Todas
las primaveras la creación nos ofrece este despertar de la vida, de la
fertilidad de sus campos, y si esto afecta a la naturaleza, también debería
afectarnos a nosotros, el ser humano, el Rey del Cosmos y eso que periódicamente los
Organismos defensores de la Vida
nos lo recuerdan, como ha ocurrido el pasado 29 de marzo en Madrid, pero aún
así verdades tan evidentes no hacemos
más que cuestionarlas, buscarles un argumentario hipotético (antes se decía que
no había alimentos para todos y la
ciencia actual ha demostrado que es
falso) y dejarlas en suspenso. De ahí
que sea oportuno recordar que una de las mejores intervenciones parlamentarias
de don Enrique Tierno Galván fue la que realizó para suprimir la pena de
muerte, en el mes de julio de 1.978, y su argumento central fue denunciar que el Estado no podía mantener el principio del derecho a matar y
que tenía que reconocer el derecho a la vida y no a la muerte.
De
entonces acá, en este mundo contradictorio que vivimos, tenemos motivos para la
preocupación y para la esperanza. Así motivo de consternación han sido las
declaraciones efectuadas por el secretario de la Federación de Ocio y
Restaurantes de Canarias cuando se queja de las “viejas de carnes flácidas”, “cuyo
desnudo es grosero y repulsivo”- como si él tuviera el elixir de la eterna
juventud-, que alertan del peligro que supone el envejecimiento para la cultura
del músculo, del placer, del sol y playa y que muestran el engaño permanente en
que se quiere instalar al ser humano, al querer ocultarle que uno envejece,
enferma, muere, y que las canas, arrugas y varices son dignidad,
privilegio, señorío, son parte del menú, del crecer, y por desgracia no todos
lo consiguen. En esta misma línea deshumanizada va la denuncia efectuada por la
exresponsable de revista “Vogue”, en Australia, cuando dice que hay modelos que
comen pañuelos de papel para no engordar y todo ello en pos de un supuesto
éxito.¿No hay límites para el éxito? ¿Todo
vale?¿El éxito da la felicidad?¿Qué ocurre después?...
Afortunadamente
también abundan los ejemplos positivos, los que justifican una vida, los que
nos estimulan a mejorar, a tener una
vida más plena, más humana como el de
esa joven turca de 23 años que después de un doloroso transplante de útero ha
logrado quedar embarazada; o los de esa multitud de donantes anónimos que
contribuyen a mitigar el hambre que azota a España, donde la pobreza ya afecta
a casi 11 millones de personas, o los muchos abuelos que rejuvenecen y transmiten
sus experiencias a sus retoños y son la mejor reserva moral y protectora de
España. De hechos a algunos abuelos ya se les llama “mami” “papi”, y eso que
los supuestos “progresistas” no se han caracterizado por proteger a la institución familiar. ¿Qué sería de los casi 6
millones de parados si no se vieran amparados por sus familias?
El pasado 22 de marzo Carolina de Mónaco, la
bella Carolina, se convertía en abuela.¡Enhorabuena! No todos tienen esa
suerte.
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