viernes, 1 de enero de 2021

“Cincuenta años del Instituto de Lugones…”


Hoy, 31 de diciembre de 2020, toca hacer balance, y un año como éste, atípico, tenebroso y trágico, deja en nuestra cabeza multitud de situaciones, hechos y despedidas que hacen más elocuente el silencio de los ausentes que el contenido de la palabra – recordemos que ya pasan de mil quinientos los fallecidos en Asturias-. Si se han perdido personas, también ilusiones, sueños y proyectos de todo tipo: empresariales y personales. Hoy, último día del año , desde el dolor y desazón que a todos nos invade, quiero hablar de un proyecto loable, necesario, justo, recuperable, que solo requiere  el beneplácito y apoyo de todos nosotros, me refiero a la celebración del cincuentenario de la apertura del Instituto de Lugones. Sé que la Dirección y el claustro de profesores quieren celebrar el hito como se merece y sólo esperan que las condiciones de seguridad sean las idóneas.  Son también muchos los antiguos alumnos que lo desean.

En mis escritos de estos últimos dos años he dio avisando, siempre que la ocasión lo aconsejaba,  de una fecha que no debe dejar indiferente a nadie, y es que en el  año, 2020, se celebra el cincuentenario de la apertura del Instituto Lugones –  permitidme que lo siga llamando tal como lo conocí- y esta fecha no debe dejar indiferente a nadie, ya sean sus antiguos profesores, exalumnos, alumnos y  a la misma localidad y alrededores, ya que como suelo decir hay un antes y un después del Instituto , y ha abierto las puertas al futuro a muchas alumnos que han pasado por sus aulas. Desgraciadamente, por motivos que todos conocemos, este año no ha podido celebrarse el merecido homenaje, pero espero y esperamos que lo sea en fecha próxima.

Hoy antes de escribir estas palabras, en una mañana lluviosa y fría, me he dado un paseo por el perímetro del mismo y he ido comparando, recordando aquella zona central de Lugones, con su cementerio , su “caleya” de barro (hoy prolongación de la calle Leopoldo Lugones), sus tres casas unifamiliares, sita en la zona izquierda próxima al mismo, que aún subsisten, su “prau” de la fiesta de Santa Isabel muy reducido por las nuevas edificaciones, su campo de la Cruzona- ubicación del centro-,  con lo realidad que ahora contemplan mis ojos, que con el nuevo viario que cruza la calle Covadonga, por donde en otro tiempos entraban los autobuses de Traval y de Llanera a dejar a los alumnos que venían de Oviedo y alrededores,  da la impresión de un pequeño campus universitario en expansión, con avenidas amplias, cómodas, bordeadas por bloques de edificios en altura.

Decía don Quijote – siempre que puedo acudo a él, pues conoce como nadie las noblezas y miserias humanas- que el mayor pecado del hombre es no ser agradecido, y con la finalidad de atenuar mi deuda impagable con mi antiguo Instituto escribo estas letras, con la dificultad que aportan los años y los vacíos propios de la memoria – sería interesante algún encuentro entre promociones del Instituto para recuperarla-. Fueron sólo tres años en el centro, los primeros del Instituto, los de su puesta en marcha, cruciales, donde por carecer carecíamos hasta de pizarras en algunas  aulas y aunque la calefacción no siempre funcionaba, casi ni nos enterábamos pues la calidez y preocupación de los profesores suplía las carencias materiales del momento. Mis zapatos siempre llegaban embarrados a casa. En el apartado musical y visual teníamos la socorrida ayuda de don Ramón Sancho Miñano, que siempre nos sorprendía con su virtuosismo técnico y su archivo visual. Su Dyane 6 - había otro en el centro de una bella y esbelta profesora de Naturales, de nombre Dolores-  estaba siempre cargado de material de todo tipo, especialmente de música clásica, diapositivas. Incluso un día tuvimos el lujo de escuchar música clásica en la misma catedral, creo , si la memoria no me falla, que fue la Tocata y Fuga en Re Menor  de Juan Sebastián Bach y puso en funcionamiento una experiencia pedagógica que consistía en potenciar la creatividad artística con la audición de   música clásico que tuvo repercusiones internacionales .

