Cada vez se anuncia antes la NAVIDAD y parece que apenas
llega, se va, y en este momento en que escribo esperamos ansiosos la llegada de
los Reyes Magos, que nunca faltan a su cita y vienen cargados de ilusiones,
deseos, esperanzas a cambio de una condición que no es otra que pararse,
reflexionar y escribirles unas letras, por aquello que lo que se escribe obliga
más. Durante estos días navideños deseo que haya habido más motivos para la
alegría que para la pena, aunque de todos es sabido que la maquinaria del vivir
no se detiene, y consigo lleva de todo. Basta leer los titulares de prensa o
las noticias de los telediarios que cada vez ponen a uno más nervioso y
descorazonado. Decía Clarín que el buen periodismo no debe generar nerviosismo,
aquí parece que haya algunos Medios que buscan tensionar, enfrentar, dividir, y
eso que en el año 2024 se han perdido ya casi 450.000 espectadores. No les
importa. Lo que manda es el momento presente.
Uno por mucho que le
expliquen e intenten justificar no puede entender que en Siria, concretamente
en sus mazmorras más que cárceles, se hicieran desaparecer a más de sesenta mil
personas o que ascienden a más de diez mil los fallecidos en las costas del
Mediterráneo cuando buscaban un mejor futuro, una mejor vida en España…Algo que
ya hacían muchas familias asturianas en el puerto de Gijón cuando se embarcaban
a principios del siglo XX para la Habana. Uno, a mi edad, comprende que
escritores como Fernando Aramburu para explicar porque dejaba de escribir su
artículo en “El País” haya tenido el coraje de decir- hay muchos intelectuales
callados o apesebrados- : “Creo sinceramente que no tengo gran cosa que
aportar. Incluso abrigo la sospecha de que poco a poco me he ido convirtiendo
en un desplazado de mi época: que he dejado de entenderla y que mis opiniones
se asemejan a un paraguas abierto en medio de un huracán”, y algo parecido me
pasa a mí, ya que los parámetros del vivir y pensar en la actualidad son otros,
que lo que menos importa es el ser humano, que ya casi se puede decir que es
una especie en extinción. Ya ni en los pueblos se habla. Julián Marías en uno
de sus artículos allá por los años 60 del siglo pasado alertaba de este peligro
con estas palabras:” Cuántos en España se dedican a acabar con la tendencia y la complacencia del español en la
conversación, en la tertulia, y sólo buscan que se acueste temprano y se levante temprano y reparta su tiempo
entre la oficina y la televisión, sin ver que casi todo lo que los españoles han inventado- y es asombroso- ha nacido hablando unos con otros…”. Hoy, después de una pandemia dolorosa, parece
que lo han logrado. Aún mantengo la esperanza de la duda. Me educaron en el
respeto a la verdad y a la dignidad de las personas, sean hombres o
mujeres, independientemente de su origen o procedencia social. Todos son Hijos
de Dios. Y a ello he ajustado mi vida con mayor o menor fortuna. De momento me
miro en el espejo y me soporto. Hoy en nombre de una supuesta Tecnología estas
tesis están en desuso, y lo único que preocupa es convertir la mentira en
verdad, al servicio de determinados intereses inconfesables y espúreos.
En este mundo bipolar que nos invade, que tantos
desencuentros y daños genera, soy de los que piensa que es más la gente buena
que la mala; que no hay día en que uno
no se asombre en el sentido positivo de la palabra y basta para ello fijarse en el marido que
acompaña a su esposa , en silla de ruedas, en la consulta del médico o al padre
que cuida a su hija pequeña en el parque de la Pola, o en el familiar que
acompaña y alivia a su pariente en las noches de hospital, que por suaves que
sean, son duras, pues parecen que las horas no pasan… Hay muchos héroes cotidianos
de los que apenas se habla y que con su trabajo abnegado y silencioso permiten
y hacen que esta sociedad camine. De ahí mi reconocimiento. Con razón se suele
decir que el bien no hace ruido. Sólo así se pueden evitar el ruido de la
metralla que ya suena en Europa y la amenaza.
Yo hoy, víspera de Reyes, pido a sus Majestades que abunden
ejemplos de ese nivel, tan sencillos, tan clarividentes, que hablan por sí
solos de entrega, de dedicación a quien más lo necesita, en resumen, de amor,
pero de amor del bueno, del que tan necesitados estamos. No entiendo la vida
sin amor. ¡Que los Reyes Magos de
Oriente no dejen nunca de proporcionarlo! ¡Por favor, personalicemos algo más
la VIDA!
José Antonio Noval Cueto.
P.D Recientemente un
responsable de una empresa de cruceros de lujo decía que el objetivo de su
empresa era personalizar al cliente y lo mismo ha escrito hace poco un
directivo de la Gran Banca española .¡Que cunda el ejemplo!...
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