de doña Mercedes, centrada en
Secretaría, ayudada por María José…. Recuerdo que en el centro, los cursos más
inferiores empezaban a recibir clases en inglés y tenían como profesora a una señorita
muy agradable y cercana, de nombre Conchita, natural de Grado…Por último
quisiera destacar la importancia que tuvo para la puesta en marcha y gestión
del centro de su primera directora, doña Marí Paz Merino García-Ciaño, que
también tenía otro bello mini azul de techo blanco, toda vitalidad y entrega,
que tuvo que enfrentarse a mil dificultades burocráticas y materiales para que
el centro abriese , anduviera y
consiguiera los resultados esperados. Estoy seguro que sin ella, la puesta en
marcha del Instituto se hubiera retrasado, no habría empezado. Era todo
vitalidad y motivación. La experiencia pedagógica que se llevó a cabo en el centro,
en aquella época, merece un estudio más pormenorizado.
Podría subrayar,
destacar más cosas, pero la categoría humana que impartía clase en el Instituto
de Lugones en aquellos años es difícil de superar, de ahí estas letras que quieren
en vano amortiguar la deuda contraída, que una vez más evidencian que lo que
hace grande las instituciones, los centros…son las personas, sin éstas poco se
puede hacer. Mis tres años allí han sido un auténtico privilegio y de ello
quiero dejar constancia con estas letras, aun sabiendo que la memoria flaquea-
han pasado ya muchos años- y que condensar todo lo allí vivido en un artículo
es tarea casi imposible. De antemano pido perdón por las ausencias u omisiones
en que hay podido cometer, pues ya peino canas.
En 1968, poco después del mayo francés, salta a la fama un frustrado
aspirante a portero del Real Madrid, Julio Iglesias de la Cueva, que en el
Festival de la Canción de Benidorm triunfa con su canción “Gwendolyne”, una de
cuyas frases dice_” Le he pedido al silencio que me hable de ti”, y eso es lo
que yo he intentado para rememorar estos recuerdos agradecidos. ¡Feliz año
2021!
José Antonio Noval Cueto