El 28 de julio, elecciones en Venezuela, en una homilía bien
argumentada y de hondo contenido pastoral, en la Iglesia de Colunga, el sacerdote
celebrante pedía que las elecciones en Venezuela se desarrollaran con
normalidad y que el pueblo pudiera
ejercer su derecho a voto con tranquilidad. Desde entonces el partido
gobernante que se proclamó ganador apenas cerraron los colegios electorales, no sólo no ha presentado las Actas electorales
que avalen su triunfo, a pesar de exigírselo toda la comunidad internacional,
sino que ayer, con fuertes medidas de seguridad y a hora muy temprana, su
Presidente, Nicolás Maduro, se juramentó
nuevamente presidente, sin el menor respeto y consideración a la Ley y al voto
de sus ciudadanos, y no sin antes vivir episodios heroicos y casi trágicos como
el protagonizado por María Corina Machado y sus seguidores, que el mismo día 9
fue secuestrada y sorpresivamente liberada, y todo ello sin que Edmundo
González, el legítimo ganador de las elecciones, pudiera entrar en Venezuela y acceder al Palacio de Miraflores. Me da la impresión
que ahora que algunos se han propuesto resucitar a Franco, con sus peticiones y
rogativas casi diarias, la situación de Venezuela ya no tiene marcha atrás y
que su virtual presidente ya debe buscar asilo o refugio, pues suela acontecer
en la Historia que cuando el pueblo asume y hace suyo su protagonismo no hay máquina represora que le detenga, y
ejemplos tenemos muchos y algunos recientes.
En momentos tan delicados como estos España no puede
simplemente lavarse las manos y esperar que escampe, hay muchos vínculos de
tipo histórico, lingüístico, cultural, social que no lo permiten; son muchas
las razones y lazos sanguíneos y de amistad que obligan a esa ayuda… Se calcula
que sólo en España hay más de cuatrocientos mil exiliados venezolanos y una
nutrida representación de ellos se hizo visible en sus protestas pacíficas de
Oviedo, Avilés, Gijón y a todo ello debemos recordar la nutrida colonia española
residente en Venezuela y a sus descendientes. Creo que ya va siendo hora que
España asuma el justo protagonismo que tiene en el mundo hispánico y motivos
hay muchos…Hace unos días en una conferencia impartida por el coronel don Pedro
Baños, experto en geopolítica, en el Club de Prensa de la Nueva España, nos
recordó una cosa que es muy evidente y que no se aprecia en su justa medida y es que seiscientos millones de hispanos
unidos, de uno y otro continente, bien
avenidos, tenemos mucho que decir, hacer y valer en este mundo tan competitivo
y global que nos limita e incluso
desprecia. Ya no vale el mero tacticismo, la hueca neutralidad. Alguien tiene
que pedir, exigir explicaciones y si no convencen, actuar, y más cuando está en
juego la mera existencia de un Estado de Derecho, el respeto a la Ley. España
tiene muchos compromisos internacionales, pero Hispanoamérica debe ser una
preocupación prioritaria, hablamos el mismo idioma, tenemos la misma sangre del
espíritu. Somos más de seiscientos millones de hispanos y España su baluarte.
Nos dice el coronel Baños que “hay más vocación hispanista hoy en América que
en España. Los traidores que siempre han existido en nuestro país son los
primeros en difundir esa leyenda negra que nos persigue desde hace siglos, inventada por italianos, ingleses y
holandeses, que como no nos podían vencer con la fuerza de las armas tuvieron
que tratar de derrotarnos con la propaganda…”, y por apartar un dato más y
recurrente, el mismo Pablo Neruda decía: ”España nos lo quito todo, pero nos lo
dio todo, hasta el idioma”.
Antes de escribir estas letras vi una de las grandes
películas de todas las épocas, en su modalidad de “wester”, “El hombre que
mató a Liberty Balance”, estrenada en Madrid el 5 de noviembre de 1962,
dirigida por John Ford, en la que un buen argumento, una buena dirección y unos
buenos actores hacen las delicias de todo aficionado y además motivan,
estimulan y nos hacen ver que es posible un mundo mejor, más humano y para ello
basta recordar la figura del senador Stoddar, soberbiamente interpretado por James
Stewart, joven altruista e ilusionado abogado que quiere imponer la fuerza de
la ley en la tierra de la ambición y aventura;
del instinto, de la violencia y de la muerte, en pleno Oeste americano, cuando
los ferrocarriles empiezan a cambiar la faz del orbe…¡Que se nos recuerde la
importancia de la Ley en tiempos como los que vivimos es muy oportuno! Protagonista
de la película el recordado John Wayne. Tengo un amigo en Lugones que por su
altura y su manera de andar siempre me recuerda al célebre actor. Con decir esto lo digo todo. ¡No se la
pierdan!¡Es de colección!
Si empecé este artículo recordando una homilía del verano –
soy de los que suelo ir a misa los domingos- quiero evocar otra homilía también
de este verano, y fue en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen en Salinas,
sacerdote celebrante don Rafael Santos, antiguo párroco , persona de edad
avanzada, más de noventa, que supo enlazar muy bien el texto sagrado del día
con la vida diaria , actual, mantener
atentos y expectantes a toda la feligresía, y enviar su mensaje, su enseñanza
del día. ¡Se nota cuando las homilías
están preparadas y vividas! Con razón me dice un amigo y nos dice la Sagrada
Escritura que el mandamiento más importante de la Ley de Dios es escuchar. Algo
que hoy no se practica mucho, quizás debido a la contaminación acústica que
padecemos.
Hace unos días, concretamente el pasado 2 de enero de 2025
fallecía en Avilés don Rafael. ¡Que Dios le tenga en la gloria y que estas
palabras mías puedan servir de agradecimiento a tanta generosidad y entrega! A
mí me basto esa homilía. Me sorprendió. ¡Muchas gracias!
José Antonio Noval Cueto.
P.D “…Gracias , Señor
/ por la luz y las sombras / que son la
cara oculta de la luz, / por la noche y el sueño / que me impide temer la
última noche, / por el borroso barro y por tu aliento…” (Javier Almuzara)
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