Hoy al empezar el día y consultar mis páginas digitales, me
enteró que es la festividad de Santa Josefina Bakhita y nada más saberlo intuía
que no podía permanecer callado, que algo tendría que decir de esta santa
actual, tan nuestra y al mismo tiempo tan africana -Patrona de Sudán-
fustigadora de la esclavitud y venerada por su humildad y modestia; “Nuestra
Hermana Universal” como la llamó su santidad San Juan
Pablo II. Hoy, 8 de febrero, la Iglesia celebra la “Jornada Mundial de oración
y reflexión contra la trata de personas”, en memoria litúrgica de Santa
Josefina Bakhita, y toma como marco el oratorio de San Juan Bautista, a escasos
metros de la Basílica de la Virgen de la Salud en Venecia, donde un 9 de enero
de 1890 se bautizó Josefina.
Desde que tuve conocimiento de su vida, me resultó simpática
- quizás el hecho inusual de ser africana - y más al conocer los avatares que
marcaron su existencia. La primera vez que he oído hablar y alabar a Santa
Josefina Bakhita, fue con motivo de su beatificación, un 17 de mayo de 1992, el
mismo día que la Iglesia también beatificaba al santo de lo ordinario,
propulsor de la filiación divina y fundador del Opus Dei, San Josemaría Escrivá
de Balaguer. Los tapices con la imagen de ambos colgaban de los balcones del
Vaticano y transmitían dicha y felicidad a la enorme multitud congregada en San
Pedro.
Los medios de comunicación e incluso el cine se hicieron eco de la noticia , divulgaron las
penalidades de esta “Hija de Dios”, conocedora y sufridora de la esclavitud
desde que unos negreros la secuestraron a la
edad de 9 años , y ser vendida en cinco ocasiones, antes de encontrar la
salvación y protección en su quinto amo, un italiano bueno, Calixto Leganini, que
la trajo a Italia y la hizo una persona
más de su familia, y partícipe de una
misma fe.
Pasaron los años y
nuevamente Santa Josefina sale a mi encuentro con motivo de la inauguración del
órgano de la Iglesia de San Pedro de Pola de Siero, con presencia del arzobispo
, don Jesús Sanz Montes, un viernes, 8 de febrero de 2013, a las 19 horas, o sea hace hoy concretamente ocho años. Una de las ceremonias litúrgicas más bellas y
cuidadas en que he participado y es que no era para menos, no siempre se
inaugura un órgano y más un Grenzing y precisamente el día que la Iglesia
festejaba a Santa Josefina Bakhita . Las pinturas de Casimiro y las paredes de
la Iglesia de Pola dan testimonio de ello.
Hoy, Santa Josefina, sigue habiendo trata, pero no sólo de
negros, sino también de asiáticos y blancos, de todo lo que se tercie. La
mezquindad amenaza con apropiarse de todo, hasta de las vacunas. Hoy, santa
Josefina, vivimos bajo la esclavitud del dinero, del tanto tengo tanto valgo y
eso que el papa Francisco no se cansa de decirnos que las mortajas no tienen
bolso. Hoy, Santa Josefina, este occidente codicioso, soberbio, egoísta,
hedonista, descreído y hasta inhumano, tiene necesidad de luz y esperanza, de
ilusión, de ganas de vivir, de encontrar un porqué que justifique su vida y
ejemplos como el tuyo son muy necesarios, y es que para ser feliz, como dice tu
compañero de ceremonias, San Josemaría, solo se necesita un corazón enamorado.
¡Ojalá las muchas luces que vienen de África sigan tu estela!
Hace ya un tiempo algunos doctores de la Ley se preguntaban
si de Nazaret podría salir algo bueno, y los hechos han dado cumplida
respuesta. Hoy, tú, discípula del Nazareno, nos has evidenciado que Dios
escribe recto con renglones torcidos, que no hace acepción de personas y que
África puede ser el continente de la esperanza que tanto necesitamos. Y es que
nunca es tarde para recordar que “no sólo de pan vive el hombre, sino toda
palabra que sale de la boca de Dios… “
Hoy cuando el Génesis 1,1-19 nos dice que “Al principio Dios
creó el cielo y la tierra. La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas
cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las augas. Entonces Dios
deijo: “Que exista la luz”. Y la luz existió. Dios vio que la luz era buena, y
separó la luz de las tinieblas, y llamó Dios Día a la luz y noche a las
tinieblas…este fue el primer día”, nosotros recordamos que en la aldea de
Olgossa, próxima a Darfur (Sudán),hacia el año 1869 nació una luz que alumbra
con su ejemplo de nombre Josefina y de apellido Bakhita o “Afortunada”.
José
Antonio Noval Cueto.
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