Unas noticias llevan a otras, como unas letras evocan o
alientan otras. Estos últimos días el protagonismo ha sido compartido por la Lengua, el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia y la abdicación
del Rey a favor de su hijo Felipe. Se presenta el libro que recoge la historia
de los 300 años de existencia de la Real
Academia de la
Lengua , se comunica que nuestro próximo Diccionario actualizado
de la Real Academia
de la Lengua
saldrá a la luz en octubre, se testifica que el número de sefarditas que hablan
el judeo-español o ladino sobrepasan las cien mil personas y el 12 de junio, el
Jurado del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia , presidido por
don Gustavo Suárez Pertierra, otorga su galardón del año 2.014 a la Fundación Fulbright.
Institución norteamericana, creada en el año 1.946 y dedicada a mejorar la
educación global de nuestros jóvenes y facilitarles el acceso a centros de
excelencia, de ahí la naturaleza de las becas, que superan las 600 anuales.
Siempre que se habla del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia mi mente se
traslada a una tarde ovetense del año 1.990 cuando en el Teatro Campoamor de
Oviedo se concedía la citada distinción a las Comunidades Sefarditas del mundo
y habló en nombre de las mismas el estudioso Solomon Gaón –discurso que todos
los años leo a mis alumnos- que agradeció la bienvenida que España,
representada por su príncipe, daba , después de quinientos años, a los “djudios”
que guardaron la lengua, las costumbres de España y especialmente el cariño por
su antigua patria, pues a pesar de su expulsión, nunca guardaron rencor hacia
ella y esto se debe, según Solomón, a que de las Diasporas judias habidas, en España nunca fueron considerados como una minoría extranjera, sino como
parte de la misma.
Él , cuyo reino es de todos los mundos…
Él, que bendiga, proteja, guarde, ayude, enaltezca,
engrandezca y eleve a lo más alto a su alteza real don Felipe, Príncipe de
Asturias.
José Antonio Noval Cueto.
José Antonio Noval Cueto.
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