Corrían el año 70, fallecía Jimi Hendrix, el general francés Charles de Gaulle, el cantante Luis Mariano. Fin de la guerra de Biafra y  se atisbaba el fin de la del Vietnam. Los Beatles se separan después de componer su mítico “ Leti t be”. Desaparecía el curso de Preuniversitario y se instauraba el primer curso de COU . Alejandro Solzhenitsyn obtenía el Premio Noble de Literatura . Estaba de moda la música suramericana y entre clase y clase  Suny nos deleitaba con la bella canción de “Al preso número nueve” o bien José Luis con su flauta y su charango. Quedan en mi recuerdo una protesta estudiantil abanderada por Nicanor, los malabarismo de motocicleta de Manolito Prendes, la bicicleta de Cachero ( venía en ella desde Colloto) o las charlas  de los lunes, en el recreo,  después del fin de semana, donde las risas entrecortaban los relatos. Era la época del minishort y del maxi-abrigo . Por mi vinculación al sector de Letras guardó un recuerdo maravilloso de mis profesores de Latín , Don Ricardo Ruiz Rabre, que ejerció funciones de subdirector; de doña Nieves Borragán, excelente y exigente profesora, que en momentos de receso en alguna clase nos hablaba de sus vivencias universitarias en Salamanca que nosotros escuchábamos asombrados – estudiar en Salamanca, la de Unamuno…-   y su mítico mini verde/blanco ; de Don Cristóbal Rodríguez, catedrático de Griego  que, con su alegre mirada y su tímida sonrisa,  nos estimulaba a leer y profundizar en el teatro clásico griego y sus pasiones humanas ;  Doña Matilde Mangas,  cercana y a la vez excelente profesora, que se exigía mucho a sí misma y a todos nosotros, en busca de unos resultados óptimos ; de doña María Dolores Cabeza, didáctica profesora de Literatura y experta divulgadora de la cultura y costumbres de Siero; de doña Ana, también profesora de Lengua, impregnada de humanidad;  de doña Marina , la granadina profesora de Ciencias Naturales; de don Isidoro Bara, profesor de Matemáticas, del profesor de Educación Física, entonces llamada Gimnasia, el sr. Movilla; las chicas tenían sus profesoras…De los profesores de FEN, de Religión (Don Basilio, Don Julio, Don José María) , de los Ejercicios Espirituales impartidos ; de  Don Pablo profesor de Historia…Para los problemas de funcionamiento y logística teníamos la entrega y cariño de Don Vicente y señora, el conserje del centro que vivía allí…Se viajaba poco, lo máximo a León, los más a la playa de Gijón,  y para ser cosmopolita y trotamundos era obligatorio pisar Francia, especialmente París. Era aún la época en que Europa acababa en los Pirineos. Para los que no íbamos, nuestra profesora de francés, doña Marita Aragón, posteriormente vicedecana de la Universidad de Oviedo , recientemente fallecida, suplía nuestra carencias, con sus  amplios y dilatados conocimientos del mundo francés, de su literatura y posterior lectura; de doña Mercedes, centrada en Secretaría, ayudada por María José…. Recuerdo que en el centro, los cursos más inferiores empezaban a recibir clases en inglés y tenían como profesora a una señorita muy agradable y cercana, de nombre Conchita, natural de Grado…Por último quisiera destacar la importancia que tuvo para la puesta en marcha y gestión del centro de su primera directora, doña Marí Paz Merino García-Ciaño, que también tenía otro bello mini azul de techo blanco, toda vitalidad y entrega, que tuvo que enfrentarse a mil dificultades burocráticas y materiales para que el centro abriese ,  anduviera y consiguiera los resultados esperados. Estoy seguro que sin ella, la puesta en marcha del Instituto se hubiera retrasado, no habría empezado. Era todo vitalidad y motivación. La experiencia pedagógica que se llevó a cabo en el centro, en aquella época, merece un estudio más pormenorizado.

 Podría subrayar, destacar más cosas, pero la categoría humana que impartía clase en el Instituto de Lugones en aquellos años es difícil de superar, de ahí estas letras que quieren en vano amortiguar la deuda contraída,  que una vez más evidencian que lo que hace grande las instituciones, los centros…son las personas, sin éstas poco se puede hacer. Mis tres años allí han sido un auténtico privilegio y de ello quiero dejar constancia con estas letras, aun sabiendo que la memoria flaquea- han pasado ya muchos años- y que condensar todo lo allí vivido en un artículo es tarea casi imposible. De antemano pido perdón por las ausencias u omisiones en que hay podido cometer, pues ya peino canas.

En 1968, poco después del mayo francés, salta a la fama un frustrado aspirante a portero del Real Madrid, Julio Iglesias de la Cueva, que en el Festival de la Canción de Benidorm triunfa con su canción “Gwendolyne”, una de cuyas frases dice_” Le he pedido al silencio que me hable de ti”, y eso es lo que yo he intentado para rememorar estos recuerdos agradecidos. ¡Feliz año 2021!

                                                            

                                               José Antonio Noval Cueto

 


 

 

 

 

2 comentarios:

  1. José vaya memorandum, me pusiste EN LOS MEJORES AÑOS..... MUCHAS GRACIAS

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