No hay periódico y día que no salga a relucir el problema de
la vivienda. No hay líder político que no exponga su solución . No es un tema
nuevo. Es de siempre. Ya nuestros padres, aquellos que pasaron su juventud
guerreando, penando y callando, nos decían que las prioridades de su vida, por
orden de preferencia, eran: vivienda, comida y ropa, y si sobraba algo, para
los estudios de sus hijos o de aquel que más despuntaba. En verano, algún que
otro día a la playa de Gijón en el tren de cercanías, y algunos más pudientes a
secar a León. ¿Cuáles son nuestras prioridades hoy? ... Uno se emancipaba
cuando se casaba y no siempre – era frecuente vivir los primeros años en casa
de padres o suegros- y sólo después de muchos esfuerzos, penurias y
limitaciones, algunos, los más afortunados, llegaban a dar su entrada para su
piso o casa. Era la ilusión e inversión de su vida. Para todo ello era
necesario que la salud no fallase – en época de la posguerra dura la
alimentación era deficiente, escasa y repetitiva, y fruta de temporada ni
olerla- y que las horas extra no faltasen, pues eran ingresos necesarios para
llegar a final de mes y hacer frente al crédito. Era frecuente que dos familias
compartieran piso con derecho a cocina.
Hoy, cincuenta años después, la situación no ha ido a mejor,
y la compra o alquiler de vivienda es una necesidad, una angustia para nuestros
jóvenes, y esto lo utilizan los oportunistas políticos que blasonan su
solidaridad verbal, su quedar bien, pero concreciones pocas y hechos menos, y
eso que oportunidades y tiempo hubo. ¿Desde la burbuja o crisis del ladrillo, años
2007/2008, qué se hace hecho para solucionar este problema? Lo de siempre, mirar
para otro lado, dejar que el problema crezca, vaya a más, hasta que la
situación sea imposible, límite. Recordemos que la vivienda y la falta de
sensibilidad política primero del PSOE ( creador de los desahucios express) y
el excesivo legalismo posterior del PP, permitieron
que fuerzas antisistema se hicieran un hueco en el Parlamento de la Nación y formen hoy parte de la nueva casta política.
Hasta en el vestir se les nota, pero resolver no resuelven y ahora, al verse
descubiertos dicen que la solución es la vivienda de promoción pública cuando
lo que desea la mayoría es comprar su piso o hacer su casa donde le apetezca,
siempre que le dejen dinero en el bolsillo y no le frían a impuestos a él y a
sus descendientes.
A esta situación preocupante se le suma otra mayor y
verdadero origen del problema y es que nuestros jóvenes tienen que practicar el
turismo laboral, eufemismo que engloba a falsos becarios, contratos temporales
de poca duración, minisueldos, despidos, cierres, deslocalizaciones de empresas
y sindicatos más preocupados de sus nóminas que de la solución de los
conflictos… Hoy nuestros jóvenes – excepto los empleados de la Administración-
vagan de empresa en empresa y solo algunos, cuando rondan la treintena o más empiezan
a ver cierta estabilidad. Si pasan de cuarenta sin lograrlo, se les complica la
situación, se marginan o les marginan, les excluyen. A todo ello añadamos el
quebranto laboral, social y económico del Covid y sus secuelas.
Se pueden y se deben arbitrar las medidas que sean necesarias
para inyectar esperanza, optimismo a
quienes nos pagan la pensión, pero la más importante es que nuestros jóvenes y menos jóvenes
tengan derecho a un empleo digno que les permita mantener y sacar adelante una
familia y para ello la Administración debe crear las condiciones idóneas para
que la máquina económica del Estado sea eficaz y eficiente, al servicio de
todos, no de unos pocos, moderando los impuestos, favoreciendo la contratación,
evitando las subidas caprichosas de
cotizaciones , los impuestos que encubren gastos innecesarios, improductivos
que lastran a otros sectores, y por supuesto tenemos que llevar a cabo aquellas
inversiones que son necesarias para garantizan el futuro y progreso de la
Nación.
Los españoles tenemos derecho a nacer, a vivir con dignidad,
a tener vivienda, a pensar, a elegir, a tener oportunidades, a progresar y
llevar a efecto lo que uno se propone, pero también tenemos derecho a exigir
que se penalice todo gasto fraudulento que dañe el sistema…Ejemplos hay muchos,
casi a diario, basta seguir las noticias de los Tribunales. Así es inadmisible
que la deuda de RTVE en el año 2024 se acerque a los 60 millones de euros que
en pesetas, como mejor nos entendemos los mayores, hacen un total de casi
10.000 millones de pesetas y aquí no pasa nada, o que ahora que tanto preocupa
la vivienda dejemos que el poblado vacacional de Perlora se encuentre en la
situación ruina y abandono en que está y sin vía de solución, en plena milla de
oro del turismo asturiano.
Todos los españoles tenemos derecho a vivienda, a un empleo
digno y a que no se nos mienta y se juegue con nuestras ilusiones, necesidades o carencias… ¿Se preocupan de esto
los políticos?
José Antonio
Noval Cueto.
P:D Nuestros jóvenes han tenido una niñez y juventud más
cómoda, más fácil, con menos problemas, pero una vez llegados a la vida laboral
empiezan las dificultades, las frustraciones, los engaños, abusos…Dicho esto no
está de más asumir cuanto antes que el gratis no existe y que lo que se
consigue en la vida es con mucho esfuerzo, renuncias y algo de suerte.
Nosotros, los mayores,
hemos tenido muchas carencias y limitaciones en la infancia y juventud, pero
hemos tenido un trabajo más estable, más uniforme; no se practicaba el turismo
laboral con la intensidad que ahora se hace.
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