Ahora que nuevamente el fracaso acompañó a nuestra selección
en Qatar, uno recurre a los territorios de su infancia para alimentarse y
abastecerse del famoso gol de Marcelino – algo que muchos jóvenes de ahora ya
no conocen- , que alimentó a nuestra generación en los 60 y nos dio
credibilidad europea en la época que España acababa en los Pirineos y en plena
auge de la emigración española a Europa (Francia, Alemania, Bélgica, Holanda,
Suiza, Inglaterra…).
Se juagaba la Europa de Naciones entre la España de Franco y
la URSS de Nikita Jrushchov, poquito antes de la llamada era Brézhnev , en el
Santiago Bernabéu , un 21 de junio de 1964, cuando en el minuto 84 de juego, un pase de Pereda, a media altura, después de
haber hecho un precioso regate de cola de caballo, permitió que el jugador del
Real Zaragoza y natural de Ares, Coruña, Marcelino Martínez Cao, batiese con su
increíble cabezazo a todo un Lev Yashin, balón de oro del año y apodado la
“Araña negra”, por su agilidad, certeza y seguridad bajo la portería.
Aquel éxito deportivo fue una oportunidad de
internacionalizar nuestro país y darnos a conocer en el exterior. Estábamos a
los inicios de los 60 y mirábamos a Europa como a aquel continente que mana
“leche y miel”, y hacia allí emigraron miles de españoles, de todas las
regiones, en busca de unos ahorros que les permitiera llegar a poseer su
codiciado “pisito” y preparar un futuro mejor para sus hijos, que muchos habían
dejado bajo cuidado de sus abuelos. La mejor prueba de ese codiciado progreso ,
de ese crecimiento, la teníamos todos los veranos cuando de vacaciones en sus
lugares de origen, circulaban por sus calles, con aquellos prodigios
automovilísticos que causaban el asombro de todos nosotros, como el “Ford
Capri” y otros semejantes, que
nosotros ni siquiera soñábamos, pues nos
contentábamos con la Vespa, quien la
tenía, o con el deseado Seat 600 o el Dauphine 5-5 de Renault…Eran los tiempos
que una de las principales fuentes de ingresos de nuestro país eran las divisas
de nuestros emigrantes.
Hoy, sesenta años después, el espejismo europeo ha
desaparecido y nosotros, con más información, con mejor nivel de vida y más
años, vemos que Francia, dominada por el sector público, es un país excesivamente
burocratizado y sindicalizado, con poco iniciativa privada y poca productividad;
que Alemania, la llamada motora europea , no tiene la energía suficiente para
encarar el invierno; que Bélgica, donde tiene sede la Unión Europea es un
estado fallido, inestable, dividido o que Inglaterra está en pleno proceso de
autodestrucción desde que sus ciudadanos permitieran que cuatro desaprensivos y
soy suave, les comieran el “tarro” y apoyaran el Brexit que tan graves consecuencias económicas les está trayendo
; de la Italia de Melani, Salvini y Berlusconi y de otros países mejor no
hablar, y para cerrar el círculo de lo que podemos llamar mundo occidental y
meca de la libertad, Estados Unidos, que en las últimas elecciones generales,
antes de reconocer el triunfo de los demócratas con Joe Biden , se produjo un vergonzoso e
inducido asalto al Capitolio…De los líderes europeos se podría decir otro tanto,
especialmente de Charles Michel, hoy Presidente del Consejo Europeo, que
bloqueó la euroorden del juez Llarena.
Esta es la realidad que nos rodea y que tenemos que superar.
Somos un gran país, pero tenemos que creerlo . Debemos tener seguridad en
nosotros mismos y de una vez por todas reconocer que no sirven atajos, que se
necesita iniciativa, trabajo, responsabilidad
si queremos tener un presente digno y un futuro mejor para todos, algo que echo
de menos en la vida española, y basta para ello fijarse en el tipo de educación volátil, cambiante y
deshumanizada que padecemos, donde ya no se sabe quién fue Pelayo. Somos una
gran nación, tenemos una gran cultura y debemos protegerla. No debemos
renunciar a lo que somos, pues tenemos unos principios y valores que han
permitido ser lo que somos, sin que esto impida asombrarse y asimilar aquello
que sea asimilable, surja donde surja, venga de donde venga, de oriente o de
occidente. No debemos permitir que nos colonicen y menos aún que la mentira sea
práctica habitual en la vida social y política. El futuro depende de nosotros,
hagamos un uso responsable de la libertad, y más ahora que hay algunos sectores
políticos interesados en tensionar y enfrentar la vida española, cuando ésta
afortunadamente no lo está. ¡Lo que sí queremos es un trabajo digno, humano!
Cuentan las crónicas del partido que “Pereda desde la banda
derecha, a media altura, hizo un pase que Marcelino convirtió en un escorzo
imparable.”
José Antonio Noval Cueto.
